Prefacio
Después de todos estos años me siento feliz, todo lo que pasado ya no importa, solo quiero vivir el presente, ir a ese viaje fue como un hermoso sueño del que no quería despertar, pero tenía que regresar por mis responsabilidades en la ciudad aunque no quisiera, ya no me importa lo que digan los demás, solo quiero seguir sintiéndome así.
–¡¿Dónde has estado?! –exclamó Sean.
Johan nuestro hijo se colocó detrás de mí por los gritos de su padre, él se dio cuenta de lo que había hecho, pero ya era demasiado tarde.
–Cariño, pídele a Madeleine que te ayude con tu maleta, ahora voy.
El pequeño se apresuró a subir las escaleras y en cuanto desapareció mi rostro se endureció.
–¿Qué quieres Sean?
–¿Quiero saber dónde han estado?
–De viaje y lo sabias muy bien, firmaste para que me llevará a Johan.
–Debiste regresar hace una semana, debiste decirme.
–¡Eso no te importa! ¡Puedo hacer lo que yo quiera!
–¡No cuando se trata de irte a otro país! ¡No puedes desaparecer!
–¿Por qué no vas a ver a tu Pauleth?¡Y me dejas en paz!
–Pauleth y yo terminamos.
–Al fin te diste cuenta que te quería solo por tu dinero –solté una risa agría –. O seguramente te dejó por alguien con más dinero.
–¡Yo terminé con ella! ¡Por eso te estaba buscando, pero no contestas tu maldito teléfono!
–Y porque dejaste a tu noviecita yo tengo que estar para ti siempre, lo nuestro se acabo hace muchos años, entiendelo Sean.
–¡No me puedes hacer esto, Maggie!
–¿Por qué? Merezco hacer lo que yo quiera, soy una mujer libre…
–¡Tengo cáncer! ¡Me voy a morir!