Capítulo 3: verdaderos soñadores

2517 Words
Adam inspiró hondo cuando sintió que la máquina mental se encendió y le comenzó a enviar señales a su cuerpo para que comenzara a relajarse y así poder enviarlo a un sueño profundo. Logró sentir cómo algo intentaba dominar su cuerpo, también interceptó mensajes que le ordenaban dormirse. Algunas imágenes trataban de colarse en su mente, una de ellas, la cual era la animación de un niño corriendo por una calle, era la que más se repetía. Adam trató de controlar todas estas órdenes imaginando que observaba un reloj de péndulo, donde iba contando los segundos. Normalmente imaginaba esto cuando cerraba los ojos e intentaba calmar sus pensamientos. Así que, cada vez que le llegaban los pensamientos extraños, imaginaba que una mano los alejaba o echaba a un lado y volvía a la idea central del reloj, donde el péndulo hacía un vaivén tranquilo; se concentró tanto que pudo imaginar el sonido del tic tac. . . Jensen veía fijamente la pantalla donde se observaba la imagen del reloj de péndulo, el cual cada vez se hacía más nítido y analizaba que la hora estaba puesta a tal forma que contara la cuenta regresiva de la media hora del examen. —Es difícil mantener una concentración como esa cuando hay tanto ruido mental —comentó un asesor. Había un pequeño grupo de soñadores observando la pantalla y cómo el aspirante lograba controlar su mente. —Quiero la documentación de este aspirante —ordenó Jensen—. Quiero observarlo a detalle en el tercer examen. —Ah… así que ya tienes un favorito —dijo el soñador encargado del segundo examen. —Bueno, no cualquiera logra entender el objetivo de este examen —comentó ella mientras se cruzaba de brazos—. ¿Cuántos más como él están controlando sus pensamientos? —Bueno, hay una muchachita que intenta hacerlo, pero parece más una guerra consigo misma —comentó el hombre—. Pero creo que ya se está durmiendo. Por un momento creí que le daría una parálisis del sueño. Se escucharon algunas risitas de los supervisores. —Oh, pobrecilla, seguramente entendió el examen, pero está demasiado nerviosa —dijeron al fondo. —Sí, por lo menos hizo el esfuerzo, la mayoría están perdidos por completo. —Sí, lo tengo en cuenta; ojalá la ayuda que le daremos le sirva en el último examen —dijo el soñador. —Es decepcionante cuando se pierden por completo al final, cuando están a punto de ganar —comentó Jensen. . . . Adam se despertó con un horrible dolor de cabeza, era extraño, porque, en todo lo que duró el segundo examen se sintió tranquilo, sin embargo, lo habían despertado abruptamente, como si hubieran sacudido sus nervios. Estuvo a punto de saltar del sillón, pero se controló a último momento y únicamente abrió su boca para tomar una gran bocanada de aire. —¡Ey, tranquilo, muchachote! —escuchó que le dijo un supervisor cerca de él. No supo cómo terminó tomando la mano del hombre, pero la tenía empuñada con mucha fuerza. —¿Qué pasó? —preguntó Adam después de tragar en seco. —Tranquilo, soñador, solamente ha terminado el examen —explicó el hombre con una leve sonrisa. Soñador, lo acababa de llamar soñador y, además, le estaba sonriendo. Adam observó a su alrededor y notó que los supervisores estaban despertando a los aspirantes. A su derecha había una joven de piel oscura que tenía la boca abierta y babeaba bastante. Por más que el supervisor la removía con sus manos, ella no se despertaba. —Debes removerla con más fuerza, seguramente tomó sedantes antes de entrar —dijo el supervisor que había despertado a Adam. El otro hombre así lo hizo y prácticamente la estrujó. La joven, poco a poco se fue despertando y se estiró como un gato y soltó un enorme bostezo. —¿Qué pasó? —preguntó con voz ronca. Todavía se veía sumamente desorientada y entresueño. Por un momento, pareció que se acomodaría para seguir durmiendo, pero el supervisor volvió a estrujarla. —Señorita, debe despertar, el examen ha terminado —le informó con voz sumamente seria, parecía estar un poco impaciente por despertarla. Adam se levantó con rapidez y retrocedió. —Eh… ¿debo ir al siguiente examen? —preguntó. —Sí, por favor, diríjase con el grupo que está saliendo —pidió su supervisor. Entonces, Adam comprendió que los que se quedarían dormidos y no llegaran al siguiente examen serían los que no avanzarían en el proceso de admisión. Buscó con rapidez a Issis, afortunadamente, ella ya estaba caminando, un poco desorientada, pero estaba despierta y eso era lo importante. Adam la tomó de una mano y los dos comenzaron a correr hacia las afueras del gran salón. —¡¿Por qué corremos?! —preguntó Issis. —¡Debemos llegar al siguiente examen! —respondió Adam. Varios que estaban a su alrededor lograron escuchar lo que dijo Adam y también comenzaron a correr y pronto todo el pasillo se llenó de aspirantes que corrían hacia el salón que se encontraba al final del pasillo. —¡¿Por qué están corriendo?! —preguntó un supervisor a otro con rostro preocupado. —¡No lo sé, solo comenzaron a correr! —respondió el otro. . . Jensen se encontraba recostada a un escritorio de cristal, revisando con sus dos amigos los ochenta aspirantes que lograron pasar al último examen. —Vaya, este año solo lograron pasar muy pocos —comentó Grecor. Jensen alzó la mirada de las pantallas suspensoras cuando escuchó un estrépito acercarse a la sala de exámenes. —¿Qué rayos…? —balbuceó. Los tres soñadores quedaron inmóviles en pose de defensa cuando vieron que cuatro supervisores llegaron corriendo y con rostros preocupados. —¡No ataquen, solo son los aspirantes! —gritaban mientras alzaban sus manos al aire—. ¡Vienen corriendo! ¡Solo vienen corriendo! Instintivamente, cuando Jensen vio que los asesores comenzaron a gritar, había llevado una mano detrás de su cuello para activar un escudo de protección, pero quedó congelada y poco a poco fue relajando su cuerpo para no terminar atacando a alguna persona que entrara alterada al salón. —Pero qué diablos, ¿cómo que…? —Logró escucharle a Madeline, la cual se estaba recomponiendo de su sobresalto. Vieron que los supervisores hicieron espacio para no ser atropellados por la multitud que se acercaba corriendo. Pronto todos se agolparon en la entrada, jadeando y dejando de correr. —¿Quién les dijo que debían correr? —se preguntó Jensen. —Debemos investigar qué supervisor les dijo que corrieran, ¿habrá sido una broma? —comentó Madeline. —Si fue una broma deben despedir al supervisor, esto es un saboteo del proceso de admisión —dijo Grecor—. Fácilmente pudimos haber lastimado a uno de ellos al sobresaltarnos de esa forma. —Tienes razón —aceptó Jensen—. Avisa a los directivos de lo sucedido para que comiencen a evaluar lo que acaba de ocurrir —ordenó la mujer mientras se acercaba al grupo—. Maldita sea, ahora están sofocados y debemos esperar a que se tranquilicen, esto retrasará el examen… Jensen se acercó al grupo, observando detenidamente sus rostros y acciones. Poco a poco el grupo fue dándose cuenta de su presencia y el bullicio cesó paulatinamente mientras ella pasaba con sus ojos evaluadores por cada uno de ellos. —¿Por qué corrían? —preguntó con un tono sumamente serio. Los aspirantes comenzaron a observarse entre sí. —¿Al finalizar el segundo examen no se les informó que se tiene prohibido llegar corriendo al tercer examen? —preguntó en tono de regaño. Adam se fue abriendo paso entre el grupo cuando escuchó la voz de Jensen, esa voz la reconocería a metros. Al estar al frente, por unos segundos su boca quedó abierta por la impresión, después, recobró la compostura. —¡Mira, es ella! —gritó Issis en un susurro y tuvo que cubrir su boca con las dos manos para calmarse. —Es ella, sí, es ella —escuchaban a sus espaldas. —Oh, pero qué hermosa se ve con esa capa. —Parece que nos está regañando. —¡Silencio! —gritó Jensen a modo de orden—. El primero que escuche hablando será descalificado del examen. Silencio absoluto. —Pudimos haberlos lastimado si no nos hubieran advertido con anterioridad que se acercaban a nosotros corriendo —informó Jensen—. Así que necesito que me digan quién les pidió que corrieran. “Oh, mierda, no puede ser —pensó Adam—, ya me descalificaron”. —¿Quién fue el primero que comenzó a correr? —preguntó Jensen mientras se paseaba por el grupo, evaluando sus rostros. Vio a muchos tragar saliva y llevarse las manos a la boca mientras bajaban la mirada. —¡Yo escuché que él dijo que comenzáramos a correr! —gritó una joven y señaló a Adam con un dedo—. ¡Corrimos por su culpa! ¡Yo solo corrí porque él lo ordenó! Jensen volteó a ver en dirección a donde la joven estaba señalando y por un momento, al observar fijamente a Adam, sintió que perdía las fuerzas en las piernas por la gran conmoción. Afortunadamente Madeline estaba cerca de ella y pudo posar una mano en uno de sus hombros y no mostrarse sobresaltada. Pero su amiga la conocía bien y sabía que algo estaba sucediendo. La mandíbula de Jensen temblaba y por un momento casi abre la boca. Tuvo que cerrarla con fuerza e inspirar profundamente para poder retener las ganas de llorar. Era él, estaba frente a ella, observándola fijamente. Sintió que todo su cuerpo se erizó por la adrenalina que corría por ella. Volvió a respirar profundo para calmarse y poder hablar. —¿Fuiste quien alteró al grupo? —preguntó Jensen con voz neutral. Los labios de Adam temblaron antes de hablar. —Acepto mi responsabilidad por alterar al grupo, pero nunca les dije que corrieran. Yo estaba con mi amiga y los dos comenzamos a correr para llegar a