Sorpresa, confusión, emoción y otros sentimientos encontrados se apoderaron de Adam cuando tuvo a Jensen frente a él.
Si bien era cierto que ya sabía que ella trabajaba en aquella academia, nunca esperó encontrarla en el proceso de admisión. Por un momento, en el segundo examen le pareció ver su silueta, pero creyó que había sido una confusión.
Pero allí la tenía. Por un momento Jensen estuvo frente a él, a pocos centímetros de su rostro, escrutándolo con tanta curiosidad como quien ve a un bicho raro por primera vez. Aunque Jensen intentaba disimular, sabía bien que estaba impresionada por tenerlo en persona.
Adam había preparado la sorpresa de mostrarse frente a ella una vez fuera admitido en el CCI, pero la sorpresa se adelantó y ahora no sabía qué tan bueno era que ella supiera de su existencia terrenal. ¿Jensen lo vería como un problema y no lo dejaría ser admitido? Ante todo, recordaba bien que Jensen había dejado de visitarlo en los sueños sin previo aviso.
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Seis meses antes del examen de admisión para Soñadores Oficiales:
Adam estaba acostado en su cama boca arriba, haciendo ejercicios de respiración para poder calmar todo su cuerpo. Llevaba tres días intentando sumirse en sueños profundos lúcidos, pero no tuvo resultado, su cuerpo era consciente que no tenía los controladores conectados a su nuca para poder hacerlo viajar lúcidamente por las dimensiones.
Abrió los ojos y comenzó a llorar de la frustración por llevar tanto tiempo fuera de las dimensiones. Se sentía como una persona pequeñita separada por un gran acantilado que lo limitaba de unas innumerables aventuras.
Se sentó en la cama con sus largas piernas cruzadas, tenía puestas unas medias azules con rayas rosadas que le había regalado su hermana pequeñita una vez que llegó del supermercado.
No sabía qué hacer con tanto tiempo libre. No quería dormir y saber que pasó tantas horas encerrado en el plano terrenal.
Entonces, se le ocurrió una idea.
Bajó de la cama y salió de su habitación, caminando en silencio por el pasillo con luz grisácea hasta llegar al fondo, donde estaba la puerta marrón de madera. Abrió y encontró la habitación sumida en la oscuridad, donde se podía vislumbrar una diminuta luz verde pálida y otra azul oscura que parpadeaban.
Sus padres estaban dormidos y sumidos en la fase REM (el sueño más profundo, donde se dan los sueños lúcidos), seguramente recorriendo dimensiones de recuerdos graciosos, ya que los controladores reflejaban aquellas luces. Sería peligroso despertarlos estando sus almas en dimensiones lejanas. Además, ahora se daba cuenta que su idea de pedirles prestado sus controladores era una idea sumamente estúpida, comenzando con que sus padres no se los entregarían, ya que eran los primeros en estar preocupados de su condición.
Adam cerró la puerta con sigilo y volvió a su habitación, la cual tenía la lampara de la mesita de noche encendida.
¿Qué iba a hacer si no tenía controladores? ¿Qué sería ahora de su vida? Estaba desconectado de sus dimensiones, nunca estuvo por tanto tiempo sin visitarlas.
Se acostó y quedó observando un punto n***o en el techo blanco, era el único punto n***o, una pequeña imperfección que nunca antes había observado, seguramente porque nunca tuvo tanto tiempo libre para observar su alrededor.
Sin notarlo, Adam logró tranquilizar su respiración y el ruido mental que tanto lo atormentaba aquella noche. Cerró los ojos e inspiró hondo para así relajar los músculos de su mente.
Poco a poco una imagen fue tomando forma en su conciencia, era un gimnasio enorme, con personas luchando en los cuadriláteros. Adam lo observaba con impresión, porque no eran simples boxeadores, se trataban de Soñadores Oficiales. Podía reconocerlos por el tatuaje que llevaban en su hombro derecho de la estrella encerrada en el círculo del sol. Y no solo por aquel tatuaje, el escudo estaba en todas partes.
La piel de su nuca se erizó e intentó calmarse cuando notó que su impresión estaba haciéndolo despertar.
Comenzó a caminar por los pasillos que creaban los cuadriláteros alzados por los suspensores y notó que había escudos de protección. Entendió después, cuando vio que dos hombres que luchaban brotaban una gran fuerza que golpeaba los escudos, supo que la protección era para proteger el exterior de la batalla que se producía de los cuadriláteros.
Adam alzó la mirada y observó sobre su cabeza muchos más espacios de gimnasia, todos suspendidos y cubiertos por los escudos de protección. No había público, Adam era el único que paseaba por aquel gigantesco lugar de gimnasia.
¿Dónde se encontraba? ¿Cómo llegó hasta allí?
Siguió recorriendo el lugar y llegó a unos cuadriláteros mucho más grandes, donde en uno vio a una mujer vestida de n***o que peleaba de forma diferente con un hombre. La reconoció al instante, sabía que se trataba de la soñadora Jensen Adelina Darmy, la famosa reconocedora de DéJá Vu.
Ella estaba usando artes marciales, logró reconocer el estilo taekwondo en sus movimientos. Quedó tan impresionado que su boca se abrió. Jensen era sumamente impresionante, igual como lo describían en sus clases de historia de los Soñadores Oficiales.
El hombre que estaba con Jensen se veía diez años mayor que ella, acuerpado, como una bestia salvaje que lograba amortiguar la ferocidad de los golpes de Jensen con sus brazos y por momentos le gritaba órdenes para que fuera más rápida.
Aquello llamó la curiosidad de Adam, la trataba como si fuera una persona de bajo rango, siendo evidente que la soñadora Jensen era alguien de un rango sumamente alto. Así que Adam dedujo que él debía ser algún colega o alguien de un rango mucho más elevado que la entrenaba. Aunque era extraño, porque nunca le informaron que Jensen tuviera mentor, pero, ahora que la tenía frente a él, meditó que no todo se contaba de su vida, seguramente solo salía al público lo más superficial de quién era ella. La vida de los Soñadores Oficiales era sumamente compleja, nada parecida a una vida cotidiana de un ser humano normal como Adam o alguno de sus vecinos o compañeros de clase.
El ser un Soñador Oficial implicaba vivir una vida al límite, donde aquellos entrenamientos de alta potencia que estaba viendo era un insignificante fragmento de lo que le exigían a diario.
—Estás bajando tu rendimiento —dijo el hombre que entrenaba con Jensen.
La joven jadeaba y todo su cuerpo estaba cubierto por una capa de sudor. Pasó una mano por su cabello recogido en una coleta. Entonces, volteó a ver a su derecha, chocando su mirada profunda con la de Adam, después, lo barrió por completo, concentrándose en sus pies.
Adam bajó la mirada hasta sus pies y notó que no llevaba zapatos, solo se podían ver sus medias azules con rayas rosadas.
El joven sintió la vergüenza apoderarse de él y esto produjo que se despertara del sueño.
Al tener los ojos abiertos, observando aquel punto n***o en el techo blanco, intentó procesar todo lo vivido: estuvo con los Soñadores Oficiales, los vio entrenar; logró conocer a Jensen Adelina Darmy y la vio hacer uno de sus entrenamientos diarios.
Se había despertado dos horas antes de lo normal e intentó registrar su sueño en la nube, pero no podía, porque no tenía controlador, así que no sabía si su sueño fue en una dimensión oficial o simplemente invento de su inconsciente. Debía soportar la frustración de no poder presumir su sueño a sus amigos.
Sin embargo, podía investigar en la escuela si los Soñadores Oficiales entrenaban en algún centro especial como el que había observado en el sueño y cerciorarse si de verdad existía el lugar que visitó en el sueño.
Las clases las sintió eternas y el descanso muy corto cuando entró en la sala de investigación. Aquella información solo la podía encontrar en la escuela, ya que eran los únicos con acceso a documentos de los Soñadores Oficiales.
Vio algunas fotos de los centros de entrenamiento especial de los Soñadores Oficiales, pero ninguno se le parecía.
Estaba frustrado, porque entre más tiempo pasaba, más sentía que lo había inventado como un elemento placebo para soportar esos horribles días sin controlador de sueños. ¿Qué fue lo que vio? ¿Acaso se estaba volviendo loco? Fue tan hermoso, pero a la vez algo fugaz.
Al volver a su casa, cenaba con su familia a la mesa y los veía conversar sobre sus días, pero él no les prestaba atención a lo que decían, porque era lo mismo de siempre. Adam solo podía mirar la nuca de su padre, donde se veía el chip que parpadeaba con luz gris, lo que informaba que estaba perdido en sus pensamientos, casi desconectado de aquel plano terrenal.
Tenía unas ganas enormes de arrancárselo y salir corriendo. Daba igual, su padre no lo usaba para nada útil. Una vez había entrado por curiosidad a las dimensiones que a su padre le gustaba recorrer y lo único que encontró fueron temas políticos y libros de química cuántica (era profesor y estaba enfocado en dicha rama).
Adam se sentía tan desesperado y si a lo mucho había probado comida. Solo quería entrar a su habitación y acostarse a dormir.
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Adam cayó en su cama con los brazos abiertos de par en par, cansado por el largo y tedioso día donde estuvo tan presente en su realidad terrenal, sin poder hacer introspección en sus dimensiones favoritas. Sus ojos se posaron en el punto n***o del techo blanco, no podía rodar su vista, porque aquella oscuridad demandaba que lo mirase y era casi imposible rodar los ojos de este, aterrizándolo en gran manera al presente, donde podía sentir cada fibra de su cuerpo y hasta el más minúsculo sonido a su alrededor, así como el de su cuerpo: los bellos de su piel rozando con las sábanas blancas; el suave sonido de sus fosas nasales al inhalar; y los músculos relajarse como malvaviscos calientes. Hasta podía sentir sus caderas y columna vertebral hundirse en el colchón de tal forma que antes no había logrado. Lograba sentir el interior y el exterior; diferenciar entre su alma y el mundo material, como si estuviera preparado para desdoblarse, aunque no sabía cómo hacerlo, cómo salir de su propio cuerpo, sin embargo, le gustaba la sensación de tal grado de relajación y concentración de quién era, de que podía tener el control de su cuerpo material y astral, de sus pensamientos y emociones.
Y cuando cerró los ojos, pudo sentirse arrastrado por los lugares que quería recorrer, por esas dimensiones a donde quería ir. Aunque, ahora que podía verlos, sentía que tenía más libertad de hacer lo que quisiera, verlo con mucha más nitidez y comodidad, así como también comprendía que, al no tener un controlador de sueños, no debía limitarse a ciertos lugares: todas las dimensiones estaban a su disposición y no tenía reguladores que rastrearan sus actos en los diferentes mundos. Allí, Adam era invisible a los ojos de la ley.
Lo primero que hizo fue pensar en Jensen, quería ver si podía viajar a donde ella estaba y si lograba mantenerse dormido.
A su alrededor apareció un gran muelle con vista de un atardecer, había en el cielo unas compuertas metálicas de una nave que se estaban abriendo y dejaba que al mar cayeran lentamente unos contenedores. Era todo un espectáculo que Adam jamás en su vida había visto.
Muy al fondo encontró a Jensen conversando con otros soñadores mientras inspeccionaban el desmontaje de la carga en el mar.
En esta ocasión, Adam reparó en que llevara mejores medias, además de usar zapatos. Se dio cuenta que en sus sueños aparecía tal y como se encontraba en la vida real.
No tuvo tiempo de pensar en si acercarse o no, ya que Jensen volteó hacia atrás y sus miradas volvieron a encontrarse. Entonces, el joven entendió que ella se encontraba trabajando y lo mejor era no molestarla.
Se dio media vuelta y salió del muelle, pero ahora con la agradable sensación de estar en una dimensión real, con personas que lo recordarían. La soñadora Jensen ahora sabía que él existía y eso bastaba para toda la semana.
Se quedó recorriendo aquella dimensión, la cual era un puerto grande con un atardecer que nunca se ocultaba. Las personas iban y venían con pantalones cortos, vestidos de baño, viajando en grupo, escuchando música. También había bares y discotecas cerca de la playa.
Todas las personas llevaban en su cuello el controlador de sueños, parpadeando, algo que era normal en la actualidad. Pero eso no ocurría en Adam, pasaba totalmente desapercibido.
Entró a un bar y se acercó hasta la barra, donde el bartender le preguntó qué quería tomar. Adam lo meditó, porque sin controlador, no tenía a su disposición su dinero interdimensional, pero, después recordó que traía algo de dinero en los bolsillos de su pantalón y se preguntó si podría usarlo.
Sumergió su mano derecha en el bolsillo del pantalón y sacó su cartera, la cual abrió y encontró unos cuantos billetes, sabía que aquello no sería suficiente para toda la noche, además, no eran billetes interdimensionales y no sabía si podía pagar con ello.
Cuando sintió que el momento se volvía un poco incómodo por la mirada del bartender que estaba a la espera de su pedido y comenzaba a notar que aquel joven no podía comprar algo en aquella dimensión, Adam sintió un escozor recorrer su cuerpo. Volvió a inspirar hondo, recordándose que él tenía el control de su mente y cuerpo.
Entonces, imaginó que en su cartera aparecía la tarjeta que se usaba para pagar en aquellas dimensiones. De hecho, pensó en una tarjeta élite, la cual era de saldo ilimitado y… ¡apareció, se volvió física en aquella dimensión!
—Entonces, ¿vas a pedir algo para beber o no? —preguntó el hombre al otro lado de la barra. Observaba la tarjeta que Adam sostenía en su mano, haciéndole alusión con su mirada que la usara.
—Sí, recomiéndame lo mejor que tengas —pidió Adam. Procesó sus palabras y se dio cuenta que era la primera vez en su vida que usaba una tarjeta élite: tenía todas las dimensiones a sus pies.
El bartender mostró una mediana sonrisa de satisfacción y después se alejó para preparar algo que Adam pensó que, seguramente, sería la primera vez que iba a probar en su vida.
Aquella tarde, casi noche, en aquella dimensión Adam conoció lo que era la verdadera libertad. Bailó con mujeres hermosas y de rostros exóticos, muchas hablaban otros idiomas, aunque no era necesario entenderse para poder pasar un buen momento.
Y cuando menos lo pensó, vio a Jensen recorrer el espacio del bar, inspeccionando el lugar, pero ya no estaba vestida con el uniforme de Soñadora Oficial, ahora estaba cambiada con un vestido rojo que le hacía mucho honor a su bien formada figura.
Ella se sentó a la barra y pidió un coctel. Cuando el bartender se lo trajo, le dio un sorbo y siguió estando allí, en silencio, como si estuviera resolviendo algún acertijo en su mente.
Adam se sentó a un extremo de la barra y pidió lo mismo que Jensen, para así poder conocer sus gustos. Parecía que aquella dimensión era bastante conocida por la mujer, porque el bartender la llamaba por su nombre y por momentos le hacía preguntas que a los oídos de Adam no tenían mucho sentido, porque no sabía de lo que hablaban.
No pasó mucho tiempo para que Jensen notara la presencia de Adam. Era curioso, Jensen no disimulaba cuando observaba a alguien, fijaba sus ojos y barría a la persona con ellos. Su mirada era profunda, demandaba atención y también advertía que no era una persona cualquiera.
Ella notó con un solo instante que Adam no traía controlador y era evidente desde lejos que le produjo una gran curiosidad. Por un momento, el joven creyó que ella se acercaría y le haría preguntas al respecto, como un policía cuando interroga a un delincuente, pero, después notó que Jensen le había restado importancia; simplemente siguió tomando su coctel y al rato se marchó del bar.
