Alejate de mi.

1377 Words
–Bravo, cantas de maravilla, vamos señorita, te invito una copa– se acercó a mí un hombre con una copa en la mano que me la extendía. –Gracias, pero no recibo cosas de extraños, si me permite, debo irme– quería ir a buscar a Nick y sabía que estando con ese hombre no lo encontraría. –Vamos, debo insistir– pronunción el hombre tomándome fuerte de la mano hacía que no me quedo de otra que caminar con él. Me llevo a uno de los palcos que estaban en el segundo piso, comenzó a poner frente a mí varias bebidas. –Bebe– dijo mientras me daba una botella. –No, gracias, no tengo sed– Pronuncié. –Que bebas dije, después de aquí te llevaré a dar una vuelta por mi casa, quiero que tu hermosa voz grite mientras…— su voz se detuvo y giré a ver a dónde miraba, la silla que estaba frente a nosotros se recorrió dejando que el hombre de al frente se sentara. –Te estaba buscando– pronunció viéndome, y el hombre de al lado volteo a verme. –Anciano, lo siento, me perdí un poco– pronuncié con una sonrisa. –Vete– exigió el hombre que tenía aún lado –Consigue a tu propia prostituta que yo tengo a la mía– ¿Me llamó prostituta?. –Lo siento, señor, pero yo no soy una prostituta, pero creo que si lo fuera no me vendería a usted, me gustan los hombres de ojos grises. Nick volteo a ver al hombre que estaba a mi lado. –Te ves mejor de blanco. Peque ven– estiró mi mano hacia mí y la tomé. Me senté en su regazo y él me sujeto de la cintura. El hombre que estaba frente a nosotros se puso tan pálido que parecía que había visto a un fantasma. –¿Qué sucede? ¿Ya se te bajaron los tragos? – le preguntó al hombre frente a nosotros, no entiendo qué sucede, pero el desconocido se puso en pie para irse. –Te veré pronto– mencionó Nick y el hombre que se levantó volteo a verlo y casi sale corriendo del lugar. –¿Lo conoces?– le pregunté a Nick, dándome la vuelta, no sé por qué aún sigo sentada en su regazo, pero él no respondió. –Me sorprende que te hayan dejado entrar a este sitio, niña– pase mis brazos por sus hombros. –Y a mí me sorprende que dejen entrar a un anciano que fácil podría usar bastón para sostenerse, oye anciano, te ves muy guapo– –Suéltame– comentó viéndome a los ojos. –Nick… Fuiste tú quien me pidió que me acercara, ¿y ahora quieres que me aleje? Creo que eres bipolar, es normal por tu edad, cuando una persona llega a la cuarta edad se vuelven más gruñones. –Canta– –¿qué? ¿Te gustó mi canción, verdad? –Niña, canta– –Bueno, te cantaré al oído por qué la música de fondo no dejará escuchar nada. –Como quieras– pronunció, no cabe duda que lo único que quiere es escucharme cantar. Me recosté en su hombro, mi cabeza quedó muy cerca de su oído y comencé a cantarle. –Pimpón es un muñeco muy guapo y de cartón, se lava sus manitas con agua y con jabón, se desenreda el pelo con peine de marfil y aunque se da estirones no llora ni hace así...– Él levantó mi cuerpo, pero me aferré a él que termine abierta de piernas en su regazo y nuestras caras estaban frente a frente. –Viejo, ¿No te gusto mi canción? Lo siento, pero las niñas como yo suelen cantar cosas de niñas. –Mía– era la primera vez que lo escuchaba decir mi nombre de una manera tan fluida, sin decir nada más. –Anciano tienes ojos lindos– mis manos fueron a sus mejillas y lo acaricié, él se me quedó viendo, pero por un momento creí que me alejaría, más no lo hizo. Cerro los ojos y me acerqué, a sus labios. Le di un ligero beso en ellos, soy muy directa pero... Cuando me aleje de darle el beso que no me respondió, él abrió los ojos y se me quedó viendo. Sin decir nada me tomo de mi nuca y me acercó a sus labios. Me besó, me está besando. Su aliento era a licor, pero sus besos sabían delicioso, su boca habría la mía y el beso lento se volvió acelerado, metí mi lengua en su boca y comencé a moverla, para tener más accesibilidad a él. No tardó en apresar mi lengua en su boca y a jugar la suya con la mía. Nos separamos después de una eternidad. –Mía– comentó. Se levantó y me sentó sobre la mesa. –Vete de aquí, este no es lugar para una niña. –Lo dice el anciano que acaba de devorar mi boca, eres un... –Peque, pudo haberlo hecho cualquiera.– se dio la vuelta para irse. ¿Qué se cree que puede besarme he irse? –Pero yo no me dejó besar por cualquiera.– pronuncié. Se giró y me vio. –Si sabes lo que te conviene aléjate de mi, peque no te quiero cerca.– –¿Por qué? ¿Por qué mi beso te hizo…– se acercó a mí y me tomo de la nuca. –Estoy ebrio, si te besé solo fue producto del alcohol, a mí no me gustan las niñitas, prefiero las mujeres maduras, no una estúpida niña que se considera madura. – –Jajajá, si solo mírate, no vas a negar que te hice sentir más que las mujeres con las que te relacionas.– –No sentí nada, Peque, aléjate de mí, o voy a terminar haciéndote daño– –Para no importarte, se ve que no quieres lastimarme– –Mía, solo lo digo por qué eres la mejor amiga de mi sobrina, no quiero que ella sufra por ti. No se lo merece– Se alejó de mí y se fue, no volteo a verme. Me toqué los labios y suspiré, besa increíble. No tengo planeado irme, la noche apenas comienza. No vi a Nick en dos horas después, yo solo bailaba con muchachos y en grupos de gente que se retaban o jugaban a bailar. Pero me dieron ganas de ir al baño y vi al anciano besando a otra mujer, que se miraba mucho mayor a mí. Me les quedé viendo, Nick no la besaba con los ojos cerrados, se supone que cuando alguien te gusta lo debes besar con los ojos cerrados. Me vio, su vista se compenetró con la mía mientras besaba a esa mujer. No soy nadie para reclamarle. Así que volví a mi mesa y comencé a beber si parar, 1.. 2.. 4.. o no sé cuántas botellas me empine, solo que al final termine besando a un muchacho, yo estaba sobre de él mientras sus manos se quería adentras en mi vestido. –Para– le pedí al desconocido. –Nena– me susurró al oído y volvió a besarme. –Para– volví a pedir. Y trate de levantarme, pero el muchacho no me dejaba aferrándose a mí con fuerza. –No la escuchaste– viejo eres tú. El joven me soltó y se puso en pie, no sé qué demonios pasaba, ya que yo miraba borroso. Todo me daba vueltas y cuando estaba por caer alguien me sujeto. –Qué hombre tan guapo– dije viendo sus ojos grises. –Mia– –Sí, tuya– respondí y en seguida sentí sus labios atacando los míos. La música de fondo era demasiado lenta en ese momento. Mientras ambos disfrutábamos el uno del otro. Me cargó y me llevó arriba de la mesa mientras sus labios bajaban por mi cuello y su mano acariciaba mis piernas. –Mia– volvió a pronunciar, pero yo solo me deje llevar por todo lo que él estaba despertando en este momento en mí, su mano viajo a la orilla de mis bragas y… No tengo idea de que pasó después.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD