A la mañana siguiente me sentía mejor aunque amanecí un poco hinchada por haber llorado toda la noche, me di una ducha y al bajar Madeleine tenía listo el desayuno. –¿Dónde están Sean y Dewey? –Se fueron a trabajar, cada quien a donde le toque por supuesto –mencionó –. ¿Cómo estás? –Me siento mejor. –Bien, entonces comé. Madeleine no preguntó nada sobre lo que pasó con Sean anoche, yo tampoco le dije, tuve todo el día para pensar, me había gustado estar con Sean otra vez, para que mentir, era el hombre al que amaba y decirle la verdad sobre lo que me pasaba me había ayudado, tal vez podíamos darnos otra oportunidad, por nuestro bebé, hablaría con él cuando regresará. Eso pensé, pero esa noche no regresó, al segundo día llamé a su teléfono, pero fue Francis quien me respondió dicien