Gideón sonrió con una expresión casi depredadora y finalmente atrapó los labios de Serenity en un beso voraz y apasionado, devorándola con un ardor que amenazaba con consumirlos a ambos. Serenity se abandonó a él, por completo y sin reservas, fundiendo sus almas en ese beso interminable. Sintió su calidez, su ferocidad contenida, los gemidos deseosos de él vibrando contra su piel, la manera en que de vez en cuando le mordía los labios y le chupaba la lengua con avidez... Era simplemente exquisito, algo que ella jamás había sentido, una sensación que sólo experimentaba cada vez que unía sus labios con los de su hombre lobo, su esposo y Rey. Cuando sus labios se separaron por fin, ambos jadeaban entrecortadamente, sus miradas ardiendo con un fuego inextinguible. —Vayamos a nuestros aposento