Capítulo 11: el miedo y otras torturas

4850 Words
En los derechos básicos actuales que todo individuo humano tenía estaba el recibir estudios desde el inicio de su vida. Existían academias para infantes donde los padres enviaban a sus hijos obligatoriamente para que se les instruyera y se llevara un seguimiento de su desarrollo en sus primeros años de vida. Era indispensable que un niño tuviera un óptimo desarrollo desde su nacimiento para que no generara traumas que marcaran su vida. Para que una mujer quedara embarazada, debía estar en la edad de sesenta años, la cual se consideraba buena para que tuviera un hijo. Si realmente dicha mujer quería tener un hijo, tanto ella como su pareja debían pasar una solicitud para ser examinados psicológicamente si cumplían con los requisitos para criar a un hijo. Pero antes de tener un hijo, la pareja debía poseer una casa con el espacio y las comodidades para que un niño creciera cómodamente. Eso era lo más fácil, ya que, tanto la mujer como el hombre al cumplir su mayoría de edad se les era otorgado una solicitud para reclamar una vivienda cuando les fuera necesario. Los jóvenes siempre guardaban esta solicitud hasta que terminaban sus estudios básicos y especialidades. Entre más estudios y especialidades las personas acumulaban, así como horas de trabajo en X área, generaba en la cuenta de cada persona una cifra en sus tarjetas bancarias para que suplieran sus gastos básicos. Esto creaba que todos se enfocaran en mejorar sus cualidades y estudiar; sobre todo estudiar. Pero no era estudiar cualquier cosa, había que tener un enfoque. Las personas estudiaban para poder comprenderse y entender su sentido en la vida. Se trabajaba para ser feliz y sentir que era de utilidad en la sociedad y que podía dejar una huella en el planeta. Esto producía que en la sociedad humana existieran muchas especialidades y áreas de trabajo tan variadas que la tasa de desempleo era inexistente. Las personas eran tan apasionadas en lo que hacían que la competencia por obtener X trabajo en X empresa era bastante reñida, generando que las mismas empresas tuvieran que pedirles a sus trabajadores que se fueran a descansar. En algunos casos, los edificios laborales debían desconectar la energía para obligar a sus trabajadores a marcharse a sus casas y así descansar; pero esto muchas veces no era de utilidad, ya que ellos se conectaban en sus sueños a la Nube para así seguir trabajando.  Con esta problemática de competencia en la sociedad, los gobiernos tuvieron que implementar una ley en la que, si una persona que se encontrara laborando sobrepasó un límite de horas laborales, obligatoriamente debía tomarse unas vacaciones o la empresa podría evaluar el destituirlo de su cargo. En promedio, una persona común pasaba el ochenta por ciento de su vida estudiando, investigando sobre la especialización en la cual enfocó su vida. Los viajes astrales y en el plano terrenal, los investigativos, eran los más populares, sobre todo en los estudiantes recién graduados de la escuela. Emprendían largos viajes para conocer el planeta y poder entender la evolución de las diferentes especies. Al ser el control mental y la espiritualidad tan necesaria en la vida del ser humano, el estudio era prioridad tan necesaria, casi como respirar. No había tiempo para preocuparse por tener pareja o traer al mundo hijos, la tasa de natalidad siempre se mantenía baja y los diferentes gobiernos debían hacer campañas para que las parejas se animaran a tener más hijos. Las familias normalmente tenían un hijo, y decidían traerlo al mundo después de cumplir los cien años de edad. Era una edad perfecta, ya se era altamente maduro, se poseía hasta ese momento una tarjeta bancaria con un saldo suficiente para que a dicho niño no le faltara nada en su vida y también los padres poseían puestos de trabajos estables. En el tema de los Soñadores Oficiales, rara vez llegaban a tener hijos en la edad joven. Preferían esperar a tener ciento cincuenta años o hasta más para casarse y procrear. Sin embargo, era normal que decidieran quedarse solteros, ya que, al haber una ley donde se estipulaba que las parejas con hijos debían solamente trabajar medio tiempo, esto impedía que los Soñadores Oficiales no pudieran avanzar de rango y era un problema para una pareja joven. Por esta misma razón, las parejas de Soñadores Oficiales preferían mantener sus relaciones amorosas en secreto o no oficializarlas para así no verse obligados a vivir juntos o casarse y seguir manteniendo un estilo de vida de personas solteras.    . . . El capitán Yakov tenía en su nuca los tres triángulos entrelazados en línea horizontal. Era un sutil tatuaje que le informaba a Adam que su mentor era uno de los mejores soñadores del continente y pertenecía al selecto grupo de los decanos de élite del mundo. Se preguntó qué debió hacer el señor Yakov para lograr tener aquella insignia en su cuerpo. Se reunía con su mentor en una de las grandes bibliotecas de cinco pisos que tenía la academia, en un espacio privado donde tenían toda la comodidad para hablar y le servía a Adam para estudiar. En esa primera semana que pasó con el capitán Yakov, Adam notó el régimen estricto de estudio que le presentó su mentor. Le pedía que tuviera cierto libro leído para el día siguiente o que le hiciera un resumen sobre X investigación. Sin embargo, a Adam le gustaba, porque todo esto le permitía entender cada vez más sobre los miedos de las personas y su evolución a lo largo de la vida. En la actualidad, los miedos más comunes era no poder avanzar en el área donde la persona se desempeñaba, también estaban las crisis existenciales o la obsesión con dimensiones que le fueron prohibidas. Esto le parecía