Jensen había catalogado a Adam como una persona no consciente de sus sueños, alguien que le habían quitado su controlador, seguramente por alguna infracción y estaba desesperado por volver a las dimensiones y lo hacía inconscientemente, que al despertarse no recordaría nada.
Lo que Jensen no imaginaba era que Adam seguiría apareciendo por las noches en sus dimensiones, casi como si la rastreara mentalmente, pero lo más curioso era que Adam nunca se acercaba a ella para hablarle, como normalmente hacían las personas que sabían quién era ella.
En un principio Jensen creyó que Adam sería un problema, pero no fue así, con el pasar de las noches, en Jensen creció una profunda curiosidad por aquel atractivo joven. ¿Qué era lo que quería? ¿Cómo era posible que pudiera ingresar a las dimensiones donde ella habitualmente estaba? Y, ante todo, ¿por qué la buscaba?
Fue sorprendente cuando Jensen encontró a Adam en su dimensión personal, la cual fue creada para ella desde muy joven por su mentor Yakov. Era la vista de un mar desde una colina, donde había dos columpios que descendían del cielo, los cuales Jensen desde los cinco años apodó “Columpios Celestiales”.
Nadie podía entrar a esa dimensión porque estaba registrada como exclusiva, por lo cual, los controladores de sueño no permitían su acceso. Al Adam no tener controlador, tenía acceso a ella, sin embargo, eso no quitaba el hecho de que su acceso era sumamente complejo.
Adam era un espécimen muy extraño de soñador nato. Por lo cual, la curiosidad de Jensen crecía cada vez más.
Los dos estuvieron esa noche más cerca del otro, a medio metro de distancia y mantuvieron el silencio mientras observaban el eterno atardecer.
Ahora Jensen temía el perderlo, no volver a verlo nunca más en su vida y quedarse con las muchas preguntas sobre quién era Adam. Inicialmente quería preguntarle si de verdad era una persona real, saber en qué ciudad vivía y a qué se dedicaba. Por su rostro era evidente que debía estar asistiendo a la escuela, seguramente a último año; así que, Jensen suponía que, por su alto grado de concentración y eficacia para controlar sus sueños, aquel joven haría el examen para ser Soñador Oficial.
Jensen imaginaba que a aquel joven le esperaba un largo recorrido en la academia y desde el proceso de admisión demostraría ser un genio en su rama. Un genio. Jensen solamente había catalogado a dos personas como genios soñadores, le sorprendía ver que ahora había puesto aquel título a un joven que apenas comenzaba a reconocer, el cual no le sabía el nombre, pero estaba reconociendo su genialidad desde el principio.
Un genio. Un diamante en bruto. Jensen, entonces, entendió el por qué los Soñadores Oficiales peleaban tanto a los nuevos admitidos en el CCI después de la fase de selección, porque era demasiado placentero el poder moldear a los diamantes en bruto a su manera. Seguramente aquel joven que tenía a su lado lo pelearían como perros hambrientos al darse cuenta que se trataba de un chico genio que seguramente marcaría la historia de los soñadores si se entrenaba bien. Además, si se enteraban que era capaz de pasearse por las dimensiones sin algún controlador que lo ayudara lo ascenderían a las ramas de élite del CCI. Ni siquiera su mentor Yakov pudo permitirse tal hazaña de decir que en sus primeros años de vida ya controlaba los paseos astrales de forma natural; y mucho menos ella que fue entrenada desde los cinco años sería capaz de jactarse de algo parecido, le costaría muchos años de práctica poder sobrevolar por las dimensiones sin despertarse del sueño REM.
Adam causaría gran envidia en el CCI, muchos se convertirían en sus enemigos y harían todo lo posible por hacerlo caer y reírse de su derrota. Si aquel joven quería ser un gran soñador, debía conseguir un mentor importante que le ayudara a relacionarse de forma óptima y así lograr un lugar respetable donde las personas pensaran dos veces antes de intentar hacerle daño.
