Los soñadores nacen, no se hacen. La academia únicamente ayuda a pulir su don de soñador. Entramos siendo diamantes en bruto y poco a poco nos vamos moldeando a nuestra vocación ya establecida desde antes de nacer.
Hay muchas personas que creen ser soñadores, sin embargo, no lo son del todo, porque, si lo fueran, no serían capaces de dejar a un lado su vocación, ya que su vida no tendría sentido sin ésta. Es como escribir, hay personas que son aficionadas, mas no lo son de nacimiento, porque el verdadero escritor se sume en gran depresión si se le arrebata el derecho de escribir; terminaría muriendo de tristeza si se le dice que nunca más podrá escribir.
No soy capaz de verme ejerciendo otra profesión. Recuerdo mi tiempo fuera de la academia y me invade aquel sentimiento de tristeza y confusión. Dentro de la CCI encuentro las puertas que me abren a esos lugares donde conecto por completo con mi ser interior.
Entiendo el por qué el proceso de admisión para ser soñadores es tan riguroso, ya que, se necesita dejar a la mayoría de personas que no pertenecen a esta vocación por fuera y así darle el lugar a quienes verdaderamente sí lo necesitan, porque es un tema de vida o muerte para el soñador el entrar al lugar donde podrá dejar de sufrir. Aun así, dentro de la academia todavía hay muchos que desertan, porque se dan cuenta que no es lo que los complementa y eso de cierta forma es bueno, porque hay más lugar para las personas que realmente merecen el espacio.
Es una vocación que debe darse de corazón, no es algo que puede gustarte con el tiempo mientras lo aprendes, porque esto es un estilo de vida.
Me alegro por esas personas que son capaces de encontrar su rombo y sentido en la vida, ya que soy capaz de entender la agonía interna que pueden llegar a tener, porque yo también estuve allí antes de entrar a la CCI.
Y siento tristeza cada vez que veo a personas que no son capaces de aceptar que cierta vocación no es para ellos y se aferran al hecho de que algún día podrán obtenerlo. El problema que debemos enfrentar los soñadores es tener que encontrarnos con el fanatismo de muchos que están enceguecidos y entorpecen nuestra labor. Pero el ser humano es así, necesita tiempo para poder ampliar sus horizontes: todos tenemos nuestro tiempo de purificación para poder encontrar la claridad que necesitamos.
Espero poder ver el día en que la humanidad se tome con mucha más seriedad el proceso de admisión para soñadores y tengan más responsabilidad al momento de escoger el rumbo que les darán a sus vidas, para de esta forma encontrar un buen balance espiritual.
Diario del Soñador Adam M. H. Año 510 después del Despertar.