Adam se decía que todo era cuestión de acostumbrarse a su nuevo estilo de vida y puso todo su esfuerzo en hacerlo realidad.
En las tardes Jensen daba clase de Tortura Mental a los estudiantes de grados avanzados y Adam debía asistirla.
Fue lo más interesante que Adam vio ese día, porque ella siempre sorprendía con un nuevo miedo personificado para los estudiantes. Hacía que ellos retrataran sus miedos cuando los encerraba a cada uno en unos cuartos oscuros de dos metros de ancho y largo, haciendo que los enfrentaran.
Jensen los observaba por medio de pantallas y analizaba el avance de cada uno mientras le explicaba a Adam la razón de ser de dichos miedos. El joven se afanaba en escribir todo lo que le parecía importante que la mujer le decía, aunque era imposible, porque cada palabra que explicaba lo consideraba muy esencial.
Cuando Jensen finalizó las clases avanzadas de Tortura Mental, Adam le pidió dejarlo entrar a uno de los cuartos para ponerse a prueba. Jensen no estaba segura, era demasiado pronto para el joven, además, no había tomado inducciones para poder entrar a los cuartos de tortura.
—Adam, estas clases son para los estudiantes de último año —explicó Jensen.
—Pero necesito probarlo para poder entender la teoría —insistió el joven—. El capitán Yakov me dará clases de esta rama, ¿cómo podré estar preparado para ello si no pongo a prueba mis propios límites?
Jensen notó la ansiedad en la mirada de Adam. Estaba segura que no la dejaría tranquila hasta que lo dejara probar el cuarto de Tortura Mental.
Decidió dejarlo entrar, seguramente Adam se llevaría un gran susto con simplemente permanecer unos minutos dentro de uno de los cuartos y así se le quitaría la idea de entrar nuevamente hasta no estar preparado.
—Está bien, puedes entrar por cinco minutos —aceptó Jensen mientras se cruzaba de brazos.
Adam quería protestar por el tiempo, sin embargo, analizó que debía haber una razón para que Jensen estipulara tan poco tiempo.
El joven avanzó hasta una puerta corrediza metálica de censor que separaba el cuarto de análisis con las habitaciones de tortura. Avanzó por un pequeño pasillo e ingresó a la segunda habitación.
Le sorprendió lo oscuro y frío que se sentía el lugar.
—Adam, cierra los ojos e inspira profundamente —escuchó la voz de Jensen que sonaba como eco.
Él así lo hizo. Sin embargo, en vez de relajarse con el ejercicio de respiración, su corazón empezó a palpitar con mucha rapidez.
—Ahora, Adam, déjate llevar por la voz —volvió a escuchar a Jensen, pero se oía lejana, como si él poco a poco se fuera alejando de las habitaciones y se teletransportara a una dimensión desconocida y siniestra.
Unos pequeños murmullos fueron emanando del suelo, pero Adam no era capaz de ver sus pies, tampoco sus manos, aquel lugar era demasiado oscuro.
—Sí, sí, sí… yo soy tu miedo —escuchó una voz chillona y algo quebradiza hablar casi a susurro.
Adam volteó a su alrededor al sentir una presencia correr detrás de él. Pero no había nada, solo oscuridad.
—Tú… eres… un… cobarde —dijo la voz y después soltó una risa burlona—. ¿Me tienes miedo? Sí, sí, me tienes miedo…
Adam sintió todo su cuerpo petrificarse por el miedo. Una presencia se posó lentamente detrás de él y un silencio perturbador le informaba que algo malo iba a suceder.
Entonces, de forma repentina se vio a sí mismo personificado frente a él, lanzándose con fuerza y ferocidad. Pero ese otro Adam tenía el rostro deforme, con dedos largos, ojos hundidos y una enorme boca: parecía un monstruo.
Cayó de espaldas al suelo por la impresión e intentó gritar, pero había quedado mudo, todo su cuerpo estaba colapsando y entrando a una crisis nerviosa. Su corazón estaba latiendo con muchísima rapidez y temblaba de sobremanera.