Sin notarlo, Jensen lo estaba observando fijamente, sumergiéndose en aquel iris grisáceo con tonalidades azules.
Oh, pero qué guapo era aquel joven, si se dejaba llevar por sus emociones, seguramente se derretiría como malvavisco caliente. Le daba la sensación de que hubieran retratado al hombre perfecto para ella, como si tomaran en una lista todos los aspectos que miraba en un hombre y con ello crearan un prototipo que le pusieron frente a sus ojos para hacerla sufrir. ¿O era su mente quien le estaba jugando una mala pasada con un reflejo de sus pasiones más profundas?
Aquel joven la estaba siguiendo como un perro desde hace semanas, ¿cuáles eran sus razones?
Jensen se levantó del columpio al notar que era hora de despertar para comenzar su rutina diaria. Sintió encima de ella la mirada fija del joven y al voltear a verlo, logró evidenciar la ansiedad retratada de la adolescencia.
Los adolescentes se enamoran con una intensidad pasional que roza a la obsesión y lograba evidenciarlo en aquel pobre muchacho.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Jensen.
Adam la barrió de pies a cabeza y pensó en lo imponente que se veía aquella soñadora, tenía el porte de alguien que estaba seguro de su posición en la vida y se sentía muy orgulloso de ello. Quería ser igual que ella, demostrar la misma seguridad.
—Adam —respondió después de asegurarse que no hablaría en un hilo de voz. Y se sintió tranquilo de escuchar que habló con el tono adecuado.
—Adam. —Probó Jensen en sus labios. Hasta el nombre de aquel joven le parecía hermoso, se estaba volviendo peligroso.
Pero ya era demasiado tarde, una parte de Jensen quería conocerlo, no podía hacer espacio hasta no haber inspeccionado la mente de Adam y comprenderlo a detalle.
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La madrugada después de haberse comprobado que los dos eran reales, Adam, en la arena suelta de la playa de la dimensión privada de Jensen, pudo tener su primera conversación con ella. Fue un mes después de haberla visto por primera vez.
Estaban a un kilómetro de los Columpios Celestiales. Las olas del mar rompían tranquilamente en la orilla y no había viento.
Esa madrugada, Jensen no usaba uniforme y se podían ver sus largas piernas morenas, las cuales provocaban que la boca de Adam se llenara de baba. En sus más recónditos deseos estaba el querer que aquellas piernas le envolvieran el cuello y lo dejaran a vuestra merced.
Jensen llevaba su largo cabello n***o liso totalmente suelto, dejando que Adam lograra ver lo sedoso que era, con aquellas capas ondeantes que caían una tras otra. Y si se acercaba unos milímetros, podía oler aquel aroma dulce que le recordaba a la vainilla.
—Eres un humano promedio —dijo ella después de un largo silencio.
—Soy estudiante —respondió Adam mientras hundía sus manos en la suave arena.
—Sí, eres un humano promedio —repitió Jensen, como si intentara convencerse de dicha verdad.
“Sí, un humano promedio que es menor que yo” pensó Jensen con cierta desazón.
Adam la observó fijamente con aquella intensidad con la que solo él lograba hacerlo.
—¿Le parece que es un problema? —preguntó con aire de tristeza en su voz.
Jensen entendió en ese instante que tenía el corazón de Adam en sus manos, una palabra de su boca produciría el derrumbe de su mente. ¿Cómo le permitía a una persona a la que llevaba apenas un mes conociendo el dominio de sus emociones? Adam era demasiado vulnerable, ¿o era ella quien estaba siendo demasiado dura con un joven que apenas estaba descubriendo quién era?
—¿Por qué decidiste conocerme? —preguntó Jensen, evadiendo la anterior pregunta.
—Porque quería hacerlo —dijo Adam.
—¿Solo por eso?
—Sí, no hay una razón de peso. Vi su foto y quise conocerla, quería hablar con usted.
—¿De qué quieres hablar?
—Nada en específico, pero a la vez de todo en general. Quiero conocerla.