tiempo. Cometí el error de malentender la información del supervisor al decir que el examen se daría en este salón. —¿No te dijo que lo hicieras de forma calmada? —No, señorita —respondió Adam—. Únicamente se me dijo que debía acercarme a este salón porque comenzaría el examen. Yo deduje el resto, perdón por alterar al grupo cuando comencé a correr. Madeline buscaba en la información de los aspirantes y encontró los datos de la joven que había acusado a Adam, amplió la información y pasó la pantalla suspensora a Jensen. —Lisa Bulfod, queda descalificada por traicionar a su equipo —avisó Jensen con voz neutral—. Al ser su motivo una traición, no tiene derecho a repetir el proceso de admisión en convocatorias futuras. Por favor, salga del salón de examen. —¡¿Qué?! —Se sobresaltó la joven, llevando las manos a su rostro—. ¡Pe-pero yo no hice nada malo! ¡A quien deberían expulsar es a él! —Volvió a señalar a Adam con un dedo—. ¡Él fue quien creó el disturbio de hace un momento! Dos supervisores se acercaron y le pidieron a la jovencita que saliera del salón, pero ella comenzó a negarse y al final tuvieron que arrastrarla hacia la puerta de salida mientras todos la escuchaban gritar y la veían forcejear, dando patadas y retorciéndose entre los brazos de los hombres. Cuando pidieron sacar a la jovencita, Jensen hizo que desapareciera el documento de la aspirante, el cual pasó a un color rojo antes que la mujer lo descartara. Volvió la mirada a Adam e intentó analizar su situación con el profesionalismo que la caracterizaba. Técnicamente, él no tenía la culpa de lo sucedido, ya que no se había seguido todos los reglamentos estipulados, el culpable era su supervisor asignado, además que Adam parecía no estar mintiendo, ella era experta para analizar la expresión corporal de la gente y en este caso notó que el muchacho fue capaz de aceptar su culpa y hasta pidió perdón, aún sabiendo que podía ser expulsado del examen. —Busca al supervisor asignado de él e interrógalo —ordenó Jensen a un supervisor—. También quiero que revisen las cámaras de seguridad del salón de examen dos. Jensen volvió a observar a Adam. Realmente no podía creer que lo tuviera tan cerca, ¿cómo no lo notó anteriormente entre los aspirantes? Estaba segura que era capaz de distinguirlo a detalle, aunque estuviera entre una multitud; o bueno, eso era lo que creía. Lo observaba fijamente, bastante cerca de él, estudiándolo a detalle. Todo su físico concordaba con lo visto en sus sueños, hasta el aroma era el mismo. Los labios de Jensen por momentos la traicionaban al dejar salir pequeños temblores. Adam no parecía muy sorprendido de tenerla en frente, ¿ya sabía que estaría allí? También notaba que no se mostraba intimidado con su presencia como lo estaban todos los aspirantes. Él emanaba una confianza natural, además que la estaba observando con una seriedad que tendría alguien que espera poder reclamar un inconformismo. Jensen intentó mantener la compostura y pidió a los supervisores que organizaran al grupo en el salón. Era prácticamente el mismo modelo que había en el anterior salón de evaluación, únicamente que aquí no estaban las enormes ventanas y era un poco más pequeño que el anterior, además de haber un escritorio de cristal al frente, con pantallas suspensoras a su alrededor. Jensen tomó lugar frente al escritorio de cristal y observó fijamente a los aspirantes, concentrándose por momentos en Adam. Quería ser neutral en aquel examen, pero sabía que sería imposible si tenía a aquel joven cerca, además, cuando revisó su información, se llevó la gran sorpresa que era el documento que había pedido que le apartaran del resto de aspirantes para así poder estudiarlo a minuciosidad. —Es un soñador nato —dijo Madeline cuando leyó la documentación de Adam—. Ha pasado los exámenes casi de forma perfecta, su único error fue el malinterpretar la información que le dio el supervisor, además, hay que resaltar que presuntamente fue un saboteo. —Sí, no tendré en cuenta ese incidente al momento de evaluarlo, no es su culpa el malentendido —dijo Jensen mientras miraba al frente.  —Veamos qué aparece en sus sueños profundos —comentó Madeline—. Me genera curiosidad ver qué tuvo que pasar para haber desarrollado tanto su control mental.  Entonces, Jensen se dio cuenta que estaría en un grave problema si aparecía en los sueños de Adam al menos en un recuerdo. Podrían terminar asociando que ella lo había ayudado a pasar los exámenes y lo descalificarían por completo, aunque la verdad no fuera esa. Por su culpa la meta de Adam de pertenecer al CCI sería estropeado. Solo tenía la esperanza de que Adam fuera tan astuto como para darse cuenta de ese factor. 
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