interesante, porque en el pasado, los miedos de las personas radicaban en temas que para él era difícil de comprender que alguien lo tuviera, uno de ellos era el miedo a quedarse sin dinero y tener que pasar necesidades; ¿cómo era posible que las personas se preocuparan por algo tan banal? También encontró el miedo a quedar desempleado y uno de los miedos más comunes en el pasado era caminar por la calle y perder la vida a manos de gente desconocida. Adam llegó a reírse mientras leía dichos miedos, porque en la actualidad, nada de eso podría ser probable o muy imposible que le sucediera a una persona común. —¿Cómo podía existir en el pasado el miedo a no comer? —preguntó Adam a su mentor un viernes por la tarde. —En el pasado, existía mucha desigualdad —explicó Yakov. —Eso lo sé, señor, pero ¿por qué tenían miedo a no tener dinero para comer? —inquirió—. En el libro dice que las personas llegaban a tener pesadillas que los torturaba con la idea de morir por el hambre. ¿Cómo era eso posible? —Como te expliqué, había mucha desigualdad y más de medio planeta debía soportar el ser privado de necesidades básicas como el comer tres comidas diarias. No existía la igual para todos como ahora, donde al cumplir tu mayoría de edad tienes derecho a elegir una casa propia y antes de graduarte de la escuela se te busca una universidad o academia para que sigas cursando tus estudios y así jamás llegues a quedar vulnerable ante la sociedad. En el pasado, debías comprar tu casa, las cuales eran extremadamente costosas y muchas personas no tenían dicho dinero para poder tenerla, así que, lo más común era pagar el alquiler de una vivienda o una habitación para poder dormir, haciendo que las personas si a lo mucho tenían para comer. Esto hacía que las personas vivieran con alto grado de estrés y ansiedad. Existían personas sin hogar, dormían en las calles, temiendo que algo les sucediera en las noches; en el pasado era normal ver personas pidiendo limosna, que les regalaran algo para comer. Por más que su mentor le comentaba sobre la vida pasada, a Adam se le hacía difícil entender, al ser algo que no existía en la actualidad. Sin embargo, en los libros de historia había algunas fotos donde aparecían personas caminando solas por las calles con rostros llenos de miedo, también otras donde aparecían niños casi cadavéricos con ojos rebosantes de tristeza. —¿Por qué se permitía que la sociedad viviera de esta forma? —preguntó Adam. —Por la falta de educación y por personas sedientas de poder. Se acumuló a lo largo de la historia de la humanidad acciones negativas que derivaron en un planeta desigual, en una competencia de quién tuviera más poder. Aunque no logres imaginarlo, en el pasado el dinero representaba poder, las personas enfocaban toda su vida en conseguirlo, era como una carrera, porque sin dinero, las personas eran consumidas por el miedo. . . . Luie observaba con impresión el tatuaje en forma de círculo de tres centímetros de ancho alrededor de la parte superior del brazo. Estaba hecho con minúsculos puntos negros y compaginaba de forma perfecta con el escudo de Soñador Oficial, la estrella encerrada en el escudo del sol. —Ahora debes tonificar tus brazos para que se vea mucho más imponente —dijo Luie mientras comía una bolsa de papel reciclada llena de papas fritas—. Bueno, aunque con el loco de nuestro entrenador, para fin de año ya estarás en forma.   Se encontraban cerca al lago estudiando para el primer examen que tendrían dentro de la academia. —¿Ya has entrenado con el capitán Yakov? —preguntó Issis a Adam a su lado en la mesa de piedra. —No, entrenamiento como tal, no —respondió—. Me dijo que primero debo aprender la teoría, así que en sus horas de entrenamiento me la paso estudiando. Dijo que apreciara esas horas, porque, cuando comience el entrenamiento terminaré llorando y suplicando el que me envíe teoría. —Si lo dice es por algo —comentó Luie con rostro preocupado. —Eso mismo pensé, así que no he rechistado para nada, además, me sirve porque últimamente estoy con mucho dolor en el cuerpo, debo esperar a que mi cuerpo se acostumbre al ritmo de los entrenamientos con el profesor Milton. —Yo ayer no podía con mis piernas —se lamentó Issis. —Yo no puedo subir casi mis hombros, me duele demasiado la espalda —intervino Luie—. Y eso que yo todos estos años me había estado entrenando. —¿Entrenando en qué? —preguntó Issis mientras fruncía el entrecejo. —El físico, hacía ejercicio —explicó el joven—. Hacía aeróbicos con mi mamá. —Con razón… —Issis lo barrió con la mirada—. Si estás más lánguido que Adam… —¡Oye…! —rechistó Adam. Issis se partió en risa y le dio un manotazo a Adam en el hombro. —¡Ay, que dejes de golpearme que me duele! —chilló el joven con fuerza. —Anda, verdad… —soltó Issis mientras se apartaba de Adam. Luie siempre traía consigo un libro diferente sobre inducción a Soñador Oficial o teoría de sueños lúcidos. Les había pedido a sus amigos que se reunieran por las noches para que lo ayudaran a estudiar y les explicaba a sus amigos algo nuevo que le enseñó el decano Marcow. Adam sabía que a ese ritmo Luie nunca podría avanzar de verdad en la academia, porque veía dichas investigaciones de su amigo como pañitos de agua tibia y jamás podría tener notas cualitativas que demostraran un desempeño requerido por el CCI. A mitad de una de sus horas de estudio, Adam le generó bastante curiosidad una pregunta hacia su amigo. —Luie, ¿en qué te gustaría especializarte? —preguntó. El joven frente a él levantó la mirada de su libro. —Bueno… —habló Luie—, no lo sé, hasta ahora mi único objetivo era entrar a la academia, así que nunca pensé en qué me especializaría una vez adentro. Para mí es todo un logro el haber sido aceptