Desprecio

1643 Words
- Señorita, por favor firme. – dijo el juez al ver a Zaynep perdida en sus pensamientos, luchando por tomar la pluma. Zaynep de veinte años observó aquel papel, un papel donde dos firman faltaban para completar un matrimonio que ella no quería, pero se vio obligada por su abuela quien en su última voluntad decidió casarla con el criado de la familia de veintidós años. Antes de morir ordenó que su nieta tendría que casarse con Mustafa Demir, el muchacho a quien cuidó desde que lo encontró perdido por las calles de Estambul cuando tan sólo tenía veinte años. Si ella acepta, la herencia se iba a repartir entre todos los Aksoy por partes iguales. La presión por parte de su familia la llevó a estar en la sala del juez. Mustafa no era rico, no tenía propiedades, no tenía un gran apellido como ellos. Él sólo era Mustafa, un mendigo que vivía de las migajas de los Aksoy. Zaynep firmó pensando que su abuela le puso el peor de los castigos y aceptó el matrimonio, pero no a su esposo. Mustafa tomó la pluma entre sus dedos y su firma cerró el sello que los uniría. Él siempre ha estado enamorado de ella, la nieta preferida de su salvadora, pero jamás se atrevió a cruzar palabras ni de casualidad. El rechazo que le daba era evidente de su parte, ni siquiera se atrevía a verlo a los ojos porque le provocaba nauseas. El único emocionado por aquel matrimonio era Mustafa, aunque no lo demostraba al verse intimidado por toda la familia de su ahora esposa, la familia los Aksoy con alto prestigio y poder en la ciudad, quienes no disimulaba su enojo. - Ni creas que vas a tener a mi hija. – amenazó Hamza con un semblante bastante frío que hizo que su corazón se paralizara. – sólo se casó contigo por la voluntad de madre. En cuanto solucionemos la herencia, te divorcias. Ella merece un hombre de nuestra clase y no un mendigo que sobrevive de la basura. - Jamás serás parte de esta familia. – se escuchó la voz de Defne, la madre de Zaynep. – tuviste suerte que Dasha te recogió y te puso como una condición en el testamento. – apuntó con sus delgados dedos. – porque es lo que eres, una condición para vernos sufrir, ni la muerte nos pudo liberar de esa mujer. - No te sientas con el derecho de ser como nosotros, porque no lo eres, maldito mendigo. – habló Jacobo, el último integrante e hijo mayor de Hamza y Defne. – La abuela ya no está, no hay nadie quien te proteja, desde hoy duermes con los sirvientes. – agregó molesto. Zaynep no dijo ni una sola palabra, no le importaba el bien de su ahora esposo, prefería clavarse clavos en los ojos que verlo. Miró para donde estaba Eymen, su primer novio y le dijo. - Sácame de aquí, no lo soporto. Eymen la tomó de la mano, miró donde Mustafa victorioso y le dijo con una sonrisa que se escapó de sus labios. - Jamás esta mujer será tuya, entiéndelo. Mustafa bajó la mirada y los vio irse tomados del brazo ¿No se suponía que la novia tenía que salir con su esposo? ¿No se suponía que los recién casados deberían ser felices? Nada de eso pasó. Mustafa entendió que sólo era un papel y que nunca tendría el amor de Zaynep. Aceptó el destino que le esperaba, aunque a veces se preguntaba el ¿Por qué Dasha dejó esa condición? ¿Ya no habían sido muchas humillaciones por parte de los Aksoy? ¿El castigo era para ellos o para él? - Toma este dinero e instálate en cualquier cuarto, pero no te quiero ver cerca de mi hija. – Hamza sacó dinero de su bolsillo y lo tiró en la cara de Mustafa. – recuerda que nos sirves a nosotros, trata de ser puntual en tus oficios. – tomó la mano de su esposa y se marcharon, pero sin antes empujarlo. - Te espera un infierno a lado de la familia de tu esposa. – dijo el juez, mientras guardaba unos documentos. – por más pobre que seas, mereces respeto. – miró a Mustafa, asintió con algo de lastima y se marchó Mustafa quedó solo en la sala, no había ni adornos para decir que fue una boda. Salió caminando muy despacio con las manos en sus bolsillos y llegó a una banca no muy lejana donde tomó asiento y se puso a pensar. Un hombre algo mayor se acercó a él y se sentó a su lado. - Felicidades, señor. – habló con respeto como si lo conociera, Mustafa sólo asintió ante sus felicitaciones, muy en el fondo de su corazón estaba feliz de haber casado con Zaynep. Tres años pasaron desde entonces, Mustafa dormía con el resto del personal. Unos cuartos demasiado pequeños que carecían de los servicios básicos y por desgracia, el baño más cercano estaba en la cocina. Él era el excluido de la familia y tenerlo lejos era lo mejor para que no diera mala imagen. Consiguió trabajo como jardinero, el sueldo era miserable, pero alcanzaba para sobrevivir. Desde entonces no ha convivido con su esposa, entendió que aquel matrimonio sólo fue una firma. La última vez que hablaron fue cuando Zaynep le dijo. - Yo no te quiero Mustafa, hice esto por mi abuela, entiéndelo. – dejó de verlo y subió al carro de Eymen, su viejo novio. los vio irse, todo su cuerpo estaba cansado de tanto trabajar, pero lo que dolía más era su rechazo por el hecho de ser el criado de la familia. Las palabras harían más que los golpes. Todos estaban en la empresa Aksoy, era el aniversario décimo quinto y también era su aniversario de bodas. Mustafa ocupaba un traje después de haberse casado, era normal, si todos querían ver cómo estaba el matrimonio entre Mustafa y Zeynep, les dirían que bien. - Salud por un año más de producción. – dijo Hamza, mientras alzaba su copa. Todos brindaron en su honor, la producción era un éxito total, la familia Aksoy se podría en dinero que tenían el mundo a sus pies. – vamos, pidan lo que quieran, hoy estoy muy caritativo. – sonrió animoso, era una Santa Claus dispuesto a cumplir sus deseos. - Señor, señor, yo quiero subir mi ascenso. – dijo uno de los empleados de la empresa. - Yo quiero un lugar permanente en el parqueadero. - Yo quiero tener una cafetera. - Yo, yo, yo quiero una nueva saca copia. - ¡ Claro, lo tendrán ! Todo lo que pidieron se cumplirá. Ustedes son mis empleados el motor de esta empresa. – Hamza hablaba feliz, nada podía terminar con su felicidad, hasta que Mustafa habló. - Si no es mucho pedir. – se escuchó la voz de Mustafa, mientras levantaba débilmente la mano y todos se detuvieron a observarlo. – yo quisiera hablar un momento con su hija. – el semblante de Hamza y de toda la familia Aksoy se puso tan duro que provocaba miedo. - ¿ Qué haces, Mustafa ? – dijo Zaynep preocupada por dar su opinión. Mustafa sonrió para ella y decidió caminar hasta estar cerca de Zaynep. Sacó una caja roja que él había hecho con los trazos de tela que encontró botados y decidió obsequiarla. - Es para ti, feliz aniversario. – sus ojos brillaron cuando dijo esas palabras. Zaynep tenía una mirada de sorpresa, no sabía que hacer o dónde esconderse. Decidió tomar la caja, al querer abrirla, su hermano Jacobo se la arrebato. - Veamos que compró el criado de la familia. – dijo malicioso y la abrió de golpe, sin importar que se rompiera. Unos aretes algo pequeños, pero con una perla de diamantes se encontraban dentro. – ¿ Es una broma ? ¿ Le compraste esto a mi hermana ? ¿ Esto ? – lo botó al suelo y lo aplastó con su zapato. - tu obsequio sirve muy bien para adornar el suelo. - ¿Lo compraste con tus ahorros? – preguntó Defne sin dejar de míralo desafiante. Hamza molesto caminó donde Mustafa y le dijo con una voz desgarradora. - Arruinaste mi evento. – lo abofeteó. – ¡ Largo ! - gritó. Mustafa no dijo nada, no sabía porque todo esta vez iba hacer diferente. Se dejó llevar por la felicidad de su suegro y pensó que al fin hablaría con su esposa. Miró desanimado y salió del salón. Zaynep lo vio irse, iba a tomar un pendiente, pero la voz de su madre la detuvo. - Suelta eso, Zaynep. – comentó la mujer molesta. – tienes mejores cosas y más finas, no mereces migajas. . . . . . . Mustafa caminaba muy despacio, el matrimonio había sido su castigo, pensaba que lo merecía después de haber matado a su hermano. Decidió sentarse en la banca a pensar ¿Su amor por Zaynep iba a soportar más humillaciones? ¿Iba a aguantar malos tratos? O ¿La dejaría de una vez por todas? Hasta ese punto todo era confuso. El mismo señor que se acercó a felicitarlo en su boda, volvió a acercarse, tomó asiento a su lado y le dijo. - Señor, creo que es hora de volver. No merece más humillaciones, su fortuna es mucho más grande que los Aksoy. – decidió verlo a los ojos y preguntó. - ¿Por qué se deja maltratar de esa forma? - Por que lo merezco. – respondió mirando a la nada. – este es mi castigo por matar a mi hermano. - Fue un accidente, usted no lo hizo. – insistió él hombre. – su familia lo ha perdonado y quiere que vuelva a tomar la empresa, es el heredero universal de la familia Demir.
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