Vlad es...todo lo que yo quisiera en una pareja. Respetuoso, caballeroso y muy atento. Aquel viernes en la noche en que salí con él y Marcela a comer hamburguesa y beber unas cuantas copas —pero sin llegar a emborracharnos—, él insistió en llevarme hasta “mi casa”. Él por supuesto que no sabía que mi mamá me había echado y que ahora me estaba quedando en un hostal mugriento del centro de la ciudad, y el alcohol me hizo revelárselo. Él por supuesto que se escandalizó al ver el lugar, y no podía creer que yo en serio me estuviera quedando en un sitio así, y no esperó a que yo aceptara su propuesta de hospedarme en una habitación libre de su apartamento, cuando tomó todas las bolsas con mis cosas y las echó en su camioneta. Tuve que dejar mi orgullo y vergüenza a un lado y aceptar irme