Mientras tanto, en las lejanas tierras del reino de Zythos, los gemidos entrecortados de Serenity se mezclaban con el leve sonido de la fricción que hacían las sábanas revueltas. La piel canela y bronceada del Alfa Rey contrastaba con la blanquísima de Serenity que, se sacudía por las embestidas que estaba recibiendo, haciendo que sus pechos firmes se movieran obscenos al compás del ritmo del acto carnal que ambos protagonizaban. El cuerpo robusto y musculoso del rey se cernía sobre ella como una tempestad abrasadora, mientras las caderas de él se movían con un ritmo deliciosamente lento pero implacable que la tenían a ella al borde del éxtasis. Serenity separó más las piernas temblorosas en una muda invitación, un jadeo escapando de sus labios entreabiertos cuando la virilidad de Gideón