Ribeiro lideraba el dificultoso ascenso seguido de Luiz que ampliaba a golpes de machete la senda abierta por aquel. Marcelo ayudaba permanentemente a Teresa a trepar la escarpada pendiente. Amalric cerraba la fila. Un gran monolito se alzó de pronto delante de ellos. Si no lo habían visto antes fue porque estaba literalmente cubierto de todo tipo de arbustos y enredaderas que tapaban su superficie. -Bien. Hay que ver como sorteamos este obstáculo-expresó Emil. Teresa concentró su atención, llevó sus dedos índices y mayores a sus sienes y entornó los ojos; permaneció así unos instantes. -No, no.-dijo a la postre- no hay que rodear esta roca, intentemos aquí mismo. Las declaraciones produjeron sorpresa y un poco de confusión, pero la joven insistió con su postura. -Hasta el momento he