—Llegaste, muñequita. –dice en mi oído. Quita el cabello de mi hombro para morder el lóbulo de mi oreja–. Pasé todo el día duro pensando en tu hermoso cuerpo. Tuve que masturbarme en el baño de la universidad para aguantar hasta ahora. –habla en mi oído, rozando su bulto en mi trasero–. Tienes demasiada ropa. –Me ayuda a quitar el abrigo, lo tira en la silla, iba a protestar, pero no me dio tiempo. Tomó mi rosto con una mano y pegó sus labios en los míos. Su lengua buscó la mía. Subí mis manos a su cuello, pero este las bajó hasta la apertura de la bata donde sentí su pene. Lo sentí duro y metí mis manos frías para tocar todo su falo–. ¡Ah, maldición! –jadea sobre mis labios.
—¿Te gusta? –muerdo mi labio de manera traviesa.
— Eres una bruja, Gaia Shepar. –sonrió satisfecha–. Ven manos arriba. Camino con la tanga comestible entre mis labios vaginales, era súper incómodo caminar con ellas puestas. – Espero que te guste el champagne y el jacuzzi que te tengo preparado. Hoy será una noche larga para los dos.
Entramos a la habitación donde tenía un ambiente adecuado para una noche de lujuria. Se acerca a mis labios para moverlos con suavidad. Baja con sus besos hasta el sostén de sabor a fresa y chocolate que tengo puesto. Se come la parte del pezón mientras mastica el pedazo de dulce con sus dedos lo hala. Pone sus labios chupando como si fuera un bebé. Pasa al otro haciendo lo mismo. Quita lo demás con sus manos y lo tira en un rincón de la habitación. Los toma entre sus manos para apretarlo, morderlo y chuparlos completos.
—Dime que morí y tu eres el ángel que me va a llevar al cielo. — pide y yo rio fuerte–. Esto es delicioso. Me acuesta en la cama y abrió mis piernas. Un gemido sale de mis labios cuando siento que acerca su boca caliente a mi coño. Acerca sus dientes al hilo de la tanga, esa que tiene cuencas de sabores. Lo rompe con sus dientes haciendo que algunos caigan al suelo, otros se quedaron aguantados por mis pliegues y mis nalgas. Con su lengua abre mi coño atrapando los caramelos en su boca. Gemi al sentirlo rozar mi entrada. La entra y la saca de allí una y otra vez recogiendo mis fluidos. Llevo mis manos hasta mis senos para jalar de mis pezones.
—Así me gusta, muñeca, que disfrutes como yo lo hago. Córrete en mi boca. —ordena y con sus manos abre más mis piernas dejándolas en el aire para lamer entre mi coño y mi ano comiendo todos los dulces que allí quedaron. No puedo negar que me tiene con deseos de más. Me hice adicta al sexo y todo el que me lo hace bien, me lo disfruto. El sigue con su misión, muerde, chupa y lame mi coño como le viene en gana, meneo mis caderas buscando mi propio placer. Bajo con mis manos para sujetar su cabeza y estrujar en su rostro mi coño empapado. Mete su lengua en mi ano con su nariz rozando la entrada de mi coño. Arqueo mi espalda por el placer que eso me da. No aguanto mucho cuando me estoy corriendo en su cara. Saca la lengua de mi trasero para beber de mis fluidos.
Se levanta del suelo donde está arrodillado son el rostro empapado y una sonrisa en sus labios. Se acerca a mis labios para darme a probar mi esencia.
—Vengo ahora, espérame de rodillas en la cama. –asiento.
Vuelve con una copa de champán, aún se veía mis fluidos en algunas áreas de su rostro. Pensé que se iría a lavar, pero me había equivocado, bajó su bóxer dejando a su mini león a mi vista. Tiene un pene promedio algunos quince centímetros. Bebe de la copa y me llama para que llegue al borde de la cama.
—¿Quieres? — asiento como una niña buena, este vuelve a beber de la copa y acerca sus labios para darme a beber desde ellos. Abro mi boca para recibir el líquido, pero él se funde en un beso chupando mi lengua haciéndome sentir el hormigueo de las burbujas. —¿Quieres más? – pregunta complacido. Pellizca uno de mis duros pezones. Baja su copa hasta su pene sumergiendo la punta hasta dónde llega el líquido. Bajo hasta quedar a la altura de su m*****o para chupar su glande lleno de champán. Lo saboreo como una paleta, paso mi lengua por su grosor ganado una maldición del hombre que puso la copa en la mesa para disfrutar de la felación.