—Si me quieres conocer, puedes buscarme en la nube, hay mucha información al respecto.
—No —Adam negó con la cabeza—. No quiero conocer a la soñadora Jensen, quiero conocer a Jensen Adelina, la mujer, es quien me interesa.
Jensen entornó la mirada con mucha curiosidad, aunque era evidente que Adam sentía algo por ella, le seguía pareciendo sorprendente y a la vez demasiado tentador que alguien se estuviera entregando a ella en cuerpo y alma.
Acercó una mano a la mejilla derecha de Adam y la acarició, más que por el tacto, quería palparlo para poder rastrearlo. Entre más contacto físico había con una persona en los sueños, era mucho más fácil distinguirlo y encontrarlo en las dimensiones, por eso se consideraba el tacto físico como el principio de las relaciones amorosas en los sueños.
Sin embargo, no se esperó lo que pasó después. Adam se abalanzó a ella y le dio un beso en los labios.
La estrechó de la cintura con sus brazos hasta atraer su cuerpo cada vez más a él y su lengua se introdujo en la boca de Jensen, robándole el aliento con aquel beso.
Le impresionó de sobremanera la actitud de Adam. O era demasiado ingenuo como para no darse cuenta de las consecuencias que podían tener sus actos o era demasiado seguro de sí mismo como para saber que ella no lo rechazaría.
Pero Jensen no se negó a aquel beso, siguió allí, disfrutando de aquel tacto tan cálido y suave.
Adam era una droga: de noche la llenaba de éxtasis, para en la mañana, despertarse en su cruda realidad.
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Actualidad:
Jensen inspiró hondo, tenía la mirada al frente, donde ya todos los participantes estaban acomodados en los sillones para comenzar el último examen.
Todo su análisis previo de Adam fue acertado, era un genio que estaba abriendo sus puertas para darse a conocer y ese último examen era el decisivo para aceptar aquel destino.
—Jensen, ¿comenzamos? —preguntó Madeline a su izquierda.
—Sí, comencemos —respondió Jensen.
Las pantallas suspensoras se alzaron por todo el escritorio, adaptándose y mostrando la condición de cada aspirante.
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Adam se acomodó en el sillón y esperó a que el supervisor le acomodara los censores en su cabeza.
—Inspire hondo —pidió el hombre con voz suave. Adam así lo hizo—. Ahora cierre los ojos y exhale lentamente, muy lentamente…
La voz del hombre se volvía más lejana para Adam, su cuerpo parecía estar hundiéndose en el sillón, hasta creer que su mandíbula se caería al sentirla pesada.
Pronto, se vio en el pasillo de su antigua escuela y escuchaba unas pisadas acercarse a él. Esperó por un breve momento y después vio aparecer a una joven un poco más baja que él, con curvas prominentes y cabello rizado de un color rojizo. Era Emely, su antigua compañera de curso, quien se había cambiado de escuela el año pasado por el trabajo de sus padres.
—Emely, ¿qué haces aquí? ¿Cuándo volviste? —preguntó Adam desconcertado.
La joven comenzó a quitarse la camisa mientras dibujaba una sonrisa. Aquello asustó a Adam, porque podrían descubrirlos y meterse en un gran problema.
—¡Emely, aquí no, estamos en la escuela! —replicó.
—Pero he venido para estar contigo —dijo ella—. No hay nadie, no te preocupes.
—Tú no eres así… —dijo Adam y comenzó a meditar al respecto.
Un momento, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué Emely estaba allí? No tenía sentido.
“Oh… todo ahora tiene sentido, estoy dormido —pensó Adam—, ellos me están evaluando. Me han enviado tan rápido al sueño REM que no me he dado cuenta de cuándo me he dormido. Qué interesante la tecnología que usan en este examen”.
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—¡Se ha dado cuenta de la fase en que se encuentra con suma facilidad! —comentó Madeline a Jensen con impresión.
—Veamos qué hará —susurró Jensen mientras se cruzaba de brazos.