Capítulo 4. Desempleada

2013 Words
"Tardarán mucho, señorita Sinclair" apago mi teléfono cuando veo que mi jefa, vuelve a sentarse en el tocador para maquillarse, ella tarda por lo menos media hora, el tiempo que yo desperdicie al llegar tarde, asi que como una estupida me quedo detras de ella, mientras se maquilla, ya que, por lo visto no me dejara hacer nada esta mañana y en mi tiempo de espera, lo único que pasa por mi mente es el desastre de la habitación. Por lo general tiendo a ignorar las cosas de mi jefa, las turbias y que son propias de un secretos escandaloso, porque si, aunque mi jefa es únicamente actriz en teatros, es famosa y con lo que he visto, puedo sacar conclusiones qué podrían acabar con su carrera si me atreviera a hablar con un periodista, solo que yo no soy ese tipo de persona, por muy molesta que este con ella, creo que no sería capaz de destruirla de esa manera solo para vengarme. —¿Qué estas haciendo como una tonta ahí parada?—protesta con cierto aire de resentimiento—vámonos. ¿Acaso no ver que ya se hizo tarde? —S-si—respondo con cierta ansiedad en mi tono de voz y es que, por mucho que me frustre y me moleste tener que servirle a una loca como lo es Ellie Graham, en realidad ella es la única forma en que tengo para sobrevivir. Ser su asistente no es fácil y además es una tarea pesada en donde pocas veces tengo la oportunidad de tener privacidad y ahora que lo pienso, quizás esa fue la razón por la cual Douglas aprovecho mi ausencia para meterse con una estudiante de intercambio qué vivía frente a nuestro departamento y por supuesto, huir con ella para no tener que verme la cara todos los días. Voy detrás de mi jefa, quien no parece tener el mejor humor el día de hoy, aunque supongo que fue mi culpa por detenerme a observar lo que obviamente era algo privado suyo y ahora debo pagar las consecuencias. Camino a tan solo un paso detrás de ella, para no continuar avivando su ira. Bajamos a la calle donde él mismo taxi de todos los días no espera, aunque por lo que parece el taxista parece un poco molesto por no haberme dignado a responder su mensaje, aunque no me detengo a pensar mucho en eso cuando el taxi avanza. Desde que descubrí lo de Douglas o mejor dicho desde que el administrador de nuestro edificio me dijo que lo vio irse con esa estudiante, no he sido la misma, yo no soy así, es decir, torpe en exceso y por supuesto pensativa y melancólica, aunque quizás se deba a mi embarazo. No sé por cuanto tiempo podre mantenerlo en secreto antes de que mi jefa se de cuenta, porque cuando eso ocurra, sé que va a despedirme porque una asistente embarazada podría ser un obstáculo en su carrera, por eso ella no tiene novio o una pareja oficial y mucho menos hijos a los que cuidar o mínimo parir, porque son una carga o al menos he escuchado a mi jefa mencionar eso cuando ha salido ese tema de conversación con sus conocidos. Pensar en mi despido me causa ansiedad porque de perder este trabajo no podre continuar en ese vecindario tan lindo y céntrico al cual ya estoy tan acostumbrada y claro, no podre pagar las deudas que tengo encima, además siendo la asistente de Ellie Graham, me da la oportunidad de tener un seguro médico al cual puedo acceder para mi control prenatal y sin él, quedaré a mi suerte Salgo lo más rápido que puedo del taxi cuando este se detiene frente al teatro. Lo hago para abrirle la puerta a mi jefa, quien hoy no tiene la más mínima paciencia para un error más. No sé exactamente qué fue lo que sucedió con el tipo, ese qué vino el día de ayer, pero cualquier cosa que haya sucedido en su habitación de hotel, dejo a mi jefa como una gata malhumorada y ahora tengo que cuidarme bien la espalda de cualquier ataque hacia mi persona. Cuando le abro la puerta ella no dice nada, ambas caminos al interior de teatro y el taxista parte como todos los días, ya qué, le hemos pagado por adelantado. Mi jefa, por alguna razón, decide no ir a su camerino, sino que camina hacia el área de entrada y de ahí a hacia el escenario por el área de asientos, desde donde puede ver que los ensayos ya han comenzado solo que sin ella. Miro con horror la escena qué sé está llevando a cabo. La obra cuenta la historia de una joven judía en la Segunda Guerra Mundial, qué sé enamora de un soldado alemán y las cosas no terminan bien para ninguno de los dos. Ante la ausencia de mi jefa, quien ocupa su papel es la señorita Rhona, quien es la actriz de reemplazo y para variar mi jefa la odia. Ella no dice nada, sonríe con cierto descaro y toma asiento a unas cuantas filas donde se encuentra el productor y el director de la obra, ambos amigos muy cercanos a mi jefa, aunque yo intuyo qué alguno de los dos ya se ha acostado con ella. Me siento a su lado y aunque temo por mi vida o mejor dicho por mi trabajo, intento hacer el menos ruido posible para no llamar su atención, aunque no debería preocuparme ya qué está muy atenta a la actuación de la señorita Rhona y a diferencia de mi jefa, al menos ella es amable. Permanecemos ahí hasta que la escena termina, el director y el productor parecen satisfechos, puesto que no han interrumpido la escena, como suele suceder cuando mi jefa está arriba del escenario. Supongo que ella también se da cuenta por qué incluso me parece escucharla gruñir, aunque bien podría ser mi estómago ya qué únicamente desayune un café y un pan con queso de cabra. De pronto el productor se levanta de su asiento y aplaude a la señorita Rhona, pero cuando se da la vuelta ve a mi jefa y la expresión que pone es de absoluto terror. Ella le dirije una sonrisa neutra y casi natural quizás para no demostrar Cuán enfadada se encuentra no solo porque no la esperaron para el ensayo, sino porque el director parece estar más contento con Rhona qué con ella. —Buenos días, Ellie. ¿Crees que podemos hablar?—le pregunta mientras le hace una señal para que lo siga y ella enseguida me dirige una mirada de rabia, tal vez piensan sermonearla por el retraso, aunque a estas alturas me parece algo ilógico, puesto que muchas otras veces ha llegado tarde y nadie nunca le llamo la atención antes. Cómo su sombra, también me levanto de mi asiento para seguirla, pero entonces el productor se gira y me ve como si ya supiera lo que pretendo hacer. —No, tú no—expresa con cierta seriedad. Miro a mi jefa intuyendo qué ella se negará, pero ya que está enfadada conmigo, simplemente continúa sin decirme nada. Ambos se van hasta la última línea de asientos y gracias al alfombrado del teatro no alcanzo a escuchar lo que sucede, pero me mantengo atenta en caso de que mi jefa me necesite. De pronto me parece que sea lo que sea que el productor le esté diciendo, la está haciendo enfadar a tal extremo qué alza las manos, señala al hombre frente a ella y al final habla tan fuerte qué incluso yo escucho lo que dice. —¿Acaso esa bruja se acostó contigo?—reclama y entonces la escena qué los actores están practicando en el escenario se detiene. Todo guardan silencio y entonces la conversación privada ya no lo es tanto—¿Fue eso? ¿Por eso pretendes reemplazarme? —¡Cálmate!—le reclama el productor tomándola por el hombro para llevársela a un sitio más privado porque al menos él está consciente de que tienen público qué los observa. Mi jefa, por supuesto, tan obstinada como lo es, prefiere seguir armando un escándalo en el lugar, pero el productor se la lleva arrastras mientras los demás actores comienzan a murmurar y entre los comentarios que se dicen escucho claramente cuando alguien menciona: “Se lo tiene merecido por arrastrada” dice una de las actrices, por supuesto yo también opino lo mismo, es decir, mi jefa no precisamente una manzanita dulce, sino una amarga y llena de veneno, pero escuchar qué todo el mundo piensa lo mismo, es un tanto triste y patético. Ya qué se trata de mi jefa, no me queda más que salir detrás de ella y el productor. Sigo el ruido de la discusión hasta el pasillo qué lleva hacia las oficinas, ella sigue discutiendo, ahora con lágrimas en los ojos y es que nunca antes la vi de esa forma. —¡Bien, me largo de aquí!—vocifera exasperada—no voy a rogarle a nadie que no sabe valora mi talento. Se da la media vuelta y al momento de verme, me parece que me dedica un gruñido o tal vez sea simplemente el sonido que hace con su nariz para sostener un posible sollozo. Veo al productor inmóvil sobre su sitio mientras niega con la cabeza, así que al ver que esta vez nadie va a seguirla como siempre lo han hecho, solo me queda a mi saber qué diablos está ocurriendo. Voy hacia el único lugar donde sé que va a ir a refugiarse, su camerino y el cual paso mucho tiempo decorando, de hecho aún no lo termina. Camino hasta ese lugar y por supuesto, ya que todo el mundo está ensayando, no hay nadie en los pasillos, así que logro llegar en poco tiempo. Cuando abro la puerta, me encuentro con una Ellie Graham muy diferente de la que yo conozco y si bien es un deleite verla derrotada, al final me gana la empatía y la pena de verla de esa forma, porque al verla me recuerdo a mí misma y lo que he estado haciendo cada noche desde que Douglas se fue. Trago saliva y aunque pienso en ir a animarla, cuando ella se percata de mi presencia, frunce el ceño. —¿Qué diablos haces aquí? ¿Qué no viste lo que paso allá afuera?—me reclama y de su cajón, del que se supone no debo abrir por nada del mundo, saca una botella de whiskey que parece que ya va por la mitad y como si tuviera práctica al beber un licor tan fuerte como lo es esa marca, abre la botella y bebe de la misma un trago que a mí me hubiera ahogado, aunque supongo que es lo que pretende hacer, ahogar sus penas. —¿Entonces se va a rendir sin pelear?—cuestiono y es que parece que ha olvidado quién es Ellie Graham. —La estúpida de Rhona ya ha firmado su contrato para ser la actriz principal de la nueva obra y aparentemente, no hay ni siquiera un papel secundario para mí, porque el imbécil de Ronald, no me quiere cerca—me informa, lo cual me parece algo confuso. —¿No se suponía que el director y el productor eran sus amigos?— le recuerdo y es qué. ¿Qué clase de amigos te sacan de tu trabajo de un día para otro? —Ellos no son mis amigos y ya deja de decir estupideces, deberías irte y buscar un nuevo empleo— me sugiere y aunque me es extraño que mi jefa diga un consejo como ese, en realidad lo dejo pasar porque me parece haber oído mal respecto a mi empleo. —¿Cómo que nuevo empleo? ¿Acaso piensa dejar la actuación solo por este inconveniente?— cuestiono extrañada y es que Ellie Graham no es de las personas que se deprimen por un tropiezo tan pequeño como ese.
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