Salimos del baño para vestirnos.
—Te puedo lavar la ropa en lo que desayunamos. –sugiero tomando la ropa del suelo.
—Nos vamos juntos, así ganamos tiempo. –Me abraza por la espalda aun desnudo–. También nos podemos quedar… — besa mi cuello y niego.
—Tengo examen, y falté ayer. –contesto haciendo un puchero.
—Bien, pero no te vas a escapar. Mañana no voy a poder verte, pero el domingo. –Me volteo a encargarlo.
—Tranquilo, recuerda, solo somos amigos con privilegios. –aclaro más tranquila con una sonrisa en mis labios.
—No quiero darle la oportunidad a nadie para que te conquiste. –Toma mi rostro entre sus manos para besarme con hambre–. Te quiero para mí.
—Goloso –muerdo mi labio inferior con suavidad–. Vamos a desayunar que nos coge la tarde. -Miro el reloj son las nueve de la mañana estamos con el tiempo justo. Puse la lavadora en lavado rápido. Cuando volví a la cocina Pax estaba preparando un rico omelette con vegetales.
—Necesitamos proteína y carbohidratos después de ese ejercicio.
—Eres incorregible. —me siento a verlo preparar el desayuno–. Si esto será así, siempre creo que me estás convenciendo para ser tu novia.
Lo escucho reír–. No siempre, pero siempre que pueda lo haré. –Se acerca para dejar un beso.
—Voy a servir los jugos porque hoy llegamos tarde. —hablo con mi garganta seca mirando su erección debajo de la toalla que cubre su desnudez.
Desayunamos en lo que su ropa salía de lavarse y secarse. Bajamos tomados de la mano.
—Vente conmigo, prometo portarme bien de camino. –levanta su mano izquierda.
—Bien, deja y busco mis cuadernos en mi auto. –Asiente acompanandome hasta mi estacionamiento.
💓💓💓
El viernes pasó rápido. En la universidad estuve todo el día con Pax, sé que fui la envidia de más de una. Para los compañeros de clase somos novios. Diana quería que le contará todo, pero no pude, Pax no me dejó sola en ningún momento. Los viernes coincidimos en todas las clases. Nos despedimos con trabajo, no queríamos separarnos, es como un imán que une nuestras vidas. No quiero enamorarme, pero presiento que pronto lo haré y sufriré mucho si él descubre lo que soy, pero por más que quiera no puedo cambiar al menos no ahora, ya después de algunos seis meses tendría el dinero suficiente para vivir hasta que acabe la universidad.
Era la primera vez que sentía la soledad de la noche con un vacío en mi corazón. Sentir mis sábanas frías por su ausencia. Debo reconocer que dormir abrazada a Pax fue mejor de lo que alguna vez pude imaginar. Es tan cariñoso y fogoso, su mirada es tan limpia, que cuando me mira me siento una perra traicionera, pero,¿cómo puedo hacer? Esa es mi manera de sobrevivir a este mundo donde si tienes dinero lo tienes todo. Los sentimientos son totalmente innecesarios para comer y tener donde dormir. No puedo dejarlo porque con Pax aún no hay nada serio, solo somos amiguitos, aún no hay amor, solo una conexión inexplicable que hace que lo extrañe cada momento. Este fin de semana estará cubriendo a su papa que estará en una convención de empresarios. Pero el domingo ya lo volveré a ver. Presiento que se me harán eternos estos días.
Ahora voy directamente a mi cita en la estética, quiero mi depilación láser, y un masaje corporal con aceite de almendra y aguacate. Necesito conservar la suavidad y elasticidad de mi piel. Amo mimar mi cuerpo, es tan relajante, me hace olvidar todo.
—Hola Gaia – me saluda Beatriz, la recepcionista.
—Hola Bea, ya tengo cita. – Me busca en la agenda.
—Si, ya Lisa te espera en el cuarto 32. –Asiento, y camino hasta dicho cuarto. Amo este spa porque lo tiene todo, piscina, jacuzzi, depilación, sauna, cámara de bronceado, masajes entre otros lujitos que me puedo costear.
—Bienvenida, señorita Shepar –escucho a Lisa.
—Buenos días, Lisa –saludo a la mujer mayor con dos besos en las mejillas.
—Hoy me tocó a mí, espero no te moleste. –niego.
—Para nada me molesta. –Pongo mis cosas en un casillero.
Lisa me da la bata para que me la ponga. Quito mi ropa frente a ella, en fin, ella va a ver más que eso. No me da pena con ella. Lisa y Brenda son las mejores esteticistas y masajistas de este reconocido spa. Siempre me toca Brenda no sé qué le pasó hoy, pero me doy por bien servida con Lisa. La que no me gusta para nada es Graciela, esa mujer es insoportable.
