Capítulo 2: El trato
Nicol no supo cuánto tiempo estuvo ahí estática mientras él la miraba hasta que él se giró de vuelta a su teléfono y en dirección a su oficina sin decir nada seguido por el otro hombre.
—Bueno eso salió bien— exclamó la chica que parecía haberse recompuesto de pronto. — Soy Erika por cierto. — aclaró descuidadamente.
Los ojos de Nicol seguían en la dirección en que su nuevo jefe había desaparecido. La oficina de él estaba formada por paredes de vidrio espejo así que probablemente él podía verla pero ella no a él.
No supo exactamente por qué pero ese pensamiento le envió otra punzada de miedo directo al estómago.
— ¿No desayunaste? — exclamó la mujer que se veía levemente más irritada ahora que no parecía un cachorro asustado.
— ¿Cómo?
—Tu estómago hace ruidos.
Nicol se tocó el estómago tratando de recomponer su expresión.
—No, solo estoy…—“aterrada” Terminó en su mente— nerviosa— contestó por fin con una sonrisa incómoda acomodándose en el escritorio.
—Pues contrólate, porque solo empeorará. —lo último lo dijo en voz baja y más para ella que para Nicol mientras se giraba a buscar algo de uno de sus tantos bolsos. Del más grande extrajo una enorme carpeta que parecía a punto de reventarse y la dejó caer sobre el escritorio y frente a los ojos de Nicol con un ruido sordo.
—Sus horarios y citas del último mes, me tomé la molestia de imprimirlos pero tal vez quieras gestionarlos en digital, o cargarlos todos los días, bueno eso es problema tuyo. Como sea tengo que ir a recursos humanos.
—Espera y que hago mientras tu…
La mujer puso los ojos en blanco apenas deteniéndose en el umbral de la puerta.
—Solo hay una cosa que debes entender: si pierdes una llamada estas acabada, si él pierde una cita estás acabada, si él pierde un contrato estas acabada ¿lo entiendes ahora?.
Nicol apenas asintió con la cabeza mientras consideraba cuántas probabilidades había que su creciente dolor de estómago fuera por la falta de alimento.
Y como si la suerte quisiera reírse de ella o ponerla prueba en cuanto Erika salió de la oficina el teléfono comenzó a sonar.
Tal vez era el estrés que la hacía más torpe de lo que ya era pero no sabía cuál de los dos teléfonos era el que sonaba y en un ataque de pánico terminó contestando los dos.
—Hola…—se aclaró la garganta— perdón, oficina del señor Walk.
—Dígale al Licenciado Walk que el inversionista del congreso lo vera en dos horas. — El hombre al otro lado de la llamada sonaba considerablemente irritado.
En realidad todos sonaban considerablemente irritados en este lugar.
—De acuerdo se lo diré— apenas alcanzó a responder antes de que sonara el timbre de colgado.
—Señorita Johns— sonó una voz profunda muy cerca de Nicol. Ella giró la cabeza rápidamente a todos lados pero seguía sola en su parte de la oficina. — Señorita Johns en el teléfono.
Nicol se dio cuenta de que aún sostenía ambos teléfonos.
—No sé si sea consciente de que este es un teléfono de vía directa y que en cuanto usted lo descuelga enciende el altavoz de mi oficina. — Nicol en un instante sintió la cara caliente y el nudo en su estómago creciendo hasta convertirse en un nudo en su garganta que le impidió decir algo— cuelgue— sentenció sin levantar la voz pero sonando mucho más aterrador que todas las personas que ya la habían regañado a lo largo del día.
—Lo siento señor— exclamó rápidamente —Bueno. Solo que... señor… en realidad soy Johnson, Nicol Johnson— corrigió tratando de que la lengua no se le enredara. La otra línea quedó en silencio un momento antes de que escuchara el sonido de la bocina siendo desconectada.
Ella se quedó escuchando el sonido de colgar un momento antes de colgarlo también.
Se llevó las manos al rostro tratando de calmarse, era consciente de que ser muy diestra no era su mayor cualidad pero usualmente no estaba tan perdida. La presencia de su jefe incluso sin que ella pudiera verlo se había llevado toda la confianza que había logrado reunir esa mañana.
“Dios” exclamó en su mente “tienes que hacerlo bien, esta es tu última oportunidad”.
Su celular se encendió con un mensaje que la distrajo de su autocompasión.
Feliz cumpleaños apareció primero alcoholicémonos esta noche apareció dos segundos después y supo que era un mensaje de Sandra.
Mirando la enorme pila de papeles que debía leer y organizar si quería mantener ese empleo la hicieron pensar que tal vez no era el mejor cumpleaños que había tenido.
“No” negó para sí “esto es bueno, el poder tener este trabajo es el mejor regalo de cumpleaños para mí y para mi padre”
—Señorita Nicol— Nicol vio al hombre que la guió hasta aquí frente a ella. Había olvidado que él también se encontraba en la oficina— si no tienes planes más tarde me gustaría que te reunieras conmigo cuando acabe tu jornada de trabajo.
—Sí, no hay problema. — afirmó rápidamente pensando en la disculpa que le daría a Sandra por plantarla de nuevo.
—Bien.
Nicol fue consciente entonces en el momento que escuchó el elevador abrirse y cerrarse que realmente se había quedado sola con Azael Walk.
El teléfono sonó de nuevo y ella supo esta vez que debía contestar el teléfono blanco.
El de su jefe.
—Ven a mi oficina— aclaró simplemente y colgó.
Nicol respiró profundamente tratando de calmarse. Casi se detuvo a mirarse la ropa en el vidrioespejo frente a su escritorio pero recordó que muy probablemente su jefe podía verla perfectamente desde el otro lado.
Tardó un segundo en darse cuenta que las puertas se abrían hacia afuera. El interior de la oficina era tan impresionante y sobrio como el resto del edificio excepto por unas cuantas pinturas de diseños extraños que colgaban de las paredes y tras el escritorio de su jefe.
Y era gigantesca. Su apartamento no abarcaba ni una parte de esa oficina.
Tuvo que caminar varios pasos para llegar al escritorio.
—Señorita Johnson— habló de nuevo con esa voz profunda y autoritaria que había escuchado tras el teléfono pero que ahora era mucho más clara, Nicol no sabía si lo había imaginado pero creyó escuchar un tono de especial molestia cuando pronunció su apellido— míreme cuando me dirijo a usted.
Se dio cuenta entonces de que todo este tiempo había estado mirando el mosaico blanco del suelo que hacía que la voz del señor Walk sonara más fuerte y envolvente si es que eso era posible.
Volvió su mirada a él y se encontró de nuevo con esos ojos grises y calculadores que parecían una especie de muro de concreto duro y sólido y que de nuevo la anclaron al lugar en donde estaba parada.
Ya no traía puesto su elegante cubre bocas n***o y gris así que podía ver el resto de su rostro, la forma marcada de su mandíbula y la forma curveada de sus labios que si sonreía Nicol podría jurar que no mostraría una sonrisa suave si no una espacie de expresión afilada y cruel.
— ¿Comprende cuál es su función en esta empresa? — explicó mientras se inclinaba sobre el escritorio haciendo que Nicol deseara poder dar un paso atrás.
Ella abrió la boca para hablar pero él habló primero.
—Todos los inversionistas y socios pasan a través de usted antes de llegar a mí, si uno de esos negocios sale mal tendrá un cincuenta por ciento de la culpa. Por lo que la castigaré en ese cincuenta por ciento si es que tiene la suerte de seguir trabajando aquí. ¿Comprende lo que le digo señorita Johnson? — Sí, definitivamente había un tono de molestia cuando decía su apellido.
Ella no entendía cómo podía sonar tan intimidante sin cambiar el volumen de su voz, asintió repetidamente tratando de que no la escuchara tragar aunque con el eco y silencio de esa oficina sentía que incluso podía escucharla respirar.
—Respóndeme Nicol— su corazón se saltó un latido cuando él la llamó por su nombre.
—Sí señor. — respondió apenas sin poder sostenerle la mirada pero sin poder apartarla.
—Correcto, entonces tráeme mi horario de hoy.
Él volvió la vista a su computador quitando la atención de Nicol por completo que tuvo que esforzarse para no salir corriendo de la oficina.
