La distancia que separaba el reino de Zythos del campo de batalla en Arkenia era relativamente corta, apenas una hora de vuelo a lomos de los poderosos Aerkors. Con alas extendidas, las majestuosas criaturas de plumas oscuras surcaban los cielos, dejando atrás la isla que les servía de hogar para adentrarse en el reino del tío del Rey. El viento acariciaba los rostros de todos mientras contemplaban el paisaje cambiante bajo sus pies. Tiempo después, cuando divisaron el vasto campo abierto donde establecerían su campamento temporal, podían ver desde esa altura los campamentos del enemigo que rodeaban la ciudad amurallada de Arkenia. El humo y las fogatas afueras de sus tiendas se veían desde la distancia como diminutas luces parpadeantes, pero no sabían con exactitud cuántos podrían ser a