Mientras tanto, de regreso con Belle, Thorger y Jord, el capitán del ejército clavó su mirada acerada en Jord, su ceño fruncido en un gesto de desaprobación. —¿Qué haces por aquí, Jord? ¿Por qué la estabas invitando a bailar? La estaba vigilando —preguntó Thorger con voz grave, mientras Belle permanecía sentada junto a los niños, observando cómo esos dos hombres lobo andaban refunfuñando en su idioma, sus figuras imponentes proyectando sombras alargadas sobre ella, como árboles robustos y protectores. —Estamos libres, andaba afilando mis espadas. Tú deberías hacer lo mismo, ¿y en qué andas? Bailando en plazas y pendiente como un depredador de la coneja, mientras tienes a tu amante ahí viéndolo todo. Atalia parece que te quiere matar. —Replicó Jord, señalando con un gesto de su mentón a A