Un sueño cumplido

1243 Words
Mustafa sonrió con algo de pesar, topó la mano de Calender, el señor que lleva tiempo siguiendo sus pasos y tratando de convencerlo que regrese al poder otorgado por su familia y a pesar de sus negaciones y de todo no se daba por rendido. Dejó de verlo y caminó hasta perderse en la calle oscura por la noche, sin estrellas ni luna. No tenía intención de volver, no podía verle a la cara a sus padres después de lo sucedido. Su hermano menor murió por su culpa y es algo que llevará sobre sus hombros y lo llevaría hasta su muerte, es su castigo por soltarlo, es su castigo por matarlo. El primer sonido de reloj sonó a las 6 a.m. Mustafa ya se había levantado y bajó a toda prisa a la sala. Como cada mañana, él lavaba los pies de su suegro, era un empleado más después de todo y tenía que obedecer como tal. - Lava bien. – dijo Hamza sin dejar de observarlo. – entre los dedos se esconde la mugre. - Es mejor que no ande descalzo, señor Aksoy. – comentó Mustafa sin dejar de masajear y limpiar. - Tú no me dirás que hacer. Mantén tu lugar en esta casa y dedícate a servirnos, maldito mendigo. – pronunció esas últimas palabras con mucho desprecio y volvió a relajarse. Mustafa bajó su mirada, hablar lo condenaba y era preferible no hacerlo, si quería comer después del perro o las migajas que sobraban. Cuando terminó con su suegro se dirigió al jardín, había muchas plantas que podar y rosas que regar y mantener hermosas, como su suegra le había ordenado. Estando ahí vio a Zaynep, su esposa. Decidió acercarse a ella y le obsequió una rosa que había cortado a escondida de Defne. - Hola, Zaynep. – dijo algo tímido y con una sonrió apegada a su rostro. – esto es para ti. Zaynep miró aquel detalle, era una rosa roja, brillosa y hasta tenía cierto perfume. Iba a tomarla, pero su madre se atravesó justo detrás de Mustafa. - No la quiero. – dijo molesta y botando la rosa al suelo. – no quiero nada de ti. – dejó de verlo y se fue a pasos grandes, casi corriendo fe ahí. Era el intento número cien o doscientos de Mustafa por conquistar a su esposa y como resultado, ella siempre lo rechazaba y corría hasta alejarse. Con gran pesar recogió la rosa y observó por donde se fue Zaynep. - Lo siguieré intentado. - dijo en susurros. - Deja de intentar, criado. – se escuchó la voz de Defne resonar por todo el lugar. Mustafa de inmediato se dio la vuelta y la vio tras él como una suegra burlona y despreciable. – mi hija no es tu tipo, no son lo mismo y jamás lo serás. – caminó. – recuerda tu lugar, eres un criado más en esta mansión, no tienes derechos, ni beneficio. Eres un pobretón y se te tratará como eso, un pobre criado ¿Entendiste? - Sí. – respondió al bajar su mirada. - ¿ Sí qué ? - Sí, señora Aksoy. Defne sonrió, una vez más lo puso en su lugar y se fue. Mustafa estrujó la rosa en su mano, se dio cuenta de ello y la liberó al instante. Soportaba las humillaciones por ella, por su amada Zaynep, no perdía las esperanza de que ella algun día lo ame, como él lo hacía. Tomó sus herramientas de jardinero y se fue a trabajar bajo el manto del sol que parecía un completo infierno. . . . . . . . . . . La noche había caído muy rápido, el descansaba recostado en el césped, mientras observaba el cielo adornado de una gran cantidad de estrellas. De repente escuchó el sonido de un carro entrar con fuerza y estacionarse de golpe. Él se escondió entre los arbustos para que no lo vieran, ya que era prohibido que un sirviente salga de noche. Todos tenían que estar durmiendo para recuperar fuerzas y poder trabajar al siguiente día, quien desobediencia era castigado por los latigazos que proporcionaba Hamza. Mustafa ya tenía varias marcas en su cuerpo, cada una tenía una historia diferente. La primera fue por comer antes del perro. " - HAY REGLAS, GRIADO. - gritó Hamza y sin piedad le dio con el látigo frente a todos, mientras Mustafa era amarrado de sus mano a un árbol y sólo sus prendas menores cubrían su cuerpo. - PRIMERO COME EL PERRO Y DESPUÉS TÚ. Es noche Mustafa tuvo fiebre, inconsciente y sin poder ver nada, alguien limpió sus heridas y pidió perdón. Era un sueño o no, se sintió muy real, alguien ahí adentro se preocupó por él " Desde ese amargo día, Mustafa sale en silencio y sin que lo vean. Zaynep salió del coche, su cuerpo se abalanzaba de un lado a otro por su estado de embriaguez. Mustafa decidió salir de su escondite y fue por ella. La tomó con mucho cuidado para que pueda mantenerse firme, Zaynep al sentirlo, sonrió y le dijo emocionada. - ¡ Mustafa ! Siempre atento con su esposa. – empezó a jugar con sus dedos en la cara de él. - Déjame ayudare a llevarte a tu recamara. – dijo él y la subió a sus brazos. Era un gran riesgo entrar con ella dentro de la mansión, pero no la iba a dejar afuera en ese estado. Sólo rogaba no toparse con nadie, pero Zaynep no ayudaba en nada en cuando el silencio se trataba, pues se la pasó llamando su nombre y riéndose por todo. La depositó con mucho cuidado sobre la cama, la arropó con las sabanas y estando a punto de dejarla para que duerma, ella le dijo feliz. - Mustafa, no te vayas. – se levantó y lo abrazó por la espalda. – duerme con tu esposa. Esas eran las palabras que Mustafa siempre quiso escuchar salir de sus labios y ahora estaba pasando, pero ella estaba ebria, las palabras salieron gracias al alcohol y él no podía aprovecharse de su estado. Se soltó de ella, la miró a los ojos y tomándola de la mejilla le dijo. - Zaynep, tienes que descansar, si tus padres me ven contigo, primero me entierran y después de matan. - Ellos no lo sabrán, vamos duerme conmigo esta noche. – lo arrastró hasta el filo de la cama. Ella se hizo aun lado e invitó que se acostara con las palmas de su mano. – vamos, marido mío, sólo durmamos. Lo merecemos después de todo. Mustafa sonrió, decidió acostarse en aquel puesto que ella le ofrecía. Se mantuvo firme, ni siquiera se atrevía a toparla, era muy extraño dormir con su esposa, hasta algo incomodo. Después de unos segundos sintió una calidad mano recorrer su pecho y unos susurros que poco a poco se iban a apagando. - Mustafa, Mustafa, mi esposo. – decía Zaynep, mientras lo abrazaba. – Mustafa. – fueron sus últimas palabras y se quedó dormida. Mustafa sonrió, sentirla era agradable, tal cual lo había soñado un sin número de veces. La envolvió en sus brazos con mucho cuidado y se quedó dormido con ella. Después de tres años de dormir solo, Mustafa al fin pudo dormir con su esposa, si tenía que pagar su condena, la recibiría con mucho gusto, pero esa noche iba a disfrutarla y no la dejaría de abrazar ni por un segundo.
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