Antes de responder a su adorada esposa, el rostro de Gideón se iluminó con una amplia sonrisa radiante al tiempo que varias doncellas ágiles comenzaban a llenar la larga mesa de roble con bandejas rebosantes de sabrosos manjares. Minutos antes, el Alfa Rey había hecho su entrada en el gran salón, acompañado por un par de sus más fieles guerreros, quienes caminaban con pasos despreocupados a su lado.
En poco tiempo, las doncellas servían sobre la mesa humeantes cacerolas de donde emanaban deliciosos aromas de guisos de carne, panes recién horneados cuya corteza crujiente invitaba a dar el primer mordisco, frutas frescas de brillantes colores y enormes jarras rebosantes de cerveza espumosa. Gideón extendió su mano y cogió una de las jarras, llevándola a sus labios para beber un sorbo del do
