Un grito despertó a Mustafa, se había quedado dormido que olvidó por completo las labores del día.
- ¿ Qué haces en mi cama ? ¿Por qué me abrazabas ? ¿ Tú y yooo ? – interrogó Zaynep paranoica.
- Ayer llegaste ebria y te traje a dormir, no pasó nada entre nosotros, sólo dormíamos, lo prometo, Zaynep. Yo te respeto. – dijo Mustafa tratando de explicar lo sucedido y de inmediato se puso de pie.
- Te aprovechaste de mi estado y entraste en la cama conmigo. – habló molesta.
- No, no, no es lo que parece.
Pronto la puerta sonó.
- Hija ¿ Estas bien ? – preguntó Defne detrás de la puerta.
Mustafa observó a Zaynep, buscando en su mirada algo de misericordia y que no lo entregue a sus suegros.
- Si, mamá. – Zaynep no podía creer que lo estaba ayudando.
- ¿ Y esos gritos ?
- Vi un insecto, ya lo maté.
- De acuerdo, te esperamos a desayunar. – se escucharon sus pasos alejarse.
Zaynep miró a Mustafa, se acercó a él y sin dejar de señalarlo con sus largos dedos le dijo amenazante.
- Sal de inmediato de mi vista, si no quieres que te acuse por meterte en mi cama ¿Sabes qué te harán mis padres cuándo se enteren?
- Lo sé, saldré de inmediato de aquí. – Mustafa se puso sus zapatos, caminó hasta la puerta y observó que nadie lo viera, antes de irse le dijo. – Gracias por cubrirme.
Zaynep lo vio irse, volvió a su cama, se sentó y sonrió de manera tonta. Cuando se dio cuenta de ello, eliminó su sonrisa por completo y se fue a bañar con agua fría.
Mientras Mustafa bajaba muy despacio sin que nadie lo viera, la voz de su suegro lo detuvo.
- Hoy no bajaste a lavarme los pies ¿ Qué pasó ? – preguntó con un semblante duro.
- Me quedé dormido, señor Aksoy. – respondió sin mostrar nervios ante él.
Hamza caminó, se sentó en su fino y cómodo sillón, y espero a que él haga el trabajo.
Mustafa tomó de inmediato una bandeja, la llenó de agua y fue a atender los pies de su suegro. Él hombre cerró los ojos y en cuanto lo abrió pateó el agua y lo mojó.
- Jamás vuelvas a llegar tarde otra vez. – dijo muy enojado. – si lo haces voy a castigarte de formas que no te imaginas. – dejó de verlo y se fue.
Mustafa limpió el agua que cayó en su rostro, respiró para lograr la calma completa. Tomó la bandeja del suelo y se marchó.
Mientras la familia Aksoy almorzaba bajo un lujoso techo y con una mesa repleta de toda clase de alimentos. Los empleados comían alimentos desabridos y Mustafa, comía lo que sobraba.
- Hijo ¿ Por qué simplemente no te divorcias ? – preguntó la cocinera. Una mujer algo mayor.
- Porque estoy enamorado. – respondió Mustafa, sus tripas rugían sin descansar.
- Eso no es amor, te tratan como una basura. – Ada decidió servirle algo de comida, rompiendo las reglas de su jefe. El yerno era el último que tenía que comer después del perro. – esta no es tu vida, no lo hagas por la señora Dasha, mucho has sufrido aquí. Es mejor que te vayas y rehagas tu vida.
Mustafa sonrió y de inmediato se puso a devorar su plato, Ada era la única que lo trataba como una persona, la que sabía que él existía y que tenía derecho a vivir.
- La señora Dasha fue muy buena conmigo y le estoy agradecida. – llenó sus mejillas de comida y con tinuó. – aunque quisiera irme, no puedo, no tengo a donde.
- Si tienes, todos tienen donde ir.
Mustafa pensó en las palabras de Ada, él si tenía un hogar, pero la sombra de su hermano lo perseguía.
- “ No me sueltes hermano. – dijo Constantino al sentir las fuertes corrientes de la altamar, en ese entonces tenía dieciocho años y Mustafa veinte.
- No lo haré. – gritó Mustafa sosteniendo su mano con mucha fuerza.
El mar se puso más bravo y un duro golpe le dio al yate, separando a los hermanos al instante. Mustafa se golpeó en la cabeza y cayó al suelo, Constantino fue arrastrado por el agua ”.
- Yo, no. – respondió después de aquel amargo recuerdo.
Las pisadas fuertes de Hamza se escucharon y Mustafa de inmediato botó su comida para que no lo vea y tragó a toda prisa.
- Dale esta carne al perro, Ada. – dijo observando a la mujer. – debe de alimentarse. – dejó la gran bandeja llena de toda variedad de carnes sobre la mesa y se marchó.
- ¿ Te das cuenta cómo la vida de un animal es más importante qué la tuya ? – preguntó Ada recogiendo los cárnicos. – toma, este todavía sirve, ve y come.
Mustafa besó su mano, gracias a Ada él ha sobrevivido de no morir por hambre. Tomó algo de arroz, la presa y se fue a comer en una esquina de la cocina.
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- ¿ En qué piensas, tesoro ? – preguntó Defne a Zaynep mientras recogía algunos mechones de su hija.
- En nada, mamá. – respondió ella con una mirada alejada de la realidad.
- ¿ Segura ?
- Sí, muy segura.
La mujer asintió y volvió a leer su libro, al poco tiempo llegó una de las sirvientas, disculpándose por interrumpirlas les dijo.
- Señorita Zaynep, esto le acaba de llegar. – mostró un maletín color café.
Zaynep miró curiosa aquel maletín, decidió abrirlo. Su contenido eran muchos billetes, una gran fortuna se encontraba, Defne sonrió fascinada sin poder creerlo, tanto que empezó a llorar. Una nota escrita a puño y letra estaba sobre el dinero, lo tomó y lo leyó en voz alta.
- Quiero tu mano en matrimonio, mi bella Zaynep.
Att: Eymen Scott.
- Pero ya estoy casada y él lo sabe. – dijo ella sin poder creer la propuesta. Era una locura del hombre.
- ¿ Y eso qué ? – Defne radiaba de felicidad. – ya pasaron tres años, Mustafa tendrá que darte el divorcio, quiera o no, él no tiene palabra. Una vez divorciada te casa con Eymen, después de todo es tu exnovio. – se puso de pie y mientras caminaba decía encantada. – traigan banquetes, a una orquesta, preparen todo, mí hija al fin se va a divorciar.