Descansé unas horas, me levanto para cocinar, hice pasta con camarones saque una de mis mejores botellas de vino y preparo la mesa para dos. Nada muy romántico no quiero parecer desesperada. Me pongo cómoda, un vestidito de falda de forma de campana. Blanco con puntos rojos. Un pañuelo rojo en mi cuello. Recogí mi cabello en una coleta. Maquillaje sutil, nada ostentoso, apatillas de bailarina. Escucho el timbre y bajo casi corriendo. Respiro antes de abrir la puerta.
—Hola –saludi abriendo la puerta completa para que entre. Se ve muy apuesto, con esos jeans, una polo blanca y una chaqueta de cuero marrón.
—Hola, espero que te guste. –me entrega una botella de champán en una bonita bolsa de regalo.
—Estoy más que segura que sí. –sonrió bajando mi mirada y lo invitó a sentarse.
—Si quieres podemos ir a cenar. –froto mis manos, estoy un poco nerviosa, nadie jamás había ido a mi apartamento aparte de Goldberg, Diana y Fredy.
—Claro, muero de hambre. –señaló el comedor.
Sirvo la comida, en la cena conversamos amenamente. Me contó que su tiempo libre lo dedica a administrar la compañía de su amado y ocupado padre. Me ayudó a recoger la mesa, lave la vajilla en su compañía y fuimos a la sala de estar. Llevamos la botella de vino para seguir bebiendo.
—¿Podemos ver una película? –Asiente, enciendo el televisor para poner Netflix. Escogemos una película de acción.
—¿Puedo? –Me hace señas como para abrazarme, asiento. Pasa su mano por mis hombros halándome hasta él.
—Me gustas mucho, Gaia. –lo escucho decirme mientras tengo mi cabeza pegada a su pecho. Besó mi coronilla–. Me siento a gusto contigo.
—¿Estás tratando de decir algo? –pregunto directa.
—No sé cómo decirlo. –Enfrento su mirada–. Me gustas, quisiera conocerte más. —toma mi mentón para mirarme directo a los ojos–. Sé que llevo conociéndote dos días, no puedo decir que te quiero, mucho menos que te amo, pero quiero que sepas puedo llegar a sentir más, solo si me das una oportunidad. –No sé qué decir.
—Yo… —Bajo la mirada sabiendo que es imposible que podamos tener algo serio–. ¿Qué buscas?
—Soy de relaciones formales, Gaia, me educaron para buscar el amor y escoger a la mujer indicada. –Asiento dubitatica.
—También me gusta,Pax, pero yo no creo que sea buena idea. –Me hace volver a verlo a los ojos.
—No me digas que no, si no te sientes preparada para una relación seria no hay problema, podemos ser amigos hasta que puedas sentir lo contrario. –Me regala una cálida sonrisa.
—No es eso, es que yo… –detengomis palabras para escuchar a mi loca conciencia “Dile, cuéntale todo Gaia Shepar. Haz que salga corriendo” –dice mi conciencia y me detengo.
—¿Tú qué? – pregunta curioso.
—Bueno, yo también quiero conocerte mejor, pero tengo miedo. –me sonríe satisfecho.
—Te juro que no te vas a arrepentir, voy a dedicarme a enamorarte. –me siento como una perra mentirosa, pero mi mirada se ilumina tanto como la de él–. No te vas a arrepentir. – deja un cálido beso en mis labios.
—Eso espero. –Vuelvo a poner mi cabeza en su pecho para ver la película. —¿Qué somos en realidad?
—Me encantaría que fuéramos novios, pero si te sientes más cómoda… — pongo mi dedo en su labios.
—Si quiero, pero mejor vamos despacio, creo que podemos ir poco a poco. –pido pensando en la responsabilidad que es tener un novio en mi condición.
—Como quieras, por el momento somos amiguitos. —Asiento, siento sus brazos rodearme para darme un fuerte abrazo–. No sé hasta dónde llegaremos, pero quiero disfrutar cada momento a tu lado. –Mi corazón se quiere salir de lugar.
Nos acostamos en el cómodo mueble para ver la película que habíamos escogido. En todo momento el me abrazó, brindándome su calor. No sé en qué parte de la película me quedé dormida, desperté con la luz del sol dándome en el rostro. Aun me tiene abrazada. Estiro mi mano para ver mi móvil. Son apenas las seis y media de la madrugada. Podemos dormir un poquito más. Me volteo como puedo para quedar frente a su pecho y así poder grabar su aroma. Entre sus brazos me sentía cómoda, segura y hasta valorada.
—¿Qué hora es? –pregunta dejando un beso en mi coronilla.
—Seis y media –Me aprieta.
—Gaia. —susurra
—Mjum— contesto sin querer despegarme de su pecho.
—Ha sido la mejor noche de mi vida, contigo me siento en casa. –Mi corazón se quiere salir del pecho. Yo al igual que él me siento en casa entre sus brazos. Solo no quiero dañarlo.
—También me siento en casa –rio fuerte– Aclaro, entre tus brazos.
Lo miro a sus hermosos ojos azules. ¿Por qué tiene que ser tan condenadamente bello? Acerca sus labios a los míos que lo reciben con mucho gusto morían por poder probar su boca. Mis manos suben hasta su cuello y las suyas bajan hasta mis caderas. El beso pasó de ser uno delicado para convertirse en uno salvaje. Nos separamos cuando el oxígeno nos faltó.
—Te deseo, sé que no es el momento, pero quería que lo supieras desde ayer, me imagino como será tenerte encima, como será devorarte. —bajo la mirada, este se da cuenta y toma mi mentón para hacerme mirarlo–. No me malentiendas, si no estás lista lo entiendo, sé que voy muy rápido, pero quiero que esta relación se base en la comunicación y la sinceridad. Y no quiere decir que si hacemos el amor te voy a despreciar por eso. Me gustas a niveles elevados. No quisiera perderte por una estupidez mía. –Niego con una sonrisa.
—Tampoco es que sea virgen. – hablo sonriendo a medias y él asiente.
—Podemos brincar el paso de los amiguitos de manos sudadas y ser amigos con algunos privilegios. –Su voz me vuelve loca, para que negar que también lo deseo. Acerca sus labios, se funde junto a los míos. Muerde mi labio inferior suave, haciendo que de mi boca saliera un gemido.
—Despertó el león dormido. –Me tomó de las caderas para hacerme sentir su bulto, aún tenía su pantalón puesto. Bueno, nos habíamos quedado dormidos con la ropa puesta. Sube el ruedo de mi vestido para rozar mi cintura con sus manos–. Te confieso que me volvió loco ver como la espuma tapaba tu desnudez. –Sonrío sobre sus labios–. Lo quiero todo contigo Gaia, una amiga, una novia y si llegamos una esposa e hijos. Eres la mujer de mi sueños, de eso que no quepa dudas.
—Yo no sé qué decirte, me da miedo todo esto, es muy rápido. –beso sus labios con suavidad.
—Lo sé, lo que quiero es que te sientas segura, que si nos entregamos a la pasión no creas que voy a dejarte. Estamos en otros tiempos. –Asiento dejándome consentir por sus caricias sobre mi piel.
—Eso lo sé o al menos lo siento – nos volvimos a fundir en un apasionado beso.
—Vamos a tu habitación.—me pide con desesperación, me levanto para guiarlo.
Caminamos con prisa, ambos nos deseamos. Entramos a la habitación y sin esperar nada nos quitamos la ropa. Lo miro de arriba abajo. Es perfecto, su cuerpo bien trabajado y su polla con las proporciones perfectas para mí. Camina hasta mí para volver a besarme. Esta vez rozando nuestros cuerpos desnudos. Su piel es suave y cálida. Sus labios bajan por mi cuello para dejar besos mojados. Llega hasta el valle de mis senos, los toma con sus manos para llevárselos uno a uno a la boca. Sin decir una palabra bajó por mi abdomen, se puso de rodillas y puso una de mis piernas en su hombro, tuve que aguantarme del gavetero para no caer cuando sentí su lengua en mi empapado coño.