Trató de no echarse a llorar cuando vio el enorme paquete de papeles frente a ella.
Abrir la carpeta no le ayudó mucho, después de pasar las hojas a un lado y al otro sin rumbo logró entender que Erika, la anterior asistente había acomodado las citas empezando por la última. Dio la vuelta a la carpeta y encontró finalmente los horarios de principio de mes.
Se sorprendió al ver que no había hora del día que no estuviese ocupada para él.
Ni siquiera había una hora en la que pareciera que él podía comer algo.
Ella pensó que probablemente era parte de su trabajo conseguirle la comida también.
Peleó con las anillas oxidadas de la carpeta para poder extraer el documento pero estaban demasiado duras, un tirón más y estas cedieron pero el resto de papeles salieron disparados hacia el suelo.
Nicol maldijo en voz alta gateando al suelo para poder recogerlos
—Señorita Johnson, tiene el horario o me hará esperar toda la vida— Nicol casi saltó sobre sí misma al escucharlo justo detrás de ella. — ¿Vas a quedarte ahí toda la vida Nicol o piensas entregarme eso? — repitió de nuevo y Nicol deseó no estar en una posición tan incómoda, solo esperaba que su falda de tubo no rebelara más de lo necesario mientras gateaba bajo el escritorio para recoger el horario que se había deslizado bajo este.
Fue un enorme logró ponerse de pie considerando lo ajustado de la falda y los altos e incómodos tacones de Sandra que eran media talla más grandes para ella.
—Aquí tiene señor— exclamó rápidamente extendiendo el documento hacia él.
—Te dije que me miraras a los ojos cuando te hablara, Nicol— Nicol tragó saliva y se tuvo que forzar a levanta la cabeza más allá de su ángulo normal para poder encontrarse con su rostro, la mascarilla puesta en su lugar de nuevo, los mismos ojos fríos y penetrantes y una altura que la hacía sentir mucho más pequeña de lo que ya era.
—Lo siento señor— respondió.
Él miró detenidamente sobre el hombro de ella un momento antes de finalmente tomar la hoja de su mano y salir por la puerta de la oficina sin darle una segunda mirada.
Una vez que estuvo segura de que él se había ido se dejó caer contra el escritorio.
“Dios” pensó “Si no puedo decir ni dos palabras correctamente cuando él está cerca nunca podré mantener este empleo”
Se dio cuenta entonces de que su teléfono llevaba vibrando un rato. Y que probablemente era lo que su jefe había visto con molestia antes de irse.
Se recordó a sí misma que debía apagarlo la próxima vez.
—Bueno
—Buenos días le hablamos del hospital para informarle que el plazo de p**o para pagar su deuda termina el día de mañana, le pedimos que se acerque a alguno de nuestros bancos para pagarlo a más tardar el día de hoy si no quiere enfrentar problemas legales y la pérdida de su servicio médico.
—No, espere, me dijeron que me darían un plazo de dos semanas, no puede…
La chica le colgó.
— ¿Bueno?, espere por favor, ¡por favor!— Nicol insistió aunque era consciente de que la chica le había colgado ya.
Intentó ignorar el nudo que se le formó en la garganta. Iban a desconectar a su padre mañana si no pagaba su deuda hoy. Pero apenas había conseguido el empleo, si es que lograba llegar al final del día (cosa que estaba empezando a dudar) no le pagarían hasta dentro de dos semanas. ¿De dónde iba a sacar ese dinero?
Podría pedir un préstamo. “pero es tu primer día, tonta” se respondió a sí misma. Su jefe jamás se lo daría y menos después del vergonzoso desempeño que estaba teniendo. Con suerte conservaría su empleo para la siguiente quincena.
El teléfono sonó de nuevo. Nicol se tragó la angustia y contestó lo mejor que pudo.
—Buenos días oficina del señor Walk.
—Avísale al señor Walk que el inversionista quiere verlo media hora antes de lo acordado.
Nicol se quedó congelada en el teléfono.
La inversionista. Ella había olvidado decírselo. Si él se iba ahora no estaría en la reunión.
Y ella estaría acabada. La despediría sin dudarlo
Corrió lo mejor que podía correr con tacones, llamó al elevador una y otra vez pero este parecía decidido a no cooperar.
