Justo como Serenity lo había dicho, conforme continuaban ascendiendo de una forma peligrosa, suspendidos en el aire por una misteriosa fuerza invisible, salió una jovencita de la mansión en ruinas. Se veía pequeña y frágil, con sus manos enguantadas en alto dejando en claro que era ella quien los estaba elevando. La niña estaba usando un viejo vestido grisáceo y se encontraba cubierta con ropa de invierno gastada. Su cabello blanco como la nieve constataba aún más su culpabilidad en esa situación. —¿Quiénes son ustedes y qué hacen aquí? —preguntó la niña con el ceño fruncido, su voz aguda de chiquilla, pero firme demostraba su valentía. Y de todos ellos, la jovencita Eternal logró reconocer a uno de los intrusos—¿Kieran? —¡Hola, Melori...! Creí que habías muerto... —saludó Kieran, su ton
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