Capítulo 9: control mental

3073 Words
Jensen tomó un trago de su vaso de agua, uno muy largo al sentir la garganta seca. —Esto es demasiado para mí —confesó—. Si tan solo no hubiera aceptado que Adam me siguiera a todas partes cuando lo conocí en mis sueños... —¿Él te seguía? —preguntó Grecor con una leve sonrisa. —Sí, todas las noches. Era como si me rastreara y cuando hacía un barrido por la dimensión, allí estaba él —contó—. Era bastante impresionante, hasta en mi dimensión personal lograba entrar. Y siempre sin controlador de sueños, ¿cómo podía hacer tanto sin que hubiera un microchip que lo ayudara? Y estoy casi segura que el primer día que lo vi, él se había desdoblado, porque lo vi en el gimnasio privado de decanos. Yo no estaba soñando, él estaba allí, mientras me encontraba despierta. Grecor frunció el entrecejo. —¿Cómo puede un niño de diecinueve años desdoblarse? —¿Ves? Allí está la razón de ser para que alguien como tú decida tenerle hijos a un hombre menor que tú —aludó Madeline con una sonrisa torcida—. Es un genio soñador, esta academia será pan comido para él. —Ay, cállate, ¿cómo que le daré hijos…? —Jensen cerró los ojos y llevó una mano a su frente, avergonzada y ruborizada. Madeline soltó una carcajada y Grecor la regañó por ser imprudente. —¿Qué? Si todo señala que será la esposa de Adam… —protestó Madeline—. Únicamente que se conocieron demasiado pronto… —¡Para con eso! —gruñó Grecor. Los ojos de Jensen se llenaron de lágrimas y se levantó de su puesto. Sus amigos hicieron silencio y la observaron con preocupación. —Jensen… disculpa —soltó Madeline. Jensen se alejó con paso apresurado hacia las afueras del comedor. —¿Ves lo que hiciste? —regañó Grecor a Madeline—. Se nota que todo esto es difícil para ella, ¿cómo se te ocurre burlarte de algo tan sensible para Jensen? —Sacudió su cabeza con indignación y después se levantó para seguir a Jensen. . . . Adam se sentía incómodo al tener un controlador en su cuello, aunque le pidieron que no lo tocara porque le crearía maltrato, se sentía algo incómodo al sentirlo en su nuca. Estaba descansando en una banca de piedra cerca al lago, a unos metros de distancia de un parque donde los estudiantes conversaban y descansaban. Adam acababa de tomarse un medicamento para el dolor y se sentía un tanto bobalicón. —¿Eres Adam? —escuchó que le hablaron. Alzó la mirada y encontró a una joven rubia. La reconocía, era una de las amigas de Jensen. —Sí, soy yo —respondió el joven. —Eso parece dolerte —dijo ella, inclinándose para ver la nuca del joven. Adam intentó alejar un poco su cabeza al sentir que invadían su espacio personal. —Ah, pobre… ¿te lo acabaron de colocar? —inquirió Madeline. —Sí… —Adam tomó un poco de espacio en la banca para apartarse disimuladamente de la mujer. Madeline tomó lugar al lado de Adam y lo observó con fijeza, reparando cada milímetro de él. —¿Comiste muchas harinas en la fiesta de admisión? —preguntó. Sabía que era una pregunta imprudente, pero necesitaba ver cómo reaccionaba Adam ante la incomodidad. Notó el rubor que cubría las blancas mejillas del jovencito y después sus labios rosados se apretaron, así como su entrecejo se arrugó. “Oh, se acaba de molestar” pensó Madeline y sintió el entusiasmo consumirla a evidenciar lo guapo que era Adam. —Sí, comí muchas harinas —contestó Adam sin ser capaz de observarla fijamente, permanecía con una actitud bastante seria. —Bueno, puedes pasarte por el centro de salud, te pueden recetar medicamentos para eliminar el brote de acné —aconsejó Madeline. —Gracias por el consejo —dijo Adam sin poca emoción. Madeline desplegó una sonrisa. —¿Y cómo te has sentido en la academia? —preguntó. Adam volteó a verla y la analizó. ¿Por qué estaba tan interesado en él? ¿Cuál era su objetivo? “Con razón le gusta a Jensen, es totalmente su tipo de hombre” pensó Madeline. —¿Por qué está hablando conmigo? —preguntó Adam a bocajarro. Madeline respingó las cejas con sorpresa. —Soy consejera en la academia, mi trabajo es hablar con los estudiantes —respondió con suma naturalidad. —Con todo respeto, usted únicamente debe hablar con los estudiantes cuando ellos lo necesiten —comentó Adam con un tono neutro. —¿Te sientes incómodo conmigo? —inquirió Madeline. —Creo que es