Me dejo guiar por las instrucciones de Lisa y comienzo mi día de relajación.
A eso de las tres de la tarde salgo del spa directo a mi apartamento, no quisiera ni bañarme me siento tan suavecita por los aceites, pero tengo que. Debo estar lista antes de las siete, el hotel que Fredy dice está a una hora de mi casa. A mí me conviene, nadie me conoce en esa zona. Preparo una ensalada de frutas mientras lleno mi bañera. Busco mis cremas, estas que me ayudan a que mi coño siempre este apetecible para los hombrecillos calientes. Hoy debo estar más que regía, son cinco grandes. Hace tiempo no tenía un cliente tan generoso por pasar una noche fornicando.
Me arreglo y salgo de mi apartamento, monto en el auto. Mi móvil suena, la ventaja de tener autos modernos es que todo se conecta al móvil.
—Hola Fredy. —contesto al ver la pantalla del estéreo de mi auto.
—Bella, cambio de planes, Peter va a … ups, se me salió, tú has que no dije nada, tú no sabes nada. –dice el boquiflojo de Fredy.
—Si, bien, cierro mi boca. –Niego blanqueando mis ojos, este hombre es terrible guardando secretos.
—Bueno como te decía, él va a llegar antes que nosotros, la convención en donde está es en el mismo hotel y terminó temprano, así que si llegas antes que yo le bailas o haces cualquier cosa para tenerlo entretenido mientras llego. –ordena.
—Vale, vale, no soy experta bailando, pero me defiendo. –Lo escucho suspirar.
—Bien, esa es la actitud querida. —Vuelvo a negar ante semejante caradura.
La llamada termina, estoy a minutos del hotel. Me siento nerviosa, es la primera vez desde que entré en este mundo que hago algo semejante. Ya con el número de habitación subo directo sin anunciarme en la recepción. Toco la puerta, mis manos están frías, las froto para relajarme. La puerta se abre sin dejar ver quien está adentro. Camino para entrar no quiero dar tiempo a que alguien me vea.
—Vaya, vaya, que hermosa sirenita me consiguió Fredy. – escucharlo me da un escalofrío, su voz es tan varonil. Volteo para ver de quien proviene esa voz. Dicen que en la oscuridad todos los gatos son negros, pero este tenía algo, una aura diferente, presencia, seguridad. No eran vibras de ser un santo, pero sí de saber lo que quiere en la vida.
—Yo soy… — titubeo.
—Sin nombres –Me interrumpe–. Para mi serás sirena, eso pareces, una hermosa sirena de piel canela –Asiento, al cliente lo que pida—. Fredy me habló de ti, dice que eres muy buena en esto, además de tener protocolos. –vuelvo a asentir nerviosa sin que me salieran palabras de mi boca, mientras hablaba caminaba como león al acecho estudiando a su presa.
—Así es. –digo firme cuando al fin me salen las palabras.
—Bien, eso me interesa, si me gusta lo que veo y lo que me como esta noche, tengo una propuesta que hacerte. –abrto grande mis ojos.
—Bien, me dice entonces antes que me marche. —concluyó de manera seca.
—Perfecto, ya nos estamos entendiendo y eso me gusta. También veo que eres puntual. —llega hasta mí–. Eres más bella de lo que se veía en la distancia. Tus labios invitan a ser besados, devorados. Qué pena que no me lo vayas a chupar. Debes verte hermosa haciéndolo.
—Señor yo… —pone su dedo en mis labios.
—Sh, no tienes que decir nada. –Baja su dedo por mi mentón. Tiene una personalidad fuerte. Su toque me hace temblar, no sé explicar lo que siento. No es miedo, es un sentimiento extraño–. Déjame verte sin ropa. –pide sobre mis labios.
—¿Quiere que le baile o solo la quito? –sonríe satisfecho.
—Báilame –ordena. Lo veo servirse un vaso de whisky y toma asiento frente a mi–. Puedes comenzar.
Comienzo a bailar quitando el top y la minifalda quedándome en lencería. Muevo mis caderas y llegó hasta donde está él sentado para bailarle de cerca. Me dio dos nalgadas cuando me puse de espalda. La puerta es tocada y el hombre me detiene.
—Espérame así, voy a abrir. –Hago lo que me pide, veo que Fredy entró casi corriendo.
—Me disculpo, estaba en un ataponamiento en la autopista. –El hombre se acerca a Fredy, este último se tira en sus labios para besarlo. No es la primera vez que veo a dos hombres besarse, pero eso no me provoca ningún morbo.
—Bien, ven, Sirena me está bailando, y mientras la veo quitarse todo quiero que me la chupes, esta noche será larga. ¿Trajiste lo que te pedí? —Fredy asiente repetidas veces. Bien ponlo en la mesa quiero verlos.