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Aprendiendo a amar.

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Blurb

Él es Nick Anderson... 30 años...Un joven con un oscuro secreto lo cual lo convirtió en lo que ahora es, una persona fría, incapaz de amar, pero las cosas cambiarán cuando se cruce por su vida Mia Williams.. La peque una chica de 19 años, 11 años menor que Nick, atolondrada, inmadura, divertida y para nada tímida.Ambos se caían mal, ya que el comportamiento inmaduro de "La peque" le irritaba de masiado a él, pero poco a poco las cosas comenzaron a cambiar después de que despertarán juntos luego de una celebración... Pero las cosas se complicaron cuando él descubrió que los padres de la joven eran hombres de blanco. Los causantes del dolor de Nick. Tendrá que tomar una decisión, ¿La chica que ama o su venganza?¿Qué pasará con estos dos...?

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El chico ensangrentado.
Hace unos días que no veo a Rachel, la universidad sin mi mejor amiga es demasiado aburrida. Me pregunto, ¿dónde estará?. Me encontraba en la cafetería de la universidad jugando con mi comida, no tengo hambre ni un poco, tampoco quiero seguir escuchando las chocoaventuras de la presumida de Denisse. Tiene a todos comiendo de su mano, se cree demasiado, ella y Melody eran insoportables, cuando Melody desapareció ella quedó como la reina de la nueva generación, es bonita, no lo voy a negar, su cabello es larguísimo, n***o, profundo y sus ojos son color miel, tiene unas curvas de envidia, y trae babeando a todos los muchachos. Menos a Alan, mi “fantástico novio”. –Cariño–Alan se acercaba a mí, Alan es mi novio desde hace 3 años, nos conocimos en preparatoria y desde ahí nos volvimos el uno para el otro, mis padres lo aman, incluso siento que él es el hijo de mis padres, no yo, por qué dicen que yo he cambiado mucho desde que estoy con él, dicen que me he vuelto más madura, educada y recatada, incluso me metieron a clases de etiqueta y no sé cuánto más, aunque me las pinteo en ocasiones, lo único que me gusta es tocar el piano. Amo el piano desde que era niña y cantar, creo que en mi otra vida era una excelente cantante y compositora. –Hola amor, ¿Te encuentras bien?–le pregunté. Mientras me acercaba a él y comenzaba a despeinarlo. –Mia ya basta, compórtate.– como siempre deteniendo mi lado juguetón. Habíamos quedado de estudiar para los exámenes juntos, así que supongo que ya ha llegado por mí. Es extraño depender tanto de alguien, pero él depende de mí para pasar los exámenes, antes solía pasarle las respuestas, pero ahora ya no, he optado más por estudiar con él. –Ya vámonos– mencionó. No sé por qué razón parece molesto, no le he hecho nada… Aún. Me puse en pie y lo seguí. –¿Consideras que podamos pasar por una nieve? – le pregunté. –No, las nieves tienen demasiada azúcar, te dará diabetes y terminarás gorda, Mia.– ¿Gorda, diabetes? Solo quiero algo dulce. –¿Me regalas una rosa?– le pregunté cuando salimos de la universidad y un pequeño niño se acercó a nosotros con un montón de flores. –Esas son cursilerías– –Qué novio tan anti romántico tengo– comencé a reírme y a apretar sus cachetes, pero él me quitó las manos de sus mejillas. –Mia Williams, ya no eres una niña, por dios ya madura, y nuestra relación no está en la etapa de te regalo flores y chocolates, ya llevamos tres años de relación, estamos en la etapa de darnos amor, pero tú…– sí pienso que soy una fantástica novia para aguantar a esta basura que se llama Alan, antes era distinto, solía regalarme muchas cosas, y me sorprendía, pero de unos meses para acá él ya no es el mismo. –¿Escuchaste las noticias?– le pregunté. –Sí, dicen que un caníbal anda causando escándalos, ojalá lo atrapen pronto.– llegamos a su auto y me quedé parada por unos segundos esperando que me abriera la puerta, pero eso nunca sucedió, luego me gritó, él estaba arriba. –Mia ya súbete, se hace tarde– sonreí y subí a su auto. Todo el camino se la pasó hablando por teléfono y de cosas que yo no entendía. Cuando terminó la llamada lo escuché preguntar. –¿La extrañas?– –Si extraño mucho a Rachel– Pronuncié. –Jajaja, si deja de hablar de tu ex, si estoy con ella, claro dejaré a Mia en su casa y de hay iré a la fiesta– ¿No hablaba conmigo? Tenía los audífonos colocados. Preferí ya no decir nada. Él condujo a su casa. Estudiamos ahí, nos la pasamos casi toda la tarde resolviendo ejercicios aritméticos y administrativos, pero ya estaba cansada y tenía hambre. –Veamos una película– dijo él tomándome de la mano y guiándome a su cuarto. Prendió la televisión y puso un programa de prepago, una película que para nada me gusta, pero aun así me quedé callada. Solo duramos viéndola 10 o 15 minutos cuando ya estaba sobre mí besándome el cuello. –Alan– mis ojos estaban abiertos y mi cuerpo no se movía, no sé por qué razón no sentía esa chispa del principio, cuando trataba de que algo pasara entre nosotros. –Oh nena, sabes delicioso, estás muy buena– comenzó a hablar de lo bien que estaba, pero yo seguía sin poderme mover, solo quería que se detuviera. –Alan, para– sentía su dureza arremetiendo contra mi vientre, me dolía el estómago y tenía ganas de vomitar. –Alan, pará ya– Pronuncié de nuevo. –Tranquila nena, es tu primera vez lo haré tierno– comenzó a querer quitarme la ropa. –Alan, no quiero– lo empujé, pero él llevó mis manos sobre mi cabeza presionando más mi cuerpo. –Escuche que a las mujeres les gustan los chicos que se lo meten duro, ¿Mia te gusta así?