Serenity se acomodó en la mullida cama de dosel, entrelazando sus dedos con nerviosismo. Su mirada gris como la niebla matinal se posó en Gideón, quien la observaba con una mezcla de preocupación y orgullo reflejada en sus rasgos atractivos. Un denso silencio reinaba en la acogedora alcoba, apenas perturbado por las llamas en la chimenea de piedra que estaba a unos cuantos metros de distancia de ellos. Con un profundo suspiro, Serenity procedió a contarle todo lo sucedido, desde su preocupación inicial hasta cómo tuvo que enfrentar al intimidante Eternal y proclamarse como la reina de Zythos para detenerlo. Mientras hablaba, sus palabras fluían como un arroyo cristalino, pintando un vívido retrato de los acontecimientos. Gideón la escuchaba con atención, su expresión cambiando sutilmente