—Acuéstate y voltéate. –Así lo hice, quedé mirando al techo–. Abre tus hermosas piernas, enséñame tu delicioso coño. –hago lo que me ordena–. Así, que hermoso se ve desde aquí. —Da unas palmadas con su mano abierta en mi coño. Hunde dos de sus dedos haciendo que gima. Los saca llenos de mis fluidos y chupa uno–. Mmm, deliciosa, te toca a ti, abre la boca. –ordena, mete los dos dedos que antes estuvieron en mi coño en mi boca. Pase mi lengua y los chupe como si fuera su polla–. Por amor a los dioses, mujer, eres lo que cualquier hombre desea en la cama.
Acerca su longitud a mi boca quien lo recibe gustosa. Me hala más a él dejando mi cabeza en el aire, la bajo en un ángulo más cómodo para mí y recibiendo lo que me cabe en la boca, lo escucho gruñir excitado. Comienza a follar mi boca sin pena. Pellizca mis pezones y baja con sus dedos a mi coño mientras sin dejar de moverse, da palmaditas en él, haciéndome mojar más, para su satisfacción. Saca su longitud de mi boca. Abre el cajón de la mesa junto a la cama. Saca una cinta negra, larga y para enredarla en mi cuello.
—Abre la boca muñequita, esta noche mis deseos son órdenes. –dice antes de tomar la copa de champán. Enramó el resto en su m*****o. Acerca sus testículos a mi boca para que los chupe. Cuando lo decidió pertinente volvió a hundir su m*****o duro en mi boca.
Comienza a follar mi boca, aprieta las cintas en mi cuello–. Abre esa garganta muñequita que quiero que entre completa—. Aprieta mi cuello con la cinta y suelta. Cuando le cojo el truco a lo que estaba haciendo, respire por la nariz llenando mis pulmones de oxígeno. Cuando volvió a apretar la cinta abrí mi garganta aguantando el aire. Sentí sus pelotas chocar con mi nariz. Soltó y salió de nuevo repitió el acto unas diez veces hasta que al fin se corrió, su semen bajó directo por mi garganta. Soltó la cinta para que pudiera tragármelo todo. Lo saco sin darme tiempo de limpiarlo llenando mi rostro de una mezcla de saliva y semen. Voy a acercar mis manos para limpiarme, pero este no lo permite.
—Me gusta verte así. –Me ayuda a ponerme de pie—. Ven vamos al jacuzzi, nos espera agua tibia, burbujas y mucho sexo. Camine de su mano, sentía mi coño mojado, mi rostro pegajoso. Me ayuda a entrar al jacuzzi, no sin antes dejar dos palmadas en mis nalgas.
—¿Qué tienes pensado para hoy? –pregunto sumergiéndome en el agua me urgía limpiar mi rostro.
—Quiero de todo, aquí, en mi cama. Hasta que mi polla quede saciada de ti. –habla tomándome por la cintura para acercar mi cuerpo al suyo–. Me gustas Gaia, me gustaría que fueras exclusiva mía.
—No lo sé, eso de ser exclusiva es bueno, pero no vas a costear mi modo de vida. –alego mordiendo su labio–. No puedo negar que a pesar de tu edad rindes y me complaces, pero creo que es mejor así, una vez cada dos meses. –El hombre niega con una sonrisa.
–Como quieras. —enrolle mis piernas en su cintura meciéndome sobre su pene semi erecto–. Eres una perra sucia, ya me lo paraste otra vez. –Muerde mis pezones. Me acuesta en el borde del jacuzzi–. Tu coño es perfecto para mi boca. –Une sus labios con los míos. Nos besamos mientras baja con sus dedos hasta mi coño. Hunde sus dedos simulando el coito. Un gemido sale de mis labios sobre su boca.
—Sigue –pido, pero Sanders niega.
—Quiero seguir saboreándote —bajó con sus labios por mis pechos, abdomen, hasta volver a hundir su boca tibia en mi coño. Tirro mi cabeza atrás para disfrutar. Siento su lengua en mi hinchado clítoris, hunde sus dedos en mí, comenzando un delicioso mete y saca. Los lleva a su boca para chuparlos y vuelve a hacerlo. Mis gemidos se esparcen por el lugar. Con su otra manos aguanta mis caderas y sigue hundiendo sus dedos en mí. No sé cómo lo hace, pero siento una corriente en mi clítoris, siento que me voy a orinar, sé lo que significa, ya que no es mi primera vez.
—¡Me voy a correr, maldición! – gimo en un grito ahogado, siento el calor correr por mi cuerpo, pero el saca sus dedos y me volteó dejándome en cuatro en una posición favorable a su vista. Abre mis nalgas para hundir sus dedos en mi trasero. Con su lengua fue a mi coño.
