Belle suspiró, cubriéndose la boca con su mano temblorosa y los ojos muy abiertos. «¡Quiere comerme, lo sé!», gritó en lo más profundo de su mente, el miedo apoderándose de ella mientras el sonido de los golpes en la puerta resonaba en la estancia. Pero luego, Serabelle se llenó de valor, comprendiendo que, si ese hombre lobo llegaba a hacerle algo, fácilmente podía acabar con él con sus poderes. Aunque estaría en contra de sus principios, en el peor de los casos se defendería. Por eso, abrió la puerta con un rostro serio y la barbilla en alto, viendo al alto hombre lobo que entró con pasos firmes sin ser invitado, con su presencia imponente llenando la estancia. —¡No te di permiso para que entraras! —exclamó Belle con rapidez, mientras sus ojos centellaban con valentía. Pero luego reco