Entonces, todo cesó. La tensión que se sentía en aquella habitación se desvaneció al segundo.
—Adam, se acabaron los cinco minutos —escuchó la voz de Jensen, pero ahora sonaba normal, nada de eco, nada de lejanía.
Podía sentir que había regresado a la realidad.
Tranquilizó su respiración e intentó levantarse del suelo, pero todo su cuerpo temblaba y carecía de fuerzas.
—Adam, ¿necesitas ayuda? —preguntó Jensen.
Adam aclaró su garganta para tratar de hablar, sin embargo, notó que no tenía voz. Cerró los ojos e inspiró profundamente.
“Esto es una crisis nerviosa —pensó—. Mi cuerpo ha colapsado, preso por el miedo”.
Escuchó unos pasos acercarse y por un momento creyó que se trataría de aquel monstruo que se parecía a él.
Un fuerte mareo lo consumió y ocultó su rostro entre sus manos, haciéndose volita en el suelo.
—Adam, tranquilo, soy yo —escuchó la voz de Jensen, después, unas cálidas manos acariciaron su espalda—. Tranquilo, estás a salvo.
Jensen lo ayudó a salir de la habitación y lo hizo sentarse en una banca metálica que se encontraba en el pasillo a las afueras del área de Tortura Mental. Estaban solos y se escuchaba a lo lejos el bullicio de los estudiantes en otros corredores.
Adam en total estuvo diez minutos dentro de la habitación de tortura. Para haber sido su primera vez, logró reconocer su miedo con suma facilidad y Jensen pecó en ser curiosa por ver la reacción de Adam cuando lo confrontara.
El pobre joven estaba pálido, estuvo a punto de terminar sumergido en un colapso nervioso, pero supo controlarse e identificar sus debilidades.
Adam tomaba agua de una botella en silencio, su mirada por momentos se veía perdida en sus pensamientos y fruncía el entrecejo.
—Adam, fue normal tu reacción, aún no estás preparado —explicó Jensen—, son clases avanzadas. A los estudiantes se les ha preparado previamente para enfrentarse a estas clases.
—Pero, fui muy cobarde dentro de esa habitación —dijo Adam con cierto tono de enfado—. Lo único que hice fue asustarme.
—Fue tu primera vez, no conocías el proceso de iniciación y mucho menos experimentaste simulacros —aclaró Jensen—. Los estudiantes se preparan dos años antes para poder entrar a una de estas habitaciones. Para ser tu primera vez en una habitación de Tortura Mental, lo hiciste demasiado bien. Ha habido estudiantes que, aunque se los preparó para entrar, su primer día terminan desmayados o en un ataque de pánico.
—Pero yo no soy ellos —replicó Adam.
Jensen no respondió nada al respecto, Adam no aceptaría ninguna excusa que justificara el resultado de aquel pequeño examen. Dejó que el silencio los separara hasta que la frustración de Adam se calmara.
—¿Por qué soy mi miedo más profundo, señorita Jensen? —preguntó Adam pasados unos minutos.
Jensen lo observó con curiosidad, meditó la pregunta antes de responder.
—Es un miedo muy común, Adam, hay heridas de tu pasado que no logras sanar —explicó—. Sientes que eres el responsable de muchas cosas malas que te han pasado y seguramente no te sientes competente. Anteriormente me dijiste que eres tu propio rival, eso es porque has tenido una lucha constante contigo mismo y eres tu propio enemigo. Con el tiempo aprenderás a sanar todas tus heridas internas y podrás encontrar equilibrio en tu interior.
Jensen sabía comprender la mente humana, lograba leerla con facilidad y era evidente que le satisfacía en gran manera adentrarse en el inconsciente de las personas. Aquello la volvía una persona peligrosa si se terminaba siendo su enemigo, porque sabría cómo atacar.
A Adam le gustaba lo inteligente que era Jensen, le parecía muy sexy.
—Descansa temprano hoy, Adam —ordenó Jensen—. Mañana será un largo día para ti. Te insertarán un nuevo controlador de sueños.
—No necesito un controlador de sueños.
