Iban en el coche, Luisa con mucho nerviosismo, pues no sabía cómo ingresarían sin que el señor Pérez se diera cuenta. Todo lo contrario, a Eliane que estaba ansiosa por coger con las manos en la masa a Alessandro. Estacionaron el coche al final de la cuadra. Al ver muchos autos, Luisa musitó—. Es imposible entrar. Eliane ya estaba ahí y no pensaba irse. Se bajó del coche y observó el alto murto, seguido miró a Luisa y dijo: —¿Puedes ayudarme a llegar ahí arriba? —Pero… vamos, seguramente aprendiste artes marciales y tus huesos deben ser fuerte. Luisa asintió, se colocó cerca de la pared para que Eliane subiera sobre ella y así pudiera alcanzar la altura del muro, cuando lo consiguió se sentó con las piernas colgando de un lado a otro. Luisa le lanzó el bolso. —Puedes irte. —¿Pi