DECISIONES QUE TOMAR

908 Words
Al día siguiente: 21 de mayo Ayer después de aquella conversación con Mykel comencé a ver algunas cosas de una manera distinta, tal vez porque él es el primero en conocer la verdad y su reacción ha sido completamente diferente a lo que llegue a imaginar que sería de quienes supieran lo que paso. Todo esto me ha hecho pensar que pasaría si mi familia supiera lo que paso, ¿Cuál sería la reacción de mis hermanos al saber que tienen una sobrina? Sin embargo, todo esto no me hace pensar en ir corriendo a contarles toda la verdad. Supongo que me tomara tiempo animarme a decir la verdad, y es que en el fondo todavía no puedo asumir lo que me ocurrió. A veces pienso que todo aquello fue una pesadilla, que despertare pronto y volveré a estar disfrutando de la vida junto con mi cámara, pero toda aquella ilusión se desvanece cuando me veo entrando a la empresa con mi hija en brazos. La miro sonreírme y me doy cuenta de que no todo es tan malo, que, si bien me duele que mi vida haya cambiado así, ella me hace sentir que cada lagrima de dolor vale la pena. —Mi princesa, ¿te gustan esas luces? —le pregunto cuando se queda mirando a los hermosos artefactos que cuelgan del techo y hacen de esta iluminación algo estéticamente increíble. —¡Pero miren quien esta aquí! —escucho la voz de Mykel y al voltearme lo veo con su hijo en brazos. —Hola —lo saludo tímida y me sorprendo cuando él se acerca a mí y me saluda con dos besos en la mejilla. —Hola, ¿así que esta muñeca es Mali? —averigua y asiento. —Así es, ella es mi pequeña princesa —respondo con un poco más de calma. Mykel sostiene a Blaz con solo un brazo, y con su otra mano, toma la diminuta manito de mi hija. —Es preciosa, y es igualita a ti. Tiene tus ojos, tu color de pelo… es que es un clon tuyo —habla haciéndome sonreír. —Afortunadamente puedo verme reflejada en ella, eso es un alivio para mi —comento, aunque en realidad aun si ella hubiese sacado algún rasgo del hombre que me hizo daño, yo no lo reconocería. —Mira hijo, te presento a Mali, ella es muy pequeñita todavía, pero tal vez pronto puedan jugar —le habla a su hijo y él la mira como tratando de saber quién es. —¿Es mi hermana? —inquiere de una manera algo torpe por su corta edad y ambos sonreírnos. —No hijo, ella es la hija de Nahia, una de las fotógrafas de la revista —explica. —Dudo que sepa que es una fotógrafa, pero mejor démonos prisa antes de que se me haga tarde y mi jefe me regañe —propongo haciéndolo reír. Está claro que cada nueva despedida con mi hija me duele de una manera muy particular, pero en esta ocasión todo es diferente. Es la primera vez que la dejo con extraños, y sé que es parte de lo que me toca aprender en este camino, pero sin duda alguna es difícil. —Todo estará bien, además puedes venir a verla las veces que quieras durante el día —me asegura Mykel después de despedirse de Blaz. —Posiblemente venga muchas veces —bromeo y con el dolor del alma, me despido de mi bebé. Hago mi mejor intento para no mirar hacia atrás mientras que Lucia la lleva en brazos hacia la guardería. —Confía en ellas —insiste Mykel y respiro profundo. —Lo hare —afirmo y sigo sus pasos hasta que ambos subimos al elevador. Él como el caballero que es, presiona el botón correspondiente y luego se me queda mirando de una manera bastante peculiar. —Nahia, perdóname por haberte insistido tanto ayer. Tal vez tu no querías contarme esa historia y yo te presione —comenta y niego inmediatamente. —No pidas perdón. No te diré que fue algo agradable de contar, pero me has abierto los ojos a la idea de que puedo hablar del tema y no todos me miraran de una forma extraña por lo que paso —explico y no entiendo porque se acerca a mí. —Nahia, jamás pienses que lo que sucedió ha sido tu culpa. No debes sentirte así. Son o es ese tipo quien debería sentir vergüenza por lo que hizo —me trata de alentar, pero de inmediato levanto mis manos para detener su acercamiento. —Es imposible no sentirme así, y por favor no des ni un paso más ¿sí? —le pido y de inmediato él se aleja. —Lo siento, no quise incomodarte —explica y miro al suelo. —No has hecho nada malo, soy yo quien está llena de miedos, pero sé que voy a tener que superarlos, entre ellos esta hablar con mi familia —le cuento y al levantar mi mirada, me encuentro con la suya. —¿De verdad? —No será de inmediato, pero sé que deberé hacerlo en algún momento —explico y sonríe. —Si necesitas algo, aquí estaré, ¿sí? —me ofrece. —Gracias, ahora es mejor que vaya a trabajar —digo sintiendo alivio cuando la puerta se abre y me permite salir de este reducido espacio donde estaba él.
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