—La academia lo necesita, debe rastrear qué dimensiones visitas cuando duermes —informó Jensen—. También necesitamos saber cuál es tu nivel de capacidad para asignarte tareas.
.
.
Esa noche, Jensen entró a la única dimensión en la que solamente ella podía ingresar. Al poder reconocer los DéJá Vu, podía encontrar múltiples opciones de situaciones que se presentaran en su futuro. Aunque, era consciente que los futuros cambiaban según las decisiones que tomara en el presente, por lo mismo, cada vez que entraba encontraba futuros diferentes, algunos permanecían con alteraciones, así que siempre debía revisarlos.
Aquella dimensión eran caminos diferentes que se desprendían desde que abría una puerta blanca de madera. Cuando escogía un camino, era atrapada por las situaciones que se reproducía a medida que ella caminaba, todo siempre desde la perspectiva que captaban sus ojos.
Esa noche entró después de seis meses sin revisar sus múltiples futuros. Encontró como siempre, el mismo patrón de trabajo monótono, sin embargo, había una variante que llamó su atención, aparecía Adam en aquel futuro asistiéndola.
Le generó curiosidad uno de los caminos, donde se presentaba el mayor índice de probabilidad de ser el que se hiciera realidad.
Al adentrarse por ese camino, encontró una escena donde Adam se mostraba cinco años mayor a como se veía en la actualidad. La capa que llevaba en su espalda era de un azul oscuro, casi n***o, lo cual informaba que había escalado mucho de rango dentro de la academia. Pero seguía siendo su asistente y ella ahora entrenaba con él defensa personal. Había muchas escenas donde pasaban horas entrenando y también viajaban a través de las dimensiones en misiones de alto peligro; era algo sorprendente, porque Jensen nunca había llevado a alguno de sus estudiantes a sus misiones, ni siquiera a Lily, que era la mejor estudiante del CCI.
En aquel futuro Adam se había convertido en su sombra y no tenía necesidad de ser asistente de Yakov, porque él mismo se abrió paso entre los grandes soñadores del CCI. Lo vio en su graduación siendo condecorado con la medalla de honor que rara vez se entregaba a los mejores estudiantes.
Jensen posaba al lado de Adam en el cuadro de honor y fue puesto en la pared honorífica de la academia, lo cual mostraba que Adam sería un soñador importante para el CCI, convirtiéndose en el futuro en un pilar.
Y la última situación que observó fue a Adam y ella, acostados en una cama, abrazados, completamente desnudos entre las sábanas. Después, al avanzar, se encontró con una casa grande, en una de las habitaciones estaba ella frente a un espejo, observando su vientre.
—Aún no se nota, es muy reciente, Jensen —escuchó una voz detrás de ella.
Observó por el reflejo del espejo que se trataba de su madre, había entrado a la habitación bastante sonriente.
—¿En cuántas semanas podré ver los cambios en mi cuerpo? —preguntó.
—Seguramente unas cinco semanas más podrás ver tu vientre crecer —contestó su madre mientras se acercaba bastante sonriente—. ¿Y dónde está Adam?
—Fue a comprar unas cosas que hacen falta —respondió Jensen y volvía a observarse en el espejo.
Jensen quedó estática ante aquella situación que acababa de ver, incapaz de procesar dicha variante a futuro. ¿Era Adam el hombre con quien pasaría su vida de ahora en adelante?
Observó la probabilidad que dicha situación a futuro se diera: era del ochenta por ciento. Y cuando un nuevo suceso en su vida se daba, como un cambio que implicaba reorganizar su estilo de vida, dichas probabilidades eran mucho más certeras de que así ocurriese.
Y como si fuera poco, logró visualizar un DéJá Vu en la última situación donde se observaba en el espejo. Cuando su madre entró, el evento se dio como un recuerdo de algo que ya había vivido.
Adam… ese joven que la siguió como un perrito sediento de amor, sería el padre de sus futuros hijos: era el hombre de su vida.
