Después de esa reprimenda dada por su hermana, Belle clavó su mirada en la distancia, posándose sobre Atalia, aquella mujer loba alta y musculosa. Incluso el vestido púrpura que llevaba dejaba a la vista sus fuertes y tonificados brazos. Desde el punto de vista de la gemela, Atalia no lucía bien ese atuendo, pues su cuerpo era demasiado atlético y fornido.
«Ese lobo idiota tiene un gusto terrible en mujeres, es verdad, quizás no me estaba seduciendo. Esa rinoceronte de mujer es mi polo opuesto, si le gustan así, entonces yo no entró ahí, gracias a todos los dioses», pensó Belle, resoplando mientras se cruzaba de brazos y desviaba la mirada de Thorger y Atalia, negándose a seguir contemplando aquella escena.
Cuando llegaron a una de las plazas principales de la ciudad capital, un grupo de
