Capitulo 10

1005 Words
Nicolás Fuentes. Me abro paso entre la multitud que está bailando tomado firmemente de su mano. Mi corazón palpita fuerte a medida que avanzamos hacia la salida, pero no pienso ni quiero desistir ahora. A solo unos pasos del ascensor, sin poder soportarlo más, me paro de golpe y la beso otra vez, ella me corresponde. Nuestro beso es furioso, demandante y sin pausa. Muchos jadeos salen de nuestras bocas y a la gente alrededor parece no importarle nuestra extrema de demostración de afecto, nadie se detiene a juzgarnos, ni siquiera a mirarnos, y eso me incentiva más. La deseo, tanto que si no estuviéramos entre tanta gente ya la hubiese desvestido aquí mismo para apaciguar este fuego que tengo por ella. —Nico… —dice, pero la callo mordiendo sus labios con ahínco. No quiero que hable, al menos no ahora. —Emi —jadeo después para poder jalarla nuevamente hacia la puerta del ascensor que hace el pitido de abrirse justo en ese momento. Una pareja de adultos mayores nos mira con el ceño fruncido cuando nos ve entrar allí con la respiración agitada, otro joven que va de mano con su novia, solo me guiña un ojo para luego asentir y sonreír antes de que se cierren las puertas. > Nos quedamos solos en el habitáculo. Yo la asecho con la mirada y ella me reta retrocediendo contra la pared a dos pasos de mí sin quitar su vista de la mía. —Date la vuelta —ordeno y ella lo hace de inmediato. Nunca me había comportado así antes con ninguna mujer, pero algo en Emily hace fluir al cavernícola que tengo dentro y ella parece estar dispuesta a dejarse llevar. Camino lentamente a su posición hasta que uno de mis manos queda reposando en su cintura baja y con la otra, acomodo su cabello, dejando su cuello desnudo totalmente a mi disposición. —Dime que sientes —pregunto al escuchar que emite un gemido cuando paso mi lengua por lóbulo de su oreja. —Dime lo que quieres, y te lo daré, todo, solo debes decirlo. Jadea más en respuesta y a medida que la voy besando, también voy bajando lentamente mi mano por su vientre hasta llegar a su monte de venus, donde me detengo deliberadamente para provocarla. Es imposible no gemir con ella, mi erección crece cada vez más en su espalda y sus movimientos continuos me torturan sin piedad. —Por favor —pide clavando sus uñas afiladas en mis brazos. —No pares. No pretendo hacerla esperar mucho, la muevo un poco y la aprieto más contra la pared, mientras voy mordisqueando su cuello y dejando marcas por varias partes de su piel expuesta. Mi mano baja con suavidad hasta la terminal de su vestido y me muevo bajo el hasta llegar a su ropa interior. —Mierda, Emily —susurro en su oído al notar la textura de esta. —Adoro la ropa interior de encaje. Y si están así de mojadas, más aún. Cierra los ojos con fuerza al escucharme y simplemente me encanta el sonido que hace con su boca semi abierta cuando empiezo a pasar mis dedos por encima de su intimidad arriba y abajo, una y otra vez, aumentando la velocidad al compás de sus gemidos. —¡Dios! —gruño en respuesta a sus constantes quejas.  —¿Quieres que continúe? ¿Estás segura de esto? ¿No nos arrepentiremos después? > —Si…si —responde en un hilo de voz ronca y arqueando más su cuerpo encima del mío —Estoy…segu…segura. No paro ni un solo segundo, mi tarea sencillamente me vuelve loco y creo que ni yo mismo podré aguantarme por mucho tiempo. En un momento dado me agacho mientras voy besando su espalda para poder despojarla de sus bragas y finalmente meterla en el bolsillo de mis pantalones y quedarme nuevamente a su altura. —Ya no puedo —dice, yo tampoco. Esta es la locura más grande que cometo en mi vida, sin embargo, la adrenalina me anima a seguir, a llegar hasta el final. Siempre fui un hombre precavido, no tomo las cosas a la ligera y pienso al menos tres veces antes de tomar una decisión, pero con ella no pienso en absoluto, mi mente parece no obedecerme y aunque intento ser coherente y cauteloso, no lo consigo, menos cuando estoy cerca de ella. La volteo y nuestras miradas cargadas de deseo lo dicen todo, su pecho sube y baja con desesperación y su pulso está al doble de lo normal. Uno mi frente a la suya y muevo mi mano nuevamente por debajo de su vestido sintiendo ahora toda su humedad lubricando mis dedos. Voy lento primero, sin prisa, pero sin pausa, dejando que su parte sensible se acostumbre a mi tacto, dándole tiempo de relajarse para así explorarla plenamente. Mis dedos se abren paso, rozando su botón dulce una cantidad de veces hasta que decido ir hasta su entrada acomodándome de la manera correcta para ir mas adentro. Abre sus ojos enormemente y su boca abierta no para de emitir sonidos ahora más agudos, más intensos disfrutando de mis dedos juguetones. —Nicolás —pega un gritito quedo y cierra sus ojos. —Te tengo, preciosa —respondo al momento en que se deja llevar por un orgasmo intenso que la hace temblar de pies a cabeza. Sus gemidos no paran, siento que de un momento a otro yo tambien me correré en mis pantalones observando su rostro extasiado. Mi virilidad palpita fuerte y siento que mis venas están a punto de colapsar. En eso suena el timbre el ascensor anunciando que la puerta se abre y cuando levanto la vista dos jóvenes me miran con sorpresa. Una de ellas fija su mirada en Emily, baja por mi mano que está dentro su vestido y después sonríe con malicia antes de guiñar un ojo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD