Adam iba a salir del salón de clase, después de dos largas horas que seguramente jamás podría olvidar por tener emociones tan intensas. Quería descansar con sus amigos y hablar con ellos al respecto de la cuestionable forma de dar clases de Jensen (seguramente todos tendrían mucho que decir). Sin embargo, Jensen lo llamó.
Para él, el estar frente a Jensen y que le viera el rostro enfermo de acné le generaba mucha más angustia que enfrentar a un monstruo. Aunque sabía que pasaría en algún momento del día, de hecho, Jensen ya lo había visto en la clase, sus miradas se encontraron por breves instantes y fue lo más humillante que Adam tuvo que soportar en mucho tiempo.
—Adam, ven un momento, por favor —pidió.
Los labios de Adam temblaron al maldecir en su interior por tener que volver a quedarse a solas con ella. Era la última persona que quería ver ese día.
Vio que sus amigos lo veían con preocupación desde lejos.
—Eh… te esperamos en la cafetería central —informó Luie.
—Bien… —aceptó Adam y después se acercó a Jensen.
La mujer esperó con paciencia a que todos los estudiantes dejaran el salón y después, una vez a solas con Adam, se recostó al escritorio donde estaban unos documentos.
—¿Te ha asustado la clase? —preguntó Jensen mientras lo veía fijamente, midiendo y analizando cada gesto que el joven hacía.
—Un poco —reconoció Adam.
Jensen ladeó una sonrisa de esas que no provocaban nada de placer en quien la veía.
—Todos los de primer año me tienen miedo por esta clase —dijo ella—. Desde primer año todos los estudiantes del CCI me temen, soy el miedo profundo de muchos.
Adam no sabía si debía tomar eso como un halago, todo dependía si eso era lo que ella quería generar en los estudiantes.
—¿Le gusta que las personas le teman? —preguntó. Sus mejillas estaban rojas, al igual que sus labios, había tenido muchas emociones ese día y apenas era de mañana.
—El miedo es la emoción más pura que puede tener el ser humano —explicó Jensen—. Es una emoción que no se puede esconder, tampoco fingir no sentirla. El miedo es la emoción más poderosa que tienen los animales. El miedo es el poder hecho emoción, Adam, si sabes controlarlo, lograrás tener el poder en tus manos.
Adam no logró comprender las palabras de Jensen en ese momento, estaba anonadado de ver la clase de persona que era Jensen. Le parecía una persona oscura, misteriosa y que su personalidad era altamente compleja: era totalmente diferente a quien conoció en los sueños. Emanaba mucha sabiduría, una que no lograba comprender porque tenía los pensamientos bloqueados en ese momento por la presión de sentirse vulnerable.
Sin embargo, en años futuros lograría entender a profundidad las sabias palabras que Jensen le había dicho y le daría la razón.
Esa mañana, Adam estaba al borde del llanto, se sentía con la dignidad pisoteada. Sabía que Jensen le reparaba el rostro y eso lo hacía sudar, así que seguramente no se debía ver nada bien, con la cara grasosa y roja.
—Esta tarde conocerás a tu mentor —informó Jensen al ver que Adam había quedado mudo—. Dirígete a mi oficina después de tu última clase, allí el capitán Yakov estará esperando.
—Sí, señorita Jensen —aceptó Adam.
—Puedes irte.
Adam no titubeó en obedecer y prácticamente salió corriendo del salón de clases.
En ese momento Jensen comprendió que Adam y ella estaban separados por una gran distancia creada por la experiencia.
Adam era un jovencito que hasta ese momento estaba conociendo lo que era el funcionamiento del ser un soñador nato, en cambio, ella desde muy niña lo supo y tuvo que madurar para conseguir el dominar las habilidades de soñadora. Sus entrenamientos rayaron en tortura y así logró evolucionar sus capacidades para conseguir ser decana.
Adam aún estaba descubriendo quién era él, cuál era su verdadera identidad. Los separaba un océano de conocimiento. Su historia estaba destinada a no ser jamás.
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—Intenta que no te afecte lo que ella dice —aconsejó Luie a Adam.
—Ella le dañó el día a todos los de primer año, es una bruja —comentó Issis y después le dio un sorbo al jugo.
Adam estuvo a punto de desplomarse cuando llegó donde sus amigos. Estaba pálido, con rostro de haber visto a un fantasma y ahora intentaba recuperarse de la lluvia de emociones que había vivido en su segunda clase.
Allí, en la cafetería central, la mañana comenzaba fresca y merendaban una ensalada de frutas con jugo de manzana mientras pasaban el mal gusto del momento.
Los amigos de Adam asociaban que su estado anímico se debía a que Jensen lo asustó al tener una conversación a solas. Nadie imaginaba que era porque la frágil autoestima del joven se vio afectada al conversar frente a frente con la mujer que lo traía más que enamorado y ahora pensaba que no tenía ninguna opción con ella.
Jensen era capaz de derrumbarlo con una sola frase. De hecho, había llegado a tal punto que Adam imaginaba a Jensen diciéndole cosas negativas y realmente creía que eran verdad, que era la forma más realista de ver las cosas.
Maldecía a sus adentros por ser un joven tan inseguro de sí mismo, también por ser menor que Jensen y tener que pasar todo su proceso adolescente frente a ella. Anhelaba ser un hombre adulto, seguro de sí mismo, alguien que Jensen admirara.
Se había sumergido tanto en sus pensamientos deprimentes que sus ojos se llenaron de lágrimas.
—No puedo creer que ese joven se haya hecho en los pantalones, pobrecito, fue en su primer día de clases —comentó Issis.
—Dicen que eso es normal en la clase de la soñadora Jensen —explicó Luie—. Una vez tuvieron que llevar a una joven a la enfermería porque se desmayó y después convulsionó; bueno, eso rumoran, no se sabe si es verdad.
—Yo creía que ella era diferente —dijo Adam con semblante triste.
—Todos creíamos que era diferente, Adam —intervino Issis—. ¿O se te olvida que la admirábamos mientras estudiábamos para el proceso de admisión?
—No me refiero a que sea malvada —explicó Adam—. No me parece que lo sea, de hecho, lo que dijo tiene mucho sentido, demostró las fases del miedo en medio de la clase.
—Traumando a un pobre joven, ¿eso te parece bien? —cuestionó Issis—. Además, mira cómo te dejó, estás que lloras. Casi te desmayas del miedo cuando venías.
Adam decidió hacer silencio porque por dentro debía reconocer que sus amigos no sabían nada del contexto en el cual él hablaba.
En su garganta se fue formando un nudo que lo obligaba a llorar.
—Dios… qué día tan espantoso —sollozó y apretó los puños sobre sus ojos—. Quiero que se acabe ya.
—Mira cómo te dejó y encima la estás defendiendo —renegó Luie y chasqueó la lengua—. Oye, si quieres, te puedes saltar las clases y descansar un poco.
—No, no puedo hacerlo, después de la última clase debo ver a mi mentor —informó Adam y escurrió sus lágrimas de su rostro con la capa e intentó calmarse—. Debo estar presentable para la tarde. Desde ahora, estaré mejor.
Issis arrugó su entrecejo al parecerle demasiado extraño el cambio repentino de Adam.
—¿Y a ti qué bicho te picó? —preguntó.
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Las clases del decano Marcow se impartían en un auditorio medianamente grande, el ambiente era totalmente diferente a las clases de Jensen, aquí se sentía mucha más tranquilidad, los alumnos estaban relajados, conversaban entre sí mientras esperaban a que el anciano entrara al auditorio.
Esto le gustó mucho a Adam, tenía altas expectativas con la clase de Sueños Lúcidos, le dijeron variadas opiniones positivas al respecto y quería ver qué tan interesante era el decano. Las personas casi lo idolatraban, así que debía ser alguien sumamente bueno.
Cuando lo vio entrar, todos los estudiantes aplaudieron y el hombre, en vista de tal recibimiento, sonrió alegremente y saludó con una mano.
—¡Es toda una celebridad! —se dijo Adam con impresión.
Volteó a su derecha cuando sintió el removimiento que hacía su amigo Luie. El joven estaba eufórico, aplaudiendo y silbando.
—¡Mira, Adam, es el decano Marcow! —Luie lo zarandeó de un hombro.
—Ya lo sé… —renegó Adam.
Adam quitó la mano de su amigo de su hombro y se acomodó en la silla.
Cuando el decano Marcow hizo señas con una mano para que cesaran los aplausos, paulatinamente un silencio inundó la habitación.
—Los de primer año siempre son los más eufóricos —comentó el hombre con una ligera sonrisa—. Aunque también me pasa con las clases avanzadas; únicamente espero que sigan así de alegres cuando finalice el año. —Se escucharon algunas risas—. Es hermoso que tantos jóvenes en pleno inicio de su juventud tengan tanto deseo de aprender, es por esta misma razón que sigo impartiendo clases. Jóvenes tan talentosos como todos ustedes son el futuro de esta academia. Han tenido un largo recorrido para llegar hasta aquí, así que siéntanse orgullosos, porque no cualquiera es admitido en el CCI y por esa misma razón es un logro y honor el estar hoy frente a ustedes. Un aplauso para ustedes mismos. —El decano Marcow comenzó a aplaudir.
Issis soltó un grito de emoción mientras aplaudía.
—¡Me fascina este decano!, ¡es increíble! —exclamó.
Sí, era muy razonable que tantos estudiantes admiraran y quisieran con tanta devoción al decano Marcow. Su personalidad era todo lo opuesto a Jensen.
Marcow hizo una introducción sobre los sueños lúcidos, nada que Adam no haya estudiado anteriormente. Después, mostró varias proyecciones donde hablaba sobre las dimensiones y sus características. Explicó sobre el uso correcto de los controladores de sueños y las limitaciones que se tenía según la edad.
Adam estaba decepcionado, si así serían todas las clases, se aburriría de sobremanera. Sin embargo, notó que todos los estudiantes estaban concentrados y tomaban apuntes en sus tabletas suspensoras, a veces acentuaban muy atentos a las palabras del decano Marcow. Adam los comparó con unos niños implorando que un adulto les entregara un dulce.
Al finalizarse la clase, Luie corrió a hablar con el decano Marcow. Esperó a que varios estudiantes terminaran una conversación con él para tener su turno.
—Luie, hoy es muy apresurado —comentó Adam—. Todos tienen la misma intención.
—Ni sabes lo que quiero hablar con él —bufó Luie.
—Le pedirás que te deje ser su aprendiz —dijo Adam con tono aburrido.
Luie titubeó y después chasqueó la lengua.
—Pues no le pediré eso —soltó con tono irónico—. Le… pediré que me asesore con unos libros sobre sueños lúcidos para ahondar en el tema.
Adam no dijo nada al respecto, sabía que Luie no daría el brazo a torcer, había esperado diez años para poder tener al decano Marcow frente a él, así que era comprensible su gran entusiasmo.
Una vez el decano estaba cruzando la entrada del auditorio, Luie corrió a hablar con él. Issis y Adam lo siguieron de lejos, curiosos por escuchar la conversación que tendría su amigo con Marcow.
—Buenos días, señor Marcow —saludó Luie e hizo una reverencia.
—¡Oh, por Dios, hijo, no te inclines ante mí! —pidió el anciano y dejó salir una pequeña risita—. No tengo un rango tan alto.
Vaya, Luie estaba comenzando con el pie equivocado. Adam pasó una mano por su cabello liso y sintió el rubor cubrirle el rostro. Notó que Issis también estaba avergonzada por el comportamiento de Luie.
Sin embargo, su amigo seguía en pie ante la lucha por conseguir la aprobación del decano Marcow.
—Señor, necesito que me ayude —pidió Luie con voz muy convincente y notó la impresión en el rostro del anciano—. Si está en sus posibilidades, me gustaría que me asesorara con conocimiento sobre los sueños lúcidos.
—¿Y por qué medio quieres que lo haga? —preguntó el decano—. Si es dejándote ser mi aprendiz, no me es posible. Me temo que ya tengo demasiados aprendices y no cuento con nada de tiempo.
La desilusión estrujó el rostro de Luie, aunque intentó disimularlo.
—Oh, no, señor. Si bien es cierto que me encantaría ser su aprendiz, comprendo que en el momento no me es posible —explicó Luie—. Lo que necesito es saber son los nombres de libros que me ayuden a ahondar en el conocimiento de los sueños lúcidos. Verá, señor Marcow, he pasado diez años de mi vida intentando entrar a la academia y ahora que he alcanzado esta grandiosa meta, mi objetivo es no perder ni un minuto de mi tiempo y estudiaré todo lo que me sea posible. Usted es la persona más idónea para mí, alguien sumamente inteligente y me complacería en gran manera si pudiera ayudarme con indicaciones de qué libros leer, por dónde podría comenzar.
Aquello pareció interesarle de sobremanera al decano Marcow. Atusó los lentes gruesos en el puente de su nariz y escrutó a minuciosidad al joven moreno de cabello rizado que tenía frente a él, debía alzar un poco la mirada, porque Luie lo sobrepasaba en altura.
—Eh… vaya… es sorprendente tu convicción, muchacho —comentó con notable impresión—. Hmm… sí… debes estudiar mucho ahora que tienes la posibilidad de permanecer en el CCI. Es increíble que no te hayas dado por vencido, sobre todo cuando era tu último intento.
Los ojos de Luie brillaban de alegría al ver que el decano Marcow le estaba dando su aprobación. No era el único impresionado, Adam e Issis observaban con suma sorpresa que el plan de Luie estaba dando frutos.
—¿Sabes? Yo estuve seis años de mi vida intentando entrar al CCI —confesó el anciano—. En ese tiempo era sumamente difícil el poder entrar. Estamos hablando de hace doscientos años, muchacho, eso es mucho tiempo.
—¡Oh, sí, muchísimo tiempo! —exclamó Luie.
—En esa época no había tantas oportunidades y opciones como las hay ahora para poder esperar a ser admitido en las academias de Soñadores Oficiales —siguió narrando el decano—. A mí me decían que dejara de insistir, me tacharon de VILS. ¿Sabes lo que significa VILS?
—Claro que sí, señor, VILS: Vagos Inútiles que no Logran aceptar que no son Soñadores —respondió Luie—. A mí también me tacharon de VILS, señor, es horrible.
—Pero aquí estamos, hijo, luchando por el lugar que es nuestro —dijo Marcow—. No dejes que nadie te diga que eres menos. Tú más que nadie conoces lo que es luchar por lograr tu objetivo.
Los ojos de Luie se llenaron de lágrimas y acentuaba repetidas veces ante el discurso del anciano.
—Lee los libros que te recomendaré y una vez los termines, me buscas para conversar —informó el hombre—. Si tienes preguntas, después de clases puedes acercarte a mí. Quiero que cuentes conmigo para todo lo que necesites, ¿entendido?
—Muchas gracias, señor Marcow —sollozó el joven. Rápidamente limpió una lágrima que se deslizó por su mejilla derecha.
El anciano le dio dos palmaditas al hombro derecho de Luie.
—Bien, anota —pidió Marcow.
Adam observaba con suma impresión la conversación entre el anciano y Luie. Se podía sentir un paternalismo casi palpable. Aquello le generó la confianza suficiente para acercarse un poco más y saludar al decano.
Tanto Issis como Adam se acercaron para saludar a Marcow.
—¿Ustedes son los amigos de este guerrero? —preguntó el hombre con una sonrisa alegre.
—Así es, señor —contestó Adam.
Luie alzó un momento la mirada de su tableta digital de apuntes donde escribía rápidamente los nombres de los libros que Marcow anteriormente le había dictado.
—Sí, son mis amigos más cercanos, nos conocimos el día de los exámenes —informó el joven.
—Ah… pero qué bien —soltó el anciano y acarició la cabeza de Issis—. Tienes un rostro muy inteligente.
—Gracias señor, aunque me esfuerzo mucho por aprender —comentó ella con el rostro ruborizado.
Marcow se concentró después en Adam al parecerle sumamente conocido.
—Ah… eres tú —dijo al recordarlo—. Eres el aprendiz del capitán Yakov, ¿no es así?
—Así es, señor, mi nombre es Adam —respondió el joven con suma impresión.
A Marcow le pareció sumamente interesante que el mejor y peor estudiante admitido por el CCI fueran amigos. Era una situación cuestionable.
—La vida es sumamente curiosa —comentó el anciano—. Recompensa a muchos y castiga a otros.
Adam quedó extrañado ante aquel comentario. ¿Qué intentaba decirle?
—Debes valorar lo que la vida te ha regalado —le dijo a Adam.
El rostro de Adam se pasmó ante aquel comentario del anciano. ¿Le estaba diciendo que su lugar en el CCI era un regalo de la vida?
Pero hizo silencio ante aquel comentario hiriente y se tragó la desazón del momento.
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DATO CURIOSO:
La humanidad ha evolucionado a tal punto que las personas logran vivir hasta trescientos años, por lo cual, se considera una persona adolescente hasta que cumple cuarenta años. Jensen en la novela, aunque tiene veintisiete años, se la ve como alguien sumamente joven y bastante madura para su edad y es bastante popular por esta misma razón, ya que es la persona más joven de la academia y es sorprendente para los decanos que alguien tan joven haya logrado tanto en tan poca edad (es una chica genio, esa es la razón de su popularidad).
A Jensen se la considerará una joven adulta cuando cumpla cuarenta años, por lo cual, al principio de la novela, cuando habla con sus amigos sobre el joven que estaba conociendo en sus sueños, sus amigos la trataron de ingenua porque la siguen viendo como una adolescente que puede ser fácilmente engañada.
Jensen lucha a diario para que la vean como alguien madura, por lo mismo se comporta con mucha seriedad, aunque desde pequeña se la moldeó para tener dicha personalidad.
Sus amigos Madeline y Grecor en la novela tienen cuarenta y cinco años, aunque su apariencia es de jóvenes de veinte años. Se los considera jóvenes adultos y por lo mismo en la historia siempre están dándole consejos a Jensen y la cuidan. Pero esto no los deja exceptos de ser considerados también como muy jóvenes para los puestos que actualmente ocupan y muchas veces son subestimados por los más adultos por esta misma razón.
En el caso de Adam, al tener diecinueve años, lo consideran un pre-adolescente, alguien que apenas se está formando. Al estar entrando a la academia, Jensen lo considera un niño asustado que no sabe nada de la vida. Sin embargo, en los exámenes Adam demostró ser altamente maduro para su edad y atrajo la curiosidad de todos por esta característica.
Una relación entre Jensen y Adam no podría darse. A Jensen la tratarían de ser ingenua y perjudicaría su hoja de vida al no verla como apta para ser decana de la academia y si los padres de Adam se llegaran a enterar que su hijo tiene una relación con una decana del CCI, podrían denunciarla por acoso infantil al ser Adam prácticamente un niño frente a la sociedad.
Se considera mayor de edad a una persona que cumpla treinta años, así que Jensen todavía es menor de edad, pero por su cargo en el CCI se la considera madura para afrontar cargos penales.
Por esta misma razón, Jensen se apartó de Adam después que él la besó en el sueño. Sabe que una relación con Adam o simplemente una aventura es demasiado arriesgada e imposible.