Capítulo 3

1078 Words
Julia narrando Me senté en el sofá con los músculos del cuerpo temblando, nunca me involucré con ninguno de estos chicos, por miedo a lo que podría pasarme, claro que algunos del grupo son muy guapos, como el chico que está enfrente, pero prefiero no arriesgarme, el precio a pagar es muy alto y prefiero tener paz. Julio salió del baño secándose el pelo mojado, solo por su apariencia ya está mucho mejor de lo que estaba, sea lo que sea que tenía, drogas, alcohol, quién sabe. —¿Quién era en la puerta? —me pregunta mientras recoge sus cosas para limpiar su desorden. —Un vendedor —le digo y él me mira prestando atención—. Dijo que debíamos estar a las 18 horas en el lugar para hablar con el jefe sobre la deuda.  —Ese es mi problema, así que yo lo resolveré, no te metas tú —dice mientras sigue limpiando. —¿No entiendes que ya estoy involucrada en el problema? Quieren a los dos en el lugar y ya advirtieron que no tiene sentido huir porque ya nos avisaron que si lo intentamos, habrá consecuencias graves —digo y él niega rascándose la cabeza. —Yo resolveré esto —dice levantándose y saliendo de la casa.  Tal parece que no podré ir a la universidad hoy, así que le enviaré un mensaje a Helo para que me envíe el material de hoy y grabe la clase para no perder nada. Como todavía son las cuatro, limpié la casa solo para quitar el polvo, ya que solo estamos Julio y yo en la casa. Cuando terminé, estaba sudando, subí a mi habitación y me duché. Me lavé con jabón líquido y luego exfolié mi piel. Puse una mascarilla de hidratación en mi cabello y la dejé actuar mientras me depilaba. Enjuagué todo el cabello, quitando el exceso de crema y luego apliqué un matizador para aclarar mi rubio y eliminar los tonos amarillos. Salí del baño y me puse mi bata y sequé mi cabello. Como voy a estar en medio de ellos, me puse unos jeans y una camiseta de tirantes. Escuché un ruido abajo y bajé corriendo las escaleras. —¿Qué estás haciendo, Julio? —pregunto al ver que está rompiendo todo. —PH dijo que no hay negociación. Le dije que me entregaba para pagar la deuda y él no aceptó. Perdóname, Julia —dice arrodillándose frente a mí y llorando. —Encontraremos una solución —respondo y él niega. —Tú no conoces al jefe, Julia, él no acepta este tipo de cosas. A él le gustan las cosas a su manera y yo me equivoqué y tú pagarás por mi estupidez —dice y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. —Tiene que haber una manera —digo mirando el reloj, faltan quince minutos para las seis—. Necesitamos irnos, Julio. —Vamos —me dice tomando las llaves de la moto y salimos de casa hacia el lugar.  No voy a negar que tengo mucho miedo de lo que va a suceder aquí ahora y que Dios tenga piedad de nosotros porque no sé qué va a pasar. Me di cuenta de que dondequiera qué pasamos, los vendedores están hablando por el radio, confirmando que ya están informados sobre nosotros.  —Y ahí, Tico, PH está esperándonos —Julio habla con el chico. —Lo sé, JL, solo voy a avisar y podemos entrar —contesta Tico tomando el radio y Julio toma mi mano y me lleva adentro. Todo el mundo nos mira cuando pasamos, este lugar me da miedo. Él se detiene frente a la puerta y golpea. —Entra —contesta un desconocido del otro lado. Él abre la puerta y me da paso. El jefe del morro se levanta y nos mira con cara seria, nos analiza de arriba abajo y nos indica que nos sentemos frente a él. —PH, ¿es realmente necesario que ella esté involucrada en esto? —pregunta mi hermano. —Ya se habló de eso, JL. Si no quisieras involucrarla, no hubieras hecho una estupidez, ahora ella también está metida en esto —responde PH de forma brusca y me da aún más miedo. Mi hermano baja la cabeza y está de acuerdo—. Ahí está llamando, el jefe —dice y contesta el teléfono. Llamada en curso —Cuéntame —dice con una voz grave que me eriza completamente. —Bueno, jefe, como te dije antes, JL debe drogas y no tienen el dinero para pagar —contesta PH. —Si nos dan un plazo, puedo intentar conseguir el dinero —digo yo desesperada. —Pásame a ella —ordena el jefe y PH me extiende el teléfono. Limpio mis manos sudadas en los pantalones y tomo el teléfono respirando profundamente. Levanto el teléfono a la altura de mi rostro y me quedo quieta viendo a este dios griego que es el hombre a través de la pantalla, él tampoco dice nada y PH habla. —¿Se cortó la llamada? —pregunta PH, niego y él arquea una ceja. —No me gustan los rodeos, rubia. La cosa es así, como no tienes nada que ver con este asunto, te voy a dar una oportunidad, pero tendrás que pagar la deuda del idiota de tu hermano —me dice. —Estoy estudiando administración, puedo trabajar aquí si quieres —le digo y él niega riendo. ¡Qué hermosa sonrisa! Incluso me dan hormigueos por aquí. —No necesito más empleados en la boca, no rubia, necesito a alguien para ir a la visita y traerme las cosas, y tú serás esa persona, hasta que la deuda se acabe vendrás a visitarme —él habla y yo niego de inmediato. —No soy como esas mujeres a las que estás acostumbrado, no voy a hacer eso, no te llevaré nada y no pisaré una cárcel —hablo enojada, olvidé con quién estoy hablando. —Baja el tono, ¿con quién crees que estás hablando, carajo? —él habla más alto y me hace temblar. —Jefe, por favor… —Julio habla, pero él lo interrumpe. —Tú te quedas callado, la negociación es ahora con ella, o viene ella o no hay trato —dice él y yo niego. —No iré, si me das un... —Los dos se pueden ir al carajo, entonces —dice y cuelga la llamada.
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