Mientras tanto, dentro del palacio, Kieran buscaba frenéticamente por todas partes. El niño corría por los pasillos, y no daba con las gemelas. Para ese momento, ya estaba sudando frío, asustado, temiendo las consecuencias si no lograba encontrarlas antes de que su señor se enterara de su falta. Fue entonces cuando llegó a uno de los pasillos donde las gemelas habían estado. Para ese momento, los dos guardias ya no estaban ahí, se habían levantado e ido de esa área todos mal heridos, pero la ventana rota le hizo ver al niño que la gemela que se podía transformar había escapado por ahí, como un pájaro que logró abrir su jaula, acompañada por la otra. —¿Huyeron sin los hombres lobo que ejecutarán? —susurró el niño sin poder creerlo—. Tengo que avisarle a mi señor... que las mujeres huyeron