– negué con la cabeza, él no se detenía, así que le di una patada en su orgullo y lo aventé para abajo de la cama. –Alan de mierda en tu vida vuelvas a tocarme, ya no te amo y lo único que despiertas en mí es asco, así que maldito hijo de puta, desaparece de mi vida, cuando una mujer dice que pares y que no, debes de detenerte.– no sé dé dónde saque esas palabras, pero el idiota las merecía por querer propasarse conmigo. Me puse a recoger mis pertenencias y salí de la recámara. –Mia, eres una maldita frívola, creo que tu problema no es la virginidad, es que no sabes satisfacer a un hombre, eres una…– me regresé y le metí un derechazo en el rostro. Él se puso la mano en el rostro escéptico de lo que realice hace un momento, pero no me importa. –Eres una perra y Denisse besa mejor que tú, no solo eso es buena en la cama, no como la frívola estúpida que tenía por novia, por qué terminamos– aún no puedo creer que desperdicie tres años de mi vida, Rachel se tiene que enterar de que terminamos Alan y yo, seguro me hará fiesta. Puse mis manos en sus hombros y los sacudí. –Alan, vieras como estoy llorando jajaja– me reí a gran voz.–Alan, agradezco a qué nunca me acosté contigo, ya que Denisse es una zorra y ha de tener alguna enfermedad de trasmisión s****l, pero para que veas que no soy mala y no te dé vergüenza a hacerte estudios te ayudaré a llegar al hospital.– le metí otra patada en sus noblezas. Comenzó a retorcerse del dolor y a gritarme un millón de obscenidades. Me fui de su casa con mi mochila en mano. Alan vive al otro lado de la ciudad y muy cerca del agua, me encantaba la vista, pero no se puede tener todo en la vida. A él le hacía falta cerebro. En este lugar no pasan taxis y aunque pasara alguno olvide mi cartera en casa de Alan y ni loca pienso regresar. Comencé a caminar sin parar, pero cuando estaba a punto de salir del sitio privado se acercaron a mí dos hombres. –Entrégame todo lo que tengas de valor– nomás esto me faltaba, Dios si quieres mándame lluvia. Y comenzó a llover. –Que nos entregues las cosas de valor, ¿No escuchas?– uno de ellos me apuntaba con un arma. –Ven por ellas– le dije estirando mi bolso. El hombre se acercó, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca le di un bolsazo en la mano y su arma voló. Entonces patitas para qué las quiero. Comencé a correr sin parar. Los hombres comenzaron a correr detrás de mí, pero yo comencé a correr muy cerca de la orilla, donde mis pies comenzaron a tocar el agua. Soy una excelente corredora, pero ellos tienen más experiencia en eso de correr, ya que me alcanzaron y rodearon demasiado rápido. –Voy a matarte– uno de los hombres disparó y me cubrí las orejas con las manos. –Danos lo de valor.– no tengo ni dinero, mi celular lo tiré cuando corría, así que no tengo nada de valor. –No tengo nada– Pronuncié. –Cállate.– el hombre volvió a disparar al aire. Pero mi vista se fijó en el hombre que estaba detrás de ellos. Estaba lleno de sangre y tenía un aura intimidante. Uno de los hombres apuntó al otro. –Detente ahí– gritó uno de ellos, disparando al aire una vez más. El hombre que se acercaba parecía ebrio, ya que se tambaleaba de un lado para otro, y parecía que caminaba con los ojos cerrados. Se acercó uno de los ladrones y lo empujó, pero el sujeto no se movió ni un poco, el ensangrentado le dio un cabezazo que hizo que el malandro cayera al suelo. El otro ladrón se acercó a querer pelear con él, pero al ver que sería imposible, ayudó a su amigo a ponerse en pie y salieron corriendo. El hombre me miró como si me fuera a matar, él daba pasos hacia mí y yo hacia atrás, hasta que choque con un poste de luces. Se paró justo frente a mí, cerró los ojos y vi como dejó caer su cabeza en mi hombro. –Desconocido, ensangrentado, oye pesas– quería moverme pero no podía. Así que arrastrando lo llevé a una clínica cercana. Dure largos minutos para que me dijeran cómo estaba ese hombre, pero nadie quería decirme, que por qué no soy familiar. –Doctora, ¿Cómo está el hombre que traje?– pregunté a la doctora que vi que entró junto con los camilleros cuando se llevaron al hombre. –Él estará bien, pero no puedo dar más información, señorita, le recomiendo que mejor se vaya a descansar.– la doctora no me dejó preguntar más, así que decidí irme a casa. Hice mi obra del día.

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