Jensen se destacaba en el CCI al ser la única reconocedora de DéJá Vu, sin embargo, entre los soñadores más importantes también se conocía que tenía la habilidad de ver los múltiples futuros para su vida. Pocos eran los que tenían dicha posibilidad al ser tan complejo el entrar en dichas dimensiones, ya que también era altamente peligroso y eran muy pocos en el planeta quienes lograban manejar las dimensiones del futuro. Jensen era la única que se le facilitaba el acceso y podía entrar de forma recurrente a ellas.
Esto le creó una gran ventaja en términos de asertividad en la toma de decisiones en su vida. Lograba adelantarse a situaciones que le sucederían en su vida, siempre apegándose a la probabilidad de cambiar su futuro cuando lo sintiera conveniente.
En este caso, Jensen se encontraba en una situación compleja. Nunca creyó que Adam tuviera una probabilidad en su vida de ser su pareja.
.
.
.
—Es extraño que no se lograra encontrar cuál de los supervisores fue el responsable de sabotear el proceso de admisión de este año —comentó Grecor en la hora del almuerzo.
Se encontraban en el comedor de los decanos, donde todos los días se acomodaban para descansar y conversar de sus trabajos.
Era un espacio bastante tranquilo, con un concepto abierto estilo victoriano de enormes ventanales que ofrecía una exquisita vista hacia las montañas que rodeaban la academia. De fondo se escuchaba una melodía de piano y el bullicio que creaban los decanos era adecuado para que todos pudieran conversar en tranquilidad.
Jensen se encontraba cabizbaja, pensativa y bastante silenciosa, algo bastante extraño porque su personalidad era todo lo opuesto.
—Fue un atentado contra la academia, de eso estoy segura —apuntilló Madeline—, afortunadamente no fue nada grave, pero pudo serlo si no se hubiera tomado medidas rápidas.
—Pero ¿cómo pudieron intentar sabotear los exámenes de admisión cuando la seguridad es estricta? —inquirió Grecor—. Y lo más sorprendente, sin dejar rastro. El supuesto supervisor que asistió a ese estudiante no existía, no estaba en los registros.
—Pero el estudiante aseguró que no se le dio la información correcta —comentó Madeline—. ¿Cierto Jensen? No mentía y se disculpó.
—Definitivamente fue un atentado contra la academia, querían sabotear el examen de admisión para crear un caos —insistió Grecor—. Su plan no pudo llevarse a cabo porque lo descubrimos a tiempo. ¿En qué consistiría su verdadero plan? ¿Crear caos para poder asesinar a uno de los decanos?
—Oh, no, eso es terrible, mejor deja ese tema —Madeline volteó a ver a su alrededor—. Nada de eso es seguro. Calla esa boca, Grecor. Por alguna razón la academia ha decidido mantener el altercado en silencio.
—Pero, no podemos hacernos de la vista gorda, fue solo un intento esta vez, ¿qué sucederá la próxima vez que intenten atacar al CCI?
—Jensen, ¿no vas a decir nada al respecto? —preguntó Madeline con tono de reproche.
Grecor rodó la mirada hacia Jensen.
—¿Qué tienes? —preguntó.
Jensen se acomodó en su silla y se cruzó de brazos, recostándose al espaldar de madera de credro.
—Cuando decidieron empezar a salir, ¿cómo sucedió? —preguntó la joven.
Madeline y Grecor se observaron por un momento por la sorpresa de ver que Jensen ignoró por completo su conversación. Después, Madeline soltó una pequeña carcajada.
—Cielos, Jensen, ¿por qué preguntas eso? —inquirió—. ¿Es otra vez el tipo de tus sueños? —Comenzó a tener más interés—. ¿Te dijo que se vieran en persona?
En aquel momento Jensen recordó que no les había comentado lo que sucedió en esos días y no sabía qué tan prudente era el hacerlo.
—Espera, espera —intervino Grecor y acomodó sus lentes con un dedo—. Aquí sucede algo… tu cara dice que nos ocultas algo importante…
Madeline abrió la boca con impresión, después frunció el entrecejo.
—No me digas que ya lo conoces en persona y lo estuviste ocultando todo este tiempo —soltó con tono indignado.
Jensen dejó salir un suspiro, sabía que, si les contaba que conoció a Adam en el proceso de admisión y que ahora se había convertido en su asistente y a la vez era aprendiz del capitán Yakov, pegarían el grito en el cielo. No era bueno contárselos, para nada.
—Jensen, ¿qué sucede? —preguntó Grecor—. Estás muy extraña.
—Es que… —titubeó—. Yo… —Pasó una mano por su cabello—. Entré a la dimensión del futuro anoche y encontré algo que…
—¿Qué viste? —preguntó Grecor—, ¿es algo malo? ¿Volviste a ver el accidente de auto?
Jensen sintió una punzada en el pecho.
El accidente de auto. La noche lluviosa. El hombre acercándose para asesinarla y solo podía ver sus zapatos negros. Ella tirada en el pavimento rodeada por un charco de sangre. La luz mostaza de los faroles a los lados de la carretera.
Fue por esa situación a futuro que estuvo seis meses sin entrar a la dimensión de futuro, era una situación conectada a un DéJá Vu, estando con el resto de situación totalmente nubloso y sin conexión alguna. Jensen estuvo investigándolo por todo un mes, hasta que el director del CCI le pidió que lo dejara al estar propensa a obsesionarse y estuvo en revisión mientras dormía para que no se fuera a dirigir a la dimensión de futuro. Fue en aquel tiempo que conoció a Adam, tenía bastante tiempo libre en sus sueños, así que esto influyó para que pudieran verse muy seguido.
Por su mente pasó el recuerdo del bus, donde acercaba su rostro muy cerca de Adam y se sonreían. Era un recuerdo que atesoraba profundamente. Fue gracias a él que logró desligarse de aquella probabilidad de tener una muerte joven.
Pero ahora tenía otro problema. Ahora Adam aparecía en su futuro como el hombre con quien terminaría teniendo una relación amorosa oficial. Ese niño con quien solo quería tener una aventura en sus sueños, a quien lo vio como un juego en sus ratos libres, al que ahora únicamente veía como un simple estudiante… era a quien terminaría tomando como pareja, su esposo anhelado. Sus destinos estaban cruzados, interconectados y creaba una variante inconexa con todo lo que una vez aseguró que pasaría en su futuro.
Y lo que más la dejaba en incertidumbre era que dicha variante aparecía en un tiempo a futuro mucho más alejado al tiempo estipulado que anteriormente vio que pasaría su muerte. ¿Eso que quería decirle? ¿Qué la variante de Adam no permitía que ella terminara muriendo prematuramente?
La dejaba enclaustrada en un gran dilema, porque Adam era un hombre prohibido para ella y si era la única opción para que no detonara el DéJá Vu de su muerte, entonces, ¿si se apartaba de Adam sí terminaría muriendo?
¿Aquel futuro ridículo era un castigo por haber jugado con los sentimientos de un niño?
—Jensen —llamó Madeline.
Salió de sus pensamientos y volvió a estar aterrizada en su presente.
—Vi a alguien en mi futuro —confesó—. Es alguien que no debería estar allí.
—¿A quién viste? —indagó Grecor con voz preocupada.
—A un estudiante —dijo con voz triste—, vi su futuro ligado con el mío.
—¡¿Qué?! —La mirada de Madeline quedó desorbitada por la impresión—. ¿Ligado en qué sentido?
—¿Te refieres a ligado en ámbito amoroso? —preguntó Grecor confundido y sin poder creerlo.
—Sí, lo vi estando conmigo —soltó con tono cansado—. Aparecía después de su graduación, él y yo… —No fue capaz de terminar la oración y cerró los ojos con fuerza—. Es una maldita locura…
Madeline abrió la boca con suma impresión, después la cerró de golpe al ver la amenazadora mirada de Grecor.
—¿Quién era? ¿Ya lo conoces? —interrogó Grecor.
—Si estás poniendo esa cara es porque ya lo conoces y no te suena ese futuro —comentó Madeline con tono perspicaz—. ¿Quién es? ¿Es el chico genio que reclutaste? —Respingó una ceja.
Jensen la observó fijamente con sutil impresión.
—Lo sabía —apostilló Madeline con una sonrisa victoriosa y tomó un sorbo de su jugo de manzana—. Siempre que revisas tu futuro las nuevas variantes implican un cambio en tu vida o personas nuevas, así que, esa nueva variante en tu posible futuro debía ser con alguien nuevo en tu presente y ese chico es la nueva persona implicada de forma cercana a un cambio en tu rutina diaria. Pero es inevitable. —Su tono de voz se volvió un poco compasivo—. Jensen, debes dejar de temerle a los cambios, el futuro es impredecible, tú misma lo dices, este futuro que viste al lado de él puede no suceder. Tú puedes decidir que no pase.
—En ese punto Madeline tiene razón —apoyó Grecor—. Adam es un niño, es ridículo que pueda ser tu pareja a futuro, es una variante insostenible en un arco de probabilidades futuras. Solo debes cambiarlo y ya. Se supone que tú revisas tu futuro para ver qué decisiones son viables y cuáles no. En este caso, el hecho de que puedas unirte a un estudiante del CCI es netamente ridículo y extremadamente peligroso para tu reputación. No te des mala vida pensando en esa probabilidad.
Madeline observaba fijamente a Jensen y aquel rostro de preocupación analítica que solo ponía cada vez que veía un acontecimiento peligroso. Sabía que allí había algo más que guardaba. No era el simple hecho de haber visto a un estudiante de primer año como su pareja, tuvo que haber visto algo más allí que la dejó tan preocupada.
—Jensen, somos tus mejores amigos, puedes confiar en nosotros —dijo Grecor, había observado lo mismo que Madeline, a esa historia le hacía falta una ficha importante.
—Sí, guardaremos el secreto y te ayudaremos en todo lo que necesites —apoyó Madeline—. Cuéntanos, desahógate, no es bueno que pases por esto sola.
Los labios de Jensen temblaron y después inspiró hondo.
—Es que… Adam es el chico de mis sueños —confesó.
Hubo un momento de silencio bastante incómodo. Jensen entendió que debía aclarar ese punto.
—Entre él y yo no pasó nada mayor en los sueños, yo era consciente de nuestra situación y no dejé que escalara —informó—. Solo fue un pasatiempo para mí, además, eran sueños, nunca creí verlo en persona. Y cuando lo reconocí entre los aspirantes en el examen de admisión, supe que debía tratarlo como un estudiante, todos estos días ha sido así y es evidente que Adam lo tiene claro y ha mantenido la compostura, es bastante profesional.
—Bueno… técnicamente ustedes no tienen mucha diferencia de edad —comentó Madeline—. Tienes veintisiete años, eres muy joven, es normal que te hayas fijado en uno de diecinueve años.
—Sí, en términos de edad no hay mucha diferencia —acató Grecor.
—Sí, el limitante es la diferencia entre la experiencia —explicó Madeline—. Adam apenas está comenzando su carrera como Soñador Oficial y tú, Jensen, ya tienes un largo recorrido, por ende, eres mucho más madura que él de forma significativa. Por eso esta diferencia entre ustedes se remarca muchísimo y estaría mal visto que tuvieran una relación romántica.
—Sobre todo porque eres una decana y él es un estudiante de primer año —intervino Grecor.
—Pero, cuando se gradúe podrían contemplar una posibilidad —meditó Madeline, totalmente sumergida en sus pensamientos, así que pensaba en voz alta—. Adam se ve como un buen estudiante ahora, está muy avanzado que sus compañeros y seguramente se graduará con honores, por ende, terminará obteniendo un buen puesto como Soñador Oficial; sobre todo al ser su mentor el capitán Yakov. Si después de graduarse esperan unos cinco años para oficializar su relación… Supongamos que junto a los diez años de espera para que se gradúe y cinco años de posicionamiento como Soñador Oficial… tendría treinta y cuatro años.
—Sigue siendo bastante joven, Madeline —intervino Grecor—. Seguirán viéndolo como un adolescente que no hace mucho se graduó de la academia y está decidiendo qué hacer con su vida.