evidente, no sé qué intenciones tiene usted para encontrarse hablando en este momento conmigo —confesó Adam. “¡Oh, vaya, qué temperamento, es muy maduro para su edad!” pensó Madeline. Adam la observó fijamente y entornó su mirada. “Me está poniendo a prueba, intenta analizarme, ¿por qué no me di cuenta antes?” meditó Adam. —Disculpa si te he incomodado —dijo Madeline con un tono un poco más serio—. Veo que eres un joven de pocas palabras. —Hubo un momento de silencio—. ¿Cómo te sientes dentro de la academia? ¿Te has sabido adaptar? Adam soltó un suspiro. —Son muchas cosas y llevo pocos días —confesó—. Es muy pronto para afirmar que todo es espantoso o estupendo. No tengo una opinión objetiva hasta el momento. A Madeline le pareció que Adam mostraba mucha madurez para tan corta edad, le gustaba. —Tienes al capitán Yakov como tu mentor y debes asistir a la decana Jensen —observó Madeline—, debe ser mucha responsabilidad para ti. ¿Te sientes cómodo con la señorita Jensen? La mujer notó que las mejillas de Adam se ruborizaron sutilmente. —Estoy bastante cómodo con ella, es una buena docente —puntualizó sin más el joven y volvió la mirada al frente. . . . —¿Cómo pudiste soportar todo este tiempo sin controlador? —preguntó Luie mientras acompañaba a Adam a las oficinas administrativas. —Me acostumbré, no lo necesitaba —explicó Adam. —Yo me habría vuelto loco. Al estar cerca a la oficina de Jensen, Luie se detuvo y la observó con sigilo. —Hasta aquí llego, no creo poder acompañarte al interior de esa oficina —informó Luie—. Dijiste que seguramente estará allí Lily. Ella es igual que la señorita Jensen, así que sería como tener a dos Jensen en la misma oficina. Yo no soportaría tanto. Te doy mi más sentido pésame. —Vale, vale, gracias por acompañarme —aceptó Adam y dio dos palmadas en el hombro derecho de su amigo—. ¿Nos reuniremos en la noche para estudiar con Issis? —Sí, reunámonos detrás del lago, ¿te parece? —Sí, ¿a las siete? A esa hora termina de trabajar la señorita Jensen. —Pobre de ti, no descansas nada —expresó Luie con pesar—. Bien, nos vemos a las siete detrás del lago. Adam esperó a que su amigo se alejara por el largo pasillo para después entrar en la oficina. Allí encontró a Jensen sentada frente a su escritorio, revisando información relacionada con sus clases y así poder observar el desempeño cualitativo de sus estudiantes. Y frente a ella, al otro lado del escritorio, se encontraba una joven alta, delgada, con el cabello corto y liso; usaba el uniforme tradicional de la academia (camisa blanca y falda negra) y, al voltear hacia la entrada, dejó a relucir su semblante asiático, con una mirada que penetró en las entrañas de Adam. El joven tragó en seco. Por fin estaba frente a Lily, la responsable de haberle quitado su cargo con el soñador Yakov. Y lo estaba observando como si quisiera asesinarlo. Con aquella mirada ya le avisaba que jamás serían amigos. —Adam, no te quedes allí, entra y cierra la puerta con seguro —pidió Jensen sin despegar su mirada de los documentos digitales que revisaba. El joven así lo hizo y tomó asiento al lado de Lily, quien no dejaba de observarlo con mirada asesina. ¿Qué tenía ella contra él? Se suponía que debía ser al contrario, era Lily quien le amenazaba su futuro, no él a ella. Hubo un silencio demasiado incómodo para Adam. Jensen se veía muy concentrada en procesar la información que leía, y él, suplicaba seguir vivo para cuando Jensen acabara su trabajo. Diez minutos después, Jensen alzó la mirada de los documentos digitales acumulados en su escritorio y observó detenidamente a los dos estudiantes. —Lily, deja de hacer eso —pidió Jensen. —¿Hacer qué, señorita Jensen? —preguntó la joven. Para sorpresa de Adam, su voz sonaba bastante dulce, a comparación con la mirada asesina que le enviaba cada vez que lo observaba. —Intimidar a Adam con tu mirada —dijo Jensen con su típica voz neutral—. Lo estás incomodando. Oh, vaya, así que no era el único que lo había notado. Jensen era muy aguda con sus sentidos. —Disculpe, señorita Jensen —soltó la joven con tono triste—. Aún no proceso la información de saber que seré removida de mi cargo de asistente. —No estás siendo removida, te han ascendido a asistente oficial del soñador Yakov —explicó Jensen—. Es un puesto muy importante, es un gran honor. —Pero Adam es el aprendiz oficial del soñador Yakov, es quien debería ocupar ese puesto, no yo —soltó ella con cierto tono de disgusto—. Yo la he asistido a usted no oficialmente desde que comencé mi primer año, yo esperaba que este año pudiera… —Se detuvo al ver que Jensen comenzaba a observarla severamente y bajó la mirada. Adam no estaba comprendiendo la situación, ¿acaso Lily no quería asistir al soñador Yakov? —Lily, el capitán Yakov te pidió personalmente, no puedo negarle la petición —explicó Jensen. Lily comenzó a llorar y apretaba los puños sobre sus muslos con fuerza. —Pero yo me quiero especializar en reconocimiento de DéJá Vu, usted lo sabe perfectamente —alegó Lily—, desde primer año he trabajado arduamente para poder hacerlo realidad algún día. La especialidad del soñador Yakov es la tortura mental y pesadillas de alto impacto, son especialidades muy diferentes. Si llego a especializarme en torturas de alto impacto deberé relevarlo cuando deje su cargo en el Escuadrón de Élite de Tortura Mental. ¿Cómo podría soportar el pertenecer a una especialidad que no va conmigo? —Escurrió sus lágrimas con la mano derecha—. Por favor, comprenda que yo solo quiero ser su asistente porque es lo que va con mi fuerte al ser lo que quiero desempeñarme para toda mi vida. —Lily, el reconocimiento de DéJá Vu es un oficio extremadamente difícil que pocas personas logran obtener. Debes hacer un examen donde se evalúa si realmente puedes reconocer los DéJá Vu, si no logras pasarlo, todos tus años de trabajo no servirán de nada. —Por eso necesito más tiempo para aprender el oficio y a una persona que se desempeñe en esta vocación —insistió Lily, ahora encaraba a Jensen—. Usted es capaz de entrar a las dimensiones de futuro, me prometió que después de graduarme evaluaría mi capacidad para asistirla cuando ingresara a las dimensiones. Pero ahora me dice que ya no podré asistirla, ¿cómo podría ingresar a las dimensiones futuras si dejo de prepararme por un año completo antes de graduarme? Adam se sentía incómodo al ver que estaba en medio de una discusión que no tenía razón de ser para él. Sin embargo, se sentía responsable de dañarle los planes a una joven que venía luchando desde primer año para hacerlos realidad. Sabía que la competencia entre los estudiantes soñadores era bastante fuerte. Justamente la razón de ser de tanta fama que tenían los Soñadores Oficiales, porque era un oficio que exigía cien veces más esfuerzo que cualquier otro. Nunca se dejaba de estudiar, nunca se dejaba de explotar su don y mucho menos se terminaba de escalar en la jerarquía de posiciones. Y allí tenía un claro ejemplo de competencia. Cuando Lily pensó que tenía sus mentorías aseguradas con la soñadora Jensen, apareció un niño de primer año y se lo arrebató en cuestión de un día. Sin embargo, el problema estaba en que él no quería asistir a Jensen, quería estar con el soñador Yakov porque el control mental era algo que le llamaba mucho la atención a Adam, le parecía que el poder que se manejaba en dicha área era excitante: era el poder del conocimiento y entendimiento del cerebro humano en una rama del oficio de Soñador Oficial. Jensen dejó salir un suspiro al parecerle un problema el tener que soportar la pataleta de una niña que no aceptaba un cambio en su vida. Por esa misma razón no quería tener aprendices, pero ahora tenía dos. Ironías de la vida. Pasó una mirada por Adam y después una por Lily, que la observaba con ojos llorosos. —Adam no puede asistir actualmente al capitán Yakov porque no tiene el conocimiento y mucho menos el rendimiento físico —informó Jensen—. Y tú, Lily, no puedes quedarte conmigo porque el capitán Yakov te pidió personalmente al ser la más capacitada de la academia para poder asistirlo, así que no puedes negarte. Adam puede asistir al señor Yakov cuando se gradúe y eso son diez años. Lily sacudió su cabeza con horror. —¡No puedo esperarlo diez años! ¡Me atrasará de sobremanera! —soltó casi horrorizada. —Mantén la compostura, por favor —pidió Jensen. —Lo siento —chilló Lily. —Esto me obliga a contemplar una auditoría general de decanos —informó Jensen con tono cansado. La cabeza de Adam se volvió grande al escuchar aquellas palabras. Las auditorías generales de decanos únicamente se hacían para evaluar la posición de un estudiante soñador al haber un problema con dicho soñador. En pocas palabras, verían si Adam sería apto para ser aprendiz de un decano o dejarlo sin dicho cargo. Al estar disputando el puesto con Lily, quien tenía todos los puntos a favor para ganar y al ser de último año por su buen desempeño cualitativo, seguramente la elegirían. —Un momento, espere, señorita Jensen —intervino Adam—. Disculpe que interrumpa, pero, la situación no debería llevarse a tal extremo, yo saldría verdaderamente perjudicado en una situación donde no quise intervenir. Usted sabe perfectamente que yo quiero asistir al soñador Yakov, es mi mentor. En ningún momento quise intervenir en los planes de la soñadora Lily, yo no estoy compitiendo con ella. Podemos arreglar esta situación de otra forma sin tener que llegar a los extremos. —Adam, aunque no quieras verte implicado en esta situación, es un efecto colateral de ella —explicó Jensen—. Yo necesito dejar un aprendiz al capitán Yakov para poder tener mi propio aprendiz. Para poder dejarte como su asistente, que es el cargo que él quiere darle a su siguiente aprendiz, necesitas pasar por exámenes de alto impacto para mostrar que eres merecedor de un ascenso perteneciente a los estudiantes de último año. Por eso él escogió a Lily, porque es la única que podría pasar por exámenes tan rigurosos. Y, como expliqué anteriormente, Lily no puede negarse a menos que haya alguien que la sustituya para que yo pueda dejarla como mi aprendiz oficial. —Bueno, si usted no puede tenerla ¿cómo sería yo su asistente? —preguntó Adam confundido. —Porque Lily sería la asistente oficial del capitán Yakov, así que tú podrías ser oficialmente mi asistente al yo dejar de ser la aprendiz oficial del soñador Yakov. Tú actualmente estás ocupando el puesto que Lily quiere tener, por eso intercedes en los planes de ella y me veo obligada a hacer una auditoría general de decanos al ser solo uno de ustedes el que pueda quedarse para el ascenso. Lily volvió a enviarle una mirada asesina a Adam. —Lo único que necesitamos es que sea capaz de pasar los exámenes —convino Lily—. Podemos prepararlo para que reciba el ascenso. —Necesitaría al menos seis meses para que pueda capacitarse —replicó Jensen—. Es mucho tiempo. Los cargos no pueden quedar sin asignados por tanto tiempo. —Yo puedo ayudarlo a entrenar y llevarlo a las asistencias del Capitán Yakov —insistió Lily—. Siempre y cuando usted me deje asistirla. —Quieres que tanto el capitán Yakov y yo tengamos dos asistentes, Lily, eso es absurdo. Yakov jamás lo aceptaría —reconvino Jensen exasperada por la discusión. —Pero usted puede convencerlo de no hacer una asistencia oficial hasta que se presenten los exámenes para Adam y así pueda ver el gran potencial de su aprendiz. ¿Acaso no es por su insuficiencia que no quiere ser su mentor y por eso pidió una asistente? Adam tendrá la oportunidad de demostrar que es suficiente tanto para las mentorías como para ser un asistente. Ganaremos los dos: él ascenderá históricamente dentro del CCI y yo podré ser su asistente oficial. Lily era extremadamente asusta. Hizo que Jensen pasara de una idea extremadamente ridícula a contemplarla como algo muy virtuoso tanto para ella como para su mentor Yakov. Nunca antes en el Centro Capital Interdimensional se había dado una competencia entre dos estudiantes por unos cargos. Aquello llamaría la atención de los decanos por ver la evolución de los dos y podría abrirles puertas a futuros de trabajos en otras sedes de academias para Soñadores Oficiales. —Todo dependerá si Adam acepta. —Lo observó fijamente Jensen—. ¿Serías capaz de soportar tanta presión en tus primeros seis meses en el CCI? Adam se sentía contra la espada y la pared, si no aceptaba, peligraba su puesto y podría ser revocado a un estudiante común del CCI. Pero si aceptaba, debería pasar por un arduo adiestramiento tanto físico como mental, ¿podría ser capaz de soportarlo? Si perdía los exámenes, quedaría en el ridículo público y peligraría su estadía dentro de la academia. Pero no tenía otra opción… —Claro, acepto —respondió.
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