Maldiciendo de nuevo corrió hacia las escaleras.
20 pisos.
Jamás lo lograría.
Cuando llegó al décimo piso las piernas le ardían y podía sentir el inicio de una ampolla, al tratar de bajar un escalón el tacón se atoró en el borde y tronó, Nicol rezó para que aquello no fuese lo que creía que era pero el tronido efectivamente era el del tacón rompiéndose. Terminó por quitarse el zapato. Por suerte el elevador justo llegaba a ese piso. Fue un milagro que uno de los chicos en él lo detuviera para ella pero ni siquiera pudo agradecerle correctamente antes de correr a la recepción.
—El señor Walk— gritó a la recepcionista que la miró con la misma molestia que antes. Pero Nicol no tenía tiempo para eso— ¿Ya se fue? ¡Es importante!
— ¿Señorita Nicol?
El hombre que la recibió la llamó caminando hacia ella.
Tras él estaba su jefe.
—Perdón señor, olvide decirle, una inversionista vendrá a verlo, llegará en media hora, lamento decírselo ahora pero…— el discurso de Nicol se detuvo cuando se encontró con la mirada de Azael Walk y el no parecía prestarle atención a ella si no al zapato roto en su mano y a su pie descalzo.
Ella deseó que la tierra pudiera tragársela.
—Bien Nicol gracias por avisarnos, ahora no dejes la oficina sola. — le contestó el otro hombre dedicándole una sonrisa bajo el cubre bocas.
El señor Walk no dijo una palabra.
Nicol apenas asintió antes de salir corriendo hacia el elevador lejos de la mirada despectiva de su jefe.
Intentó arreglar el zapato pero era imposible de usar.
Sandra iba a matarla. Doble vez después de que se enterara que tampoco estaría en su fiesta de cumpleaños.
El resto del día sin la presencia de su jefe fue sorprendentemente más fácil, pudo responder a las llamadas correctamente e incluso logró reorganizar todo el papeleo que había destruido. Solo esperaba que la anterior asistente volviese antes que su jefe.
Pero no lo hizo.
El sonido del elevador seguido de esos pasos que ella ya había empezado a reconocer le confirmó que él había vuelto. Quizá ahora entendía un poco porque la anterior asistente parecía tan asustada cuando él llegaba. Él ni siquiera tenía que estar presente para que su presencia intimidara por completo.
Nicol intentó concentrarse en el horario que estaba gestionando en la computadora cuando un golpe seguido de otro resonó sobre el escritorio.
Al mirar se encontró con Azael Walk de pie frente a ella y dos bolsas de compras sobre su escritorio.
—Necesitas vestir apropiadamente en el trabajo— él aclaró simplemente y siguió derecho a su oficina.
Ella tomó las bolsas y en el interior de estas encontró un par de zapatos nuevos, estos eran unos elegantes botines de tacón corrido que parecían muchos más cómodos que sus tacones altos y una camisa de vestir blanca sin ningún extraño bordado del taco loco o algún otro trabajo de medio tiempo en el que Sandra hubiera estado.
Una extraña presión en el pecho le llegó al entender lo que el señor Walk acababa de hacer.
Miró en dirección a su oficina sin ser consciente de si él podía verla o no en ese momento pero si lo hacía su expresión debía ser una de absoluta confusión.
Pensó en ir hacia él y agradecerle pero él parecía especialmente molesto con su ropa así que tal vez no había sido tanto un favor para ella si no para él y la imagen que ella daba cerca de él.
Si, debía ser eso.
Al dejar las bolsas bajo el escritorio notó que eran marcas que ella no podría pagar ni con un mes de su salario.
Los zapatos eran sorprendentemente cómodos, sin duda correr con ellos puestos sería un reto mucho menos suicida que con los otros y le quedaban perfectos.
Al final la jornada laboral terminó y la antigua asistente nunca volvió.
Él le dijo que ella podría retirarse a casa sin tocar en ningún momento el tema de la ropa, pero Nicol sabía que debía reunirse con el otro hombre ahora. Se dio cuenta entonces que ni siquiera sabía cómo se llamaba o donde encontrarlo, pero no hizo falta por que él la encontró saliendo de la oficina.
—Señorita Nicol, me alegra encontrarla aquí, por favor vamos a mi oficina.
Ella asintió en respuesta mientras tomaban juntos el elevador.
El silencio incomodo que se instaló con él en ese momento la angustió de manera muy distinta que cuando estaba con su jefe, ese extraño dolor en el pecho que su padre le decía debía escuchar, que se llamaba instinto y que cuando lo sintiera lo mejor era correr en la dirección opuesta lo más rápido que pudiera. Pero ella no podía darse ese lujo. No ahora. Mucho menos con la llamada que recibió esa tarde.
Este empleo era su todo y solo lo estaba haciendo peor y peor.
La oficina de este hombre era mucho más modesta, con tonalidades rojas, cafés y negras, él la guió al interior.
— ¿Café? — ofreció.
—No, muchas gracias— negó pero le sirvió igualmente. — ¿Por qué quería verme?
—Siéntate primero Nicol— respondió él con diversión. Se quitó el cubre bocas dejando ver una barba oscura bien recortada y un rostro simétrico y elegante. Le parecía el tipo de hombre al que Sandra se acercaría en un bar.
Ella se sentó con esa sensación de peligro creciendo en su pecho.
Él se sentó frente a ella en uno de los amplios sillones cafés que tenía frente al escritorio n***o.
Puso un sobre oficio en la pequeña mesa de cristal frente a ella y al lado la tasa de café.
—Pruébalo Nicol, hago un buen café.
Ella se bajó él cubre bocas a la barbilla y se obligó a beberlo, el calor le quemó la lengua pero disimuló el dolor.
—Creo que no nos hemos presentado correctamente, soy uno de los socios del señor Walk, Dante Lyod. Puedes llamarme por mi nombre por supuesto. No soy tan… reservado como el señor Walk. — dijo sonriendo.
Nicol asintió tratando de concentrarse en el café hirviendo que tenía en las manos sin entender a dónde quería ir con todo esto.
—Mira, se sobre la situación de tu padre— eso eclipsó toda la atención de Nicol que volteó a verlo con ojos de alarma. Ya había tenido esta discusión con cientos de otros trabajos y siempre tenía el mismo resultado.
Despedida.
—Entiendo que es una situación delicada… y costosa— añadió tomando un sorbo de su propio café— le costará miles de pesos a la compañía si es que planeas mantenerlo conectado por tanto tiempo.
—Por favor, yo cubriré muchos de los gastos, no se lo dejaré todo al seguro de la compañía.
—Y tienes una deuda— añadió el sin escucharla— una enorme deuda que tienes que pagar a más tardar mañana si no quieres que tu padre sea desconectado. — a Nicol le sorprendió la satisfacción que se veía en él con esa información y lo poco que intentaba ocultarlo.
Las piezas empezaron a encajar en su cabeza.
— ¿Usted tiene algo que ver con que me quitaran el plazo de p**o que me habían concedido?
Él soltó una carcajada en respuesta.
—Eres más lista de lo que aparentas, ¿No es así? ¿Te gusta jugar al zorro tonto o algo así? — Nicol lo miró sin entender y él se rió de nuevo— Ahora bien, podemos hacer un trato que nos beneficie a ambos. — Extrajo los documentos en el interior del sobre y puso sobre ellos la pluma que llevaba en el bolsillo del traje. — Pagaré la deuda que tienes y trasladaré a tu padre a uno de nuestros hospitales privados, si y solo si— le extendió la pluma— firmas estos documentos, haces exactamente lo que yo te diga a partir de ahora y finalmente te conviertes en la esposa de Azael Walk.
La sangre de Nicol se heló. Estaba empezando a sospechar que todo este día era una especie de pesadilla extraña y que pronto despertaría en su pequeño colchón inflable junto a los ronquidos de Sandra.
— ¡¿Qué?! No entiendo ¿Por qué tengo que hacer eso? — exclamó Nicol, los deseos de huir más fuertes que nunca.
—Los porque son algo que a ti no te importa Nicol— La fachada de amabilidad había desaparecido por completo del hombre. — harás lo que yo te diga a partir de ahora o me encargare de que tu padre no viva otro día.