Dione desplaza dos dedos por sus labios y los acaricias mientras estos comienzan a sudar.
—Mmm cómo me encanta que te portes mal, eso me pone tan duro —dice con lujuria—. Eres una nena desobediente y para eso estoy yo, para castigarte, así que no te vayas a correr hasta que yo diga.
—Como digas papi. —Ella cierra sus ojos para imaginarse la escena.
—Quiero que me mires. —Se venga con una sonrisa y ella lo ve frustrada—. Te tomo por los tobillos y te llevo al borde de la cama, acerco mi punta a tu entrada, pero aún no te hago nada.
—Pues yo quiero que me penetres de golpe haciendo que jadee, que sientas mi calor acogiendo tu falo.
Dione enciende su lámpara, se quita el pantalón junto con bragas, abre las piernas y le muestra su masturbación al novio.
—Mierda…
Deja sus labios ligeramente abiertos para respirar por la boca, lo había provocado mucho.
—Eres tan estrecha que debo hacer más esfuerzo para adentrarme a ti, me muevo de adelante y atrás en un vaivén dilatando tu orificio.
—Aaah —gime al pellizcarse el clítoris.
—Niña buena. —Él también baja la cámara y muestra su falo.
—Es que tu sabes cómo darme placer —contesta Dione.
—Pues te recompensaré pronto. —Mueve su mano con rapidez y Dione se detiene—. ¿Qué sucede? —Queda desconcertado.
—Tengo una idea mejor.
Coloca el celular en la mesita de noche y le pone algo atrás para sostenerlo y que quede parado, así ella tendrá las manos libres.
Ella se voltea y queda de espaldas a la cámara, estaba en cuatro sobre la cama, abre sus piernas y baja sus caderas un poco, menea su trasero y lo mueve de arriba abajo haciendo twerking.
—Amor, me encanta cuando te pones como diabla en la cama —dice Arden excitado.
—¿Así te gusta papi? —Lo mueve en círculos y es la perfecta motivación para Arden.
—Pensé que era un castigo para ti —jadea.
—Bueno, te desobedecí de nuevo, deberás castigarme de nuevo —responde.
Ella gira su cara mirando por encima de su hombro mostrándole una sonrisa traviesa.
—Tengo muchas ganas de nalguearte, me encanta tu culo digas lo que digas. —Se come a Dione con la mirada.
—A mi me encantaría que me follaras justo ahora. —Mueve su culo de arriba abajo mientras sube y baja con su cuerpo.
—Dione… —Arden se corre y ella se voltea para mirarlo completamente.
—Te extraño. —Se entristece.
—Nena, dijimos que cero tristeza —intenta animarla mientras se limpia el semen.
—Tienes razón, lo siento, ¿podemos hablar mañana? Yo te aviso. —Toma el teléfono.
—Pero aún no te has llegado bebé —lo dice en un tono recordándole la regla.
—Se me quitaron las ganas… —responde desanimada.
—¿Te aburrió? —Se preocupa.
—No amor, no es eso, solo que estoy cansada, ¿Hablamos mañana?
Arden abre su boca para responder, pero ella corta la llamada y se acurruca en la cama en posición fetal.
Dione se sentía culpable de que siguieran a distancia, por otro lado, Arden quedó angustiado, ya que cortan después de que los dos llegue, la verdad tiene miedo de que está distancia arruine su relación.
***
—Amor, ¿estás segura de que estás bien? Es que anoche cortaste sin darnos las buenas noches —dice Arden al teléfono.
Él no pudo dormir en toda la noche pensando en ella, se preocupa mucho por su chica.
—Que sí Arden, estoy bien, ya relájate, tengo un paciente, hablemos más tarde —responde e intenta ser profesional.
Aunque ella sabe que es infantil comportarse de esa manera, pero según necesitaba su momento para tratar de no estar triste cada vez que hablaba con Arden.
—Está bien, te amo. —Espera ser respondido, pero es cortado—. Mierda. —Lleva sus manos a la cabeza y las frota.
Arden estaba en su oficina, acababa de llegar y quiso llamar a su novia por lo que pasó la noche anterior, no la vio bien, además, de que era normal hablarse a primera hora cuando estaban en el trabajo.
—¿Problemas con tu noviecita? —pregunta una rubia con un vestido ajustado en la puerta de la oficina de Arden.
—No es tu asunto Eva. —Él no es grosero con las mujeres, solo con esta mujer.
—Uy, entonces si los tienes, te dije muchas veces que eso no iba a durar. —Tenía una sonrisa satisfactoria.
—¿Te aplaudo? —La mira cabreado y ella lo ve con impresión—. Solo dime qué quieres y ya. —Exhala frustrado.
—Tenemos una reunión con tu padre, así que mueve tu lindo trasero —responde seca.
Eva ha intentado estar con Arden desde hace mucho tiempo, pero él está muy enamorado de Dione, Arden tampoco es que era un mujeriego de quién desconfiar, siempre fue un chico bueno y eso son los hombres que valen ahora, los que ya están cambiados.
Arden sabe que Eva gusta de él, ella en varias ocasiones se lo dejó claro, pero él le dijo que aparte de que tiene novia y la ama con su vida, para él le iba ser imposible verla con otros ojos porque es su compañera de trabajo y él es muy profesional en eso, pero Eva es tan terca que le encanta lo difícil y ya Arden ni le presta atención, solo le habla por trabajo, no quiere que se mal piense las cosas.
—Nuestro jefe Eva, no digas que es mi padre en horas de trabajo. —Se levanta de su escritorio y camina a la puerta.
—Como sea. —Le voltea los ojos y se va.
Parece que hoy se había rendido en conquistarlo.
—Hola Arden. —Saluda su padre mientras camina a la sala de reuniones.
—Hola… —dice con pesadez.
—Saldremos a cenar esta noche, ¿quieres venir? —ofrece interesado en mantener una buena relación con su hijo.
—No lo sé papá, tengo un jefe que me patea el culo y tal vez esté muy ocupado. —Camina con él.
—Yo no te pateo el culo, solo que eres el mayor y debes seguir con mi negocio —responde serio.
—Y por esa razón estoy ocupado. —Rechaza nuevamente otra invitación de su padre.
Arden no tiene nada en contra de su padre, claro que estuvo de acuerdo cuando sus padres se separaron, estos peleaban demasiado que era lo mejor, pero realmente se incómoda al ver su padre tenga una nueva familia y aunque sabe que su padre lo intenta incluir, Arden se siente excluido.
—¿Qué quieres de mí? —Jacob se adelanta para alcanzar a su hijo.
—Nada padre, estoy estresado, eso es todo —se rinde reconociendo que no tenía culpa de su mal humor.
—Entiendo, por cierto, ¿conoces a alguna niñera? Melissa quiere comenzar a trabajar y no sabe con quién dejar a los pequeños —le pregunta revisando su celular.
—No, no conozco a nadie —dice algo pensativo.
—Mmm, tal vez necesitas una vida social —le sugiere.