Gideón, cuya fuerza se había visto incrementada por el néctar de la miel de zafiro que Serenity le había dado antes de la batalla de Arkenia, lideró el ataque con una fiereza inigualable. Sus movimientos eran fluidos y precisos, como si pudiera anticipar cada embate del Roc antes de que ocurriera. En un instante, pareció establecer una conexión sutil con el Roc cuando le susurró con voz calmada pero firme: —Quédate quieto...—dijo susurrando mientras sobrevolaba a la bestia, rodeándola cautelosamente. El Roc pareció escucharlo porque por unos segundos el ave disminuyó considerablemente sus ataques mientras Thorger, con el sudor perlando su frente, distraía al Roc con lanzas certeras. Jord, apretando los dientes con fuerza, se abalanzó sobre la criatura, blandiendo su espada con una fuerza