Capítulo 2. La propuesta.

2066 Words
—N-no puede ser—musito mientras observó la prueba de embarazo en mi mano. Niego con la cabeza y de pronto el mundo se me cae encima. —Isabel. ¿Quieres salir de una buena vez?—me grita Sofía desde el otro lado de la puerta—necesito ocupar el baño, ya tardaste demasiado. —E-enseguida salgo—grito mientras guardo la prueba de embarazo en mi bolso, así como el empaque. Jalo la manija y enseguida me lavo las manos, estas me tiemblan y siento que mis movimientos son torpes y nerviosos. Me miró en el espejo mientras mi cabeza repite sin cesar: ¡Esto no puede estar pasando! Me acomodo el bolso y salgo al exterior, enseguida me encuentro con el rostro enfadado de Elaine. —Rayos, Isabel, ¿Por qué tardaste tanto?—me acusa mientras me dirige una mirada mordaz y la verdad es que no recuerdo cuanto tiempo paso desde que entré ahí. Me limitó a quedarme callada mientras me alejó de su camino, continuo por el pasillo, mientras mi mente se llena de pensamientos intrusivos. ¡No puedo estar embarazada! ¡No puedo, no ahora! ¡No puedo tenerlo! —¡Isabel!—escucho mi nombre salir de los labios de mi jefa, levanto la vista, sintiéndome algo aturdida, lo cierto es que no estoy en el mejor momento para soportarla, pero no tengo opción, sobre todo por la noticia.—¿En dónde diablos estabas? Te he estado buscando por más de media hora. —Discúlpeme, pero el productor me llamo para entregarme una copia del libreto que le pedimos ayer y luego pase al... —No me interesa lo que hiciste, dame el libreto de una buena vez— se queja y frunce el ceño, una expresión que desencaja con el bonito rostro que tiene, pero a pesar de tener una cara de ángel, en realidad es un demonio que no todo el mundo sabe tolerar o al menos no los que trabajamos para ella. Saco el libreto de mi bolso y enseguida, ella me lo quita de las manos para seguir estudiando sus líneas, aunque de haberme hecho caso sobre el vaso de agua, nos habríamos evitado todo este asunto. —¿Entonces ya me puedo ir, señorita Graham?—me atrevo a preguntar y aunque mi hora de salida ya se ha pasado como todos los días, mi jefa no suele ser precisamente comprensiva, de hecho es bastante voluble y poco empática. —Sí, si ya vete—hace un ademán con la mano como señal de su aprobación, aunque yo bien diría que es la misma señal que yo le hago al perro de mi vecina para que deje de molestarme cuando me acerco demasiado a su entrada. —Señorita Graham, tiene una visita—anuncia uno de los acomodadores ignorando mi presencia y es que en el camerino de Ellie Graham, no puede existir nadie más que ella, aunque yo este a un paso de él. —No estoy para recibir a nadie en este momento—anuncia con cierto hartazgo y es que, aunque he de admitir que es una actriz excepcional, en realidad es una pésima persona que ni siquiera tiene respeto por las personas que técnicamente causan que sus obras tengan éxito, es tan arrogante que literalmente preferiría pasar más tiempo consigo misma mirándose al espejo que tener que tratar con un admirador. —Me dio su tarjeta en caso de que no quisiera recibirlo—expresa el joven de gorra roja mientras le entrega una tarjeta de presentación que por supuesto no alcanzo a leer porque me doy media vuelta y me acomodo mi bolso sobre el hombro para finalmente irme, pero luego de mis tres primeros pasos, escucho a mi jefa expresar con emoción: —¡Por Dios, es Ewan! ¿Por qué no lo dijiste antes?— protesta y al girar instintivamente de nuevo hacia su camerino, la veo salir mientras se ata la bata de seda color blanca y que tiene escrito su apellido sobre la espalda, pasa a mi lado con prisa y la veo desaparecer por el pasillo mientras el joven la sigue hacia la puerta para empleados en la parte trasera del teatro. Por supuesto, hago caso omiso del asunto, pues tengo problemas más grandes como para estar interesada en las visitas de mi jefa, pero al querer ver la hora en mi teléfono, recuerdo que lo deje justo en el armario del camerino despues de buscar la ropa que usaria en la funcion de hoy, por lo que me devuelvo con la esperanza de recuperarlo antes de que mi jefa vuelva. Camino mirando de reojo el camino por donde se fue me jefa, luego entro y me apresuro a entrar a la pequeña habitacion que usamos de armario y al encender la luz veo mi teléfono justo donde lo deje. Lo tomo, pero en ese instante escucho la voz de mi jefa del otro lado, así que instintivamente doy un salto hacia atras y accidentalmente choco contra un par de cajas que se caen encima de mi, pero enseguida muevo mis manos para evitar que se caigan y asi impedir que mi jefa sepa que estoy aqui. —Cierra la puerta, Ewan—escucho a mi jefa reírse de forma coqueta y lo primera que se me viene a la mente son escenas que ella ha actuado cuando se supone debe seducir a un hombre en alguna obra, aunque su risa se escucha tan natural que en realidad no sé si de verdad está actuando. —¿Pensaste en mi propuesta, tesoro?—menciona la voz de un hombre, una voz que en realidad no reconozco, por lo que intuyo que debe ser una de sus nuevas conquistas o quizás un muy viejo amigo que aún no conozco, puesto que mi jefa, Ellie Graham ha estado en varios teatros antes de llegar a protagonizar obras aquí. —Si lo pensé cariño, pero la respuesta es no—responde mi jefa, aunque enseguida se escucha un extraño sonido, quizás el sonido que hacen un par de labios al besarse. Me trago mi asco y trato de respirar profundamente a pesar de estar en una posicion incomoda tratando de que no se me caigan un par de cajas con pelucas, por suerte se me ocurrio poner un aromatizante automático que huele a rica y fresca lavanda para disimular el olor a humedad que hay en este sitio, de lo contrario, ya habría vomitado y, por lo tanto, ya me hubieran descubierto. —¿Pero por qué no, tesoro?