—Ahora si perra vente en mi boca. —succiona mi sexo. Con su mano libre palmeo mis nalgas mientras hundía y sacaba sus dedos en mi trasero. Era una mezcla de sensaciones. Volvió a arremeter contra mi coño con su manos libre. Cuando sintió que mis músculos vaginales apretaban sus dedos los saco para recibir en su boca un chorro que salió de mi coño. No saco sus dedos de mi culo. Siguió arremetiendo hasta que limpio todo mi coño con su lengua—. Eres una perra sabrosa. —dice limpiando su boca con el dorso de su mano, saca sus dedos para ayudarme a volver al agua. Mis piernas tiemblan como gelatina.
Nos besamos hasta que necesitamos llevar oxígeno a nuestros pulmones. Se sentó en el borde del jacuzzi, me acerque para dejar un beso en su glande.
—Eres mi puta favorita, sabes lo que quiero y cuando lo quiero. – dice mientras con mis manos comienzo a masajear su falo.
Disfruto del acto suave y sin prisa. Lo meto completo en mi boca para complacerlo al máximo.
—Espera, muñequita. –me hace a un lado para servir dos copas de champán. Me dio una para volver al agua.
—Brindemos por esta noche. – habla encima de mis labios.
—Salud entonces. –concluyo chocando nuestras copas. Bebo del líquido espumoso. Sanders se acerca a mis labios para besarme. Muerde mis labios. Baja por el vale de mis senos con sus labios. Enramo de su champán en mis senos para lamerlos y chuparlos por igual.
Sale del jacuzzi, lo veo abrir la caja de preservativos para ponérselo, se sienta en el primer escalón dentro del estanque de agua. Me hala por la cintura para subirme a su regazo. Lo acomodo en mi entrada para comenzar a bajar poco a poco llevando el control en ese momento.
—Eres tan caliente muñequita, hoy te voy a comer todo. –baja sus labios hasta mis senos apretándolas con sus manos, mordiéndolas mientras yo seguía mis movimientos en su m*****o.
Cambio de posición. Me pongo de espalda subiendo mis pies a sus rodillas, lo acomodo dentro dándome más libertad de movimiento. Mis manos se aguantan del borde del jacuzzi para hundirlo completo en mí. Lo escucho gruñir improperios según subo y bajo en su longitud. Lleva sus manos hasta mi clítoris masajeándolo con calma, tiro mi cabeza hacía atrás, acomodándola en su hombro. Mis gemidos se intensifican según él juega con mi centro. No sé cuánto tiempo paso así, solo sé que estaba a punto de llegar una tercera vez y me dolían las piernas.
—Córrete perra, quiero sentir como te corres en mi polla. –Asiento, ya estaba a punto, con un gemido fuerte me agarro de sus muslos, sintiendo un calambre en mi muslo. Me detengo con el aun dentro.
—Ven vamos a la cama, es mi turno, que quiero comerte todo. –asiento.
Salimos para ir a la cama. Me presta una toalla para no mojarla en exceso. Muerde mis nalgas.
—Te quiero en cuatro –me pongo de rodillas sujeta por mis codos.
Lubrica su m*****o con mi humedad. Acerca su boca a mi coño hinchado de tanto sexo. Subió con su lengua hasta mi trasero donde hundió dos de sus dedos. Un gemido salió de mis labios.
—¡Oh por los dioses, Sanders! –gimo.
—Aún no terminamos bebé –Acerca su m*****o hasta mi entrada trasera y se hundió poco a poco haciéndome ver estrellas. Lleva su mano hasta mi coño y comienza a arremeter en mí. Arañe las sábanas cuando acelero sus embestidas.
— ¡Ahh! – Me tomó por las caderas para afinar más sus movimientos. – Si, que rico, eso muñequita, eres la mejor. –grune corriéndose en la bolsa de plástico que tiene puesto.
Si digo que me comió hasta la sombra, me dirán exagerada. Solo falto que me follara mis oídos. Terminamos tarde y cansados, no me costó más remedio que dormir allí.
Despertó con una erección más grande que yo.
—Que vas a hacer con esto. – lo miro y arqueo mis cejas.
—Ya se acabó la noche, paga, que me voy a bañar para ir a la universidad. –comento levantándome de la cama.
—¿Qué dices por doscientos más? – blanqueo mis ojos, no está mal doscientos por unos quince minutos.
Volví a la cama donde, me gané bien los doscientos dólares.