Mis gemidos no se hicieron esperar. No sé si era el momento o la posición, pero sentía que estaba flotando. Hunde un dedo en mi interior buscando mi orgasmo. Su boca sigue en mi sexo. Su lengua hace maravillas en él, hundió un segundo dedo, no pude aguantar mucho, me corrí como una inexperta en su boca. Eran sensaciones nuevas. Esta vez no había un interés, solo compartimos el deseo de entregar nuestros cuerpos. Siento mis piernas temblar, pero él me ayuda a mantenerme en pie. Me lleva en sus brazos a la cama.
—No te he dicho que eres hermosa. –niego– Y sabes delicioso. — Saborea sus labios para luego hacerme probar mi esencia con un delicioso beso.
Era mi turno de complacerlo, con mis manos tomé su falo para comenzar a masajear su longitud. Se acomodó en la cama. Acerque mi lengua para lamer su glande. Es la primera vez que me detengo a admirar un pene. El de Pax se ve tan apetecible, su glande cabe perfecto en mis labios. Abro mi boca para comenzar la felación. Escuchar sus gruñidos me incentivan a seguir. Hala mis piernas para dejar mi coño expuesto a su vista, roza sus dedos en mi clítoris mientras yo sigo con mi trabajo.
—Gaia, eres perfecta, maldición. –lo escucho susurrar. Hunde dos de sus dedos mientras con el pulgar juega con mi botón orgásmico. Sabe llegar a mi punto g, haciendo presión en el lugar correcto. Blanqueo mis ojos, la excitación me va a matar. La corriente corre por mi cuerpo, mis piernas tiemblan voy a correrme en un squirt, con su mano libre aguanta mi cabeza para el comenzar a follar mi boca. Su m*****o late fuerte en mi boca, un gruñido sale de su boca. Se que está a punto de correrse, trato de concentrarme para que se corra, pero no puedo, me está costando trabajo aguantarme.
—Córrete Gaia, regálamelo. –lo escucho y me abandono al apoteósico orgasmo. Con mi respiración entrecortada recibo su semen caliente en mi boca. Trago como puedo, necesito llevar oxígeno a mis pulmones. Nunca habían hecho que me corriera mientras realizaba una felación y mucho menos en un squirt que me corta hasta la respiración. Eso fue fantástico. Abro los ojos y lo veo saborear sus dedos.
—Vamos a bañarnos. —me pidió y le guino un ojo. Estábamos tarde para la universidad. Cuando me repuse entramos a la regadera con agua caliente.
Nos bañamos regalándonos caricias, su león despertó dándome la mejor vista de un cuerpo perfecto. Nos besamos apasionadamente, sube mis piernas en su cintura y se hunde en mi sin preguntar nada, solo lo hace y me siento complacida. Con Pax he roto todos mis protocolos, pero no me importa, me encanta sentirme como me siento con él.
Mis gemidos se intensificaron. Beso su pecho, su cuello, hasta volver a sus labios. Sus embestidas acertadas hacen que mi cuerpo reaccione de forma positiva.
—Gaia, me vuelves loco. –Arremete con más fuerza–. Dime que te estas cuidando. —pide y entniendo porque lo hace. Una sonrisa de satisfacción se posa en sus labios. Me toma por la cintura para embestirme más profundo, pierdo la noción del tiempo solo sé que comienzo a correrme cuando siento su polla latir fuerte en mi coño. El gemido que sale de sus labios me avisa que estamos corriéndonos al mismo tiempo. Nos aguantamos de la pared para no caer.
—Si esto es así siempre juro que te llevo al altar. Eres la diosa del sexo, Gaia Shepar. –Me besa para terminar de lavar nuestros cuerpos.