Nicolás Fuentes.
El timbre de mi teléfono sonando dentro de mi chaqueta hace que me levante de golpe de la cama. Emily aún está dormida y ese sonido lo reconozco, es una llamada entrante de Ángela.
Miro la pantalla y efectivamente es ella y es la quinta vez que me llama. Camino a pasos ligeros hacia el balcón con el celular en mi mano no muy seguro de contestarle, lo que menos deseo es que me amargue el día después de la maravillosa noche que pasé.
Volteo hacia la habitación y Emily parece no hacerse percatado del sonido estridente de este, por lo que antes de que vuelva a cortar la atiendo.
—Hola, Ángela ¿Me estabas llamando? —pregunto muy bajito mientras me recuesto por la barrera de madera del balcón desde donde se puede ver toda la Riviera Maya.
—Nico ¿Dónde estas? —dice entre sollozos. > —Te llamé mucho, Tía Elisa me dijo que estas en una reunión en México, pero tengo entendido que estaba programado para ayer ¿Ya estas volviendo a casa? ¿Ya estás en el avión? ¿Qué hora llegas?
—No, no estoy en el avión —respondo algo frustrado de sus constantes acosos y manipulaciones. —Ayer fue una de las reuniones, pero tengo programadas otras más para esta semana, así que lo mas probable es que regrese hasta la próxima semana.
—¿Tanto tiempo? —lloriquea. —Hoy es domingo, ¿No puedes venir y volver el lunes? De verdad necesito que hablemos, es importante, te necesito.
Escucharla decir eso me hace suspirar profundamente, supongo que no debe ser fácil para ella esta ruptura tan repentina. Sé que sufre, pero no puedo seguirle el juego o me quedaré toda la vida esperando a que ella recapacite y se dé cuenta que no me puede mantener a su lado a la fuerza porque sencillamente ya no la amo.
—La verdad prefiero evitar ese trajín, Ángela —aclaro. —Ya estoy aquí y no creo que sea conveniente que regrese solo por eso. Nuestra charla puede esperar, además es solo una semana, imagino que no terminará el mundo o algo así. —rio.
Mis nervios empiezan a florecer intentando darle una explicación lo más sereno posible, pero a veces creo que mi reserva de paciencia ya se va agotando poco a poco.
—Ya no quieres verme, ¿verdad? —su voz apagada y triste me hace fruncir el ceño hasta mas no poder. —¿Ya no te interesa nada de lo que me pase?
—Me interesa todo lo que te pase, Ángela, y lo sabes —respondo resignado. —Sabes que te quiero, eso nadie va a cambiarlo, pero debes entender que entre nosotros…
—Ya no hay nada —me interrumpe entre llantos. —Eso ya lo dijiste, no es necesario que lo repitas de nuevo.
—Pues no es lo que parece, estas todo el tiempo llamándome, controlando mis movimientos, preguntando por mí a todos. Si lo entendieras ya lo hubieses aceptado.
—No lo entiendes —solloza. —Esto es algo importante no solo para mí, sino para ti también. Nicolás, te necesito.
—Intentaré adelantar todo lo que se pueda —suspiro. —Pero no prometo ir hoy, también necesito algo de tiempo para pensar en mi vida y quiero estar sólo al menos por unos días ¿Esta bien?
—Ok —es lo único que responde muy bajito antes de colgar. Hasta a mí me sorprende que haya sido tan fácil convencerla.
Observo la pantalla de mi celular después de que la llamada se corta y también tengo varias llamadas perdidas de mi padre y de mi madre e imagino que se será por lo mismo, así que opto por dejarlo apagado para evitar sus constantes interrupciones.
—¿Y si es importante? —la voz de Emily a mi espalda me toma por sorpresa.
—Mis padres tienen todo lo que necesitan, además allí está mi hermano —digo despreocupado queriendo sonar muy obvio, pero con ella parece no resultar demasiado.
—Hablo de Ángela —indica seria y con la mirada fija en mi rostro. —Te oías preocupado mientras hablabas con ella ¿Sabes lo que le pasa?
—Quería saber dónde estoy —carraspeo algo incómodo, no quiero empezar nuestra relación ocultándonos cosas que después se preste a malas interpretaciones. —También pedirme que regrese hoy porque necesita hablar conmigo urgentemente.
Eso ultimo la hace arrugar su entrecejo seguramente pensando que accedí y que no cumpliré con la promesa que nos hicimos anoche de compartir esta semana juntos aquí.
—Le dije que era imposible —aclaro antes de acercarme por completo a ella. —Además tengo planes contigo y no los cambiaría por nada en el mundo.
Me rodea el cuello con sus brazos antes de rozar nuestras narices. Me siento como flotando en una nube de caramelo cuando estoy con ella, sentir su piel suave, amar y adorar cada centímetro de su cuerpo, besarla hasta quedar sin aliento, es lo mejor que me esta pasando en la vida y no quiero perderme ni un segundo de esta dulce interacción, ni que nada se interponga entre nosotros.
—No me dejarás sola colgada aquí ¿Verdad? —sonríe depositando un beso corto en mis labios.
—Nunca —respondo también con una sonrisa antes de subirla en mis brazos. — Aun tenemos mucho por hacer. Prefiero morir antes que perderme estos momentos con la mujer que amo.
Reímos en unísono cuando la llevo directo a la cama, mientras voy desabotonando mi camisa que lleva puesta y dejándola completamente desnuda una vez más. No necesito mucho para estar listo, ella solo con su roce consigue encender por completo la llama de la pasión en mí.
Aprovecho que estoy solo en bóxer, del cual me despojo rápidamente y la recorro con ansias con la boca, nunca me cansaría de su sabor ni de lo que me hace sentir su cuerpo, tenerla así es lo que todas estas noches imaginé, y comprobado, es mucho mejor de lo que pensé que sería.
Entre tantos besos y caricias ardientes, empiezo a entrar en ella lentamente como las incontables veces que hicimos el amor anoche, y una vez que noto que está adaptada a mí, me empiezo a mover con firmeza adentro y afuera hasta que quedamos exhaustos y complacidos.
No sé si tengo derecho a tanto, pero tener la posibilidad de ser feliz con ella me abruma y me asusta al mismo tiempo, porque ahora mismo temo perderla, tengo terror de perder su amor y este sentimiento tan bonito que vamos construyendo juntos