—Pero Jensen también estaría en la misma situación, así que no se vería tan mal que estuviera con un recién graduado —alegó la joven—. Jensen tendría… unos cuarenta y dos años, le faltarían ocho para que la consideren una joven adulta. Su diferencia de experiencia no sería tan marcada como ahora. Además, si lo meditas mucho más a fondo, Adam es un estudiante genio, al igual como Jensen, seguramente ahora que ya está en la academia avance mucho, haciendo competencias y escalando de rango. ¿Quién quita la posibilidad de que hasta se posicione en un mejor rango y por eso es que Jensen lo vio en sus probabilidades como el mejor prototipo de hombre con quien pueda estar?
Grecor soltó un jadeo al no poder creer lo lejos que se fue Madeline en su meditación de las múltiples probabilidades para ver dicha unión como algo conveniente.
—Ya veo el por qué eres consejera —soltó.
—Jensen, ¿en tu futuro cuáles fueron los escenarios que alcanzaste a ver? —preguntó Madeline.
—Ah… —Se ruborizó al ver que debería compartirlos—. Bueno…
—Vamos, sin vergüenza, sabes que estamos en confianza —apoyó Madeline.
—Bueno… es cierto que Adam podría escalar mucho dentro de la academia —comentó—. Lo vi en la pared de honor, pero estaba al lado mío, así que encontré esa inconsistencia de probabilidad.
—Bueno, pero no es marcada la probabilidad de inconsistencia, recuerda que es cambiante —intervino Grecor.
—¿Y qué más viste? Pero esta vez como ustedes siendo pareja, ¿qué viste? —preguntó Madeline.
—Como pareja… vi una casa grande y… —Se ruborizó por completo—. Y… vivíamos juntos. —Cerró los ojos e inspiró hondo—. Estaba embarazada, mi madre estaba conmigo, yo le preguntaba sobre los cambios que tendría mi cuerpo con el embarazo. Estaba embarazada de él porque mi madre preguntaba en dónde se encontraba Adam y yo le respondía que estaba comprando cosas que hacían falta en la casa. —Al abrir los ojos encontró a sus amigos pasmados ante aquella revelación.
—¿Y cuánta probabilidad tenía esa situación? —preguntó Grecor con curiosidad.
—Del ochenta por ciento —reveló.
Sus amigos abrieron sus bocas con gran impresión, era imposible que ocultaran su estupor. ¡Era una locura! Con justa causa Jensen estaba tan preocupada, ¡era inconcebible que algo así pasara con tanta probabilidad! Su carrera como Soñadora Oficial y decana del CCI estaban en peligro por una relación prohibida con un estudiante.
—No, no, dijiste que pasaba después que él se graduaba, ¿no? —corrigió Madeline, pensando en voz alta.
—Sí, se da después de su graduación, según lo visto en la dimensión futura —explicó Jensen con tono cansado.
—Bueno, si llega a suceder, debe haber una razón para que tu mamá viera con tan buenos ojos su relación —comentó Madeline—. Una razón con mucho peso que tú no lograste ver. Así que no cierres la posibilidad, Jensen, podrías arrepentirte.
—¿Cómo que no cierre la posibilidad, Madeline? Es su carrera la que está peligrando —refutó Grecor—. Lo que debe hacer es cambiar las variantes para cerrar ese camino en su destino y revisar los otros escenarios donde ese niño no esté.
—¿Cómo se te ocurre decir algo tan peligroso para la vida de Jensen? —protestó Madeline—. Debe haber una razón de peso detrás de todo esto para que una nueva variante tenga tan alta probabilidad de ser. Sería una movida muy irresponsable y absurda de parte de Jensen el que cierre una probabilidad que emanó en el futuro con tanta fuerza. ¿No ves lo preocupada que está? Es evidente que ella lo sabe y por eso lo escudriña hasta el punto de confesarnos algo tan íntimo.
Grecor calló al darse cuenta que Madeline tenía razón, no era prudente hacer movidas arriesgadas sin antes preguntarse la razón de ser de una variante tan extraña como lo era Adam en el escenario a futuro de Jensen.