— insiste— solo imagina que es un papel más de tus obras, además te pagaré bien, te daré el triple de lo que cobras aquí. ¿Qué te parece? Enseguida pienso que se trata del papel de su vida, porque Ellie Graham gana mucho por ser la actriz principal de esta temporada y para que le ofrezcan un sueldo tres veces lo que gana aquí, imagino que debe tratarse de un papel importante, quizás para una película. —Por favor, Ewan ¿No te has escuchado?—dice mi jefa burlándose de su acompañante—no voy a fingir ser tu esposa y arruinar mi carrera solo por un par de billetes, no estoy tan desesperada como para ponerme mi propia soga al cuello. "¿Esposa?" repito en mi mente, ya que parece ser una broma por parte de su acompañante. —Bueno, entonces si no puedes ser mi esposa falsa. ¿Conoces a una actriz al menos la mitad de buena que tú para que pueda interpretarla, al menos un par de meses?—menciona el tipo de voz grave y bastante varonil, intuyo que tal vez le pertenece a un hombre bastante atractivo o quizás un presentador de radio, ya que su voz es atractiva al oído, pero ya muchas veces me he engañado a mí misma al suponer que el dueño de una voz varonil es atractivo. —Tal vez conozca algunas—menciona mi jefa, pero que yo sepa, ella no tiene amigas, al menos no actrices a causa de la rivalidad que hay en su carrera para competir por papeles estelares. —Mi padre me invito a una cacería, así que para esa fecha ya debo llevar a mi prometida si es que deseo ser el heredero universal de todos sus bienes— escucho con atención y al parecer, el tipo no está bromeando con lo que dice, quizás es un hombre importante y no sería la primera vez que un hombre rico visita a mi jefa, ella tiene un extraño imán para hombres así, solo que no entiendo por qué rechaza a cada uno de ellos. —¿Eso cuando será?—cuestiona mi jefa y por lo que escucho se ha alejado, tal vez hasta su tocador para terminar de arreglarse e irse. —El próximo domingo—dice el hombre en cierto tono resignado y mi jefa simplemente suelta una carcajada. —¡Por dios, Ewan! ¿Y crees poder encontrar esposa para entonces?—bromea y de repente hay un silencio entre ellos, espero pacientemente y entonces escucho los pasos de mi jefa. —Intente buscar por mi propia cuenta, pero no quede en buenos términos con las chicas que conozco—declara el hombre junto con un suspiro y en respuesta y jefa vuelve a reírse, pero en esta ocasion muy sutilmente. —Si al menos las hubieras tratado con el más mínimo respeto no estarías metido en esta situación Ewan y aunque me gustaría ayudar, la verdad es que tengo muchas cosas que hacer—dice con cierto aire de sarcasmo y por la intimidad que parecen tener, intuyo que se conocen desde hace mucho, aunque no me parece que yo lo haya visto alguna vez, al menos desde que trabajo para ella. —Bueno. ¿Vas a ayudarme o vas a juzgarme?—cuestiona el hombre, esta vez un poco más cansado. Mi jefa, no es precisamente una persona que se rodee de hombres comunes, eso si, tenía muchos admiradores, pero ninguno tan rico o famoso como para llamar su atención. —Te ayudare, pero no te aseguro nada—dice mi jefa—sobre todo con la reputación qué tienes. —Te prometo que le no tocaré ni un solo cabello a la chica que envies—promete, pero a mi parecer aquella promesa era más bien un chiste para ese sujeto.—al menos no tanto. —Eres un idiota. ¿Lo sabias?—impugna mi jefa, más no como si estuviera enfadado con el, de hecho me parece que lo conoce tan bien como para decirle eso sin qué el sujeto se enfade con ella. Me pregunto de donde se conocen. —Sigue diciéndolo y no iremos a cenar—la amenaza y entonces escucho a mi jefa soltar una risa traviesa. —Es una broma, tesoro.—dice y en esta ocasion escucho el movimiento de una tela o algo asi. —¿Que tal si adelantamos el postre?—porpone el hombre con un tono de voz seductor. —No Ewan, alguien podria vernos y no quiero perder este trabajo solo por culpa de tu lengua—protesta mi jefa. "¿Lengua?" pienso interiormente. ¿Que rayos estan haciendo ahi? —Por favor, cerre con seguro y mientras no hagas ruido nadie sabra que paso aqui—declara el tipo muy seguro sin saber que a pocos pasos, estoy yo metida en el armario—ahora abre las piernas para mi, tesoro. Me llevo la mano a la boca anonadada de lo que estoy escuchando, no puedo creer que mi jefa, esa mujer que me hace la vida imposible y se jacta de ser una profesional de reputacion intachable, este haciendo eso precisamente en el camerino y yo supongo que lo estara haciendo sobre el sofa, al cual debo recordar no volver a sentarme. —Ewan, espera un poco...—susurra mi jefa y al final de esa oracion expulsa un sutil gemido que por supuesto para el tipo que le acompaña, debe ser maravilloso escuchar eso, pero para mi, es una pesadilla, tanto asi que pierdo el equilibrio de la caja y al intentar recuperarla, soy yo quien tropieza contra una caja de libretos viejos y caigo irremediablemente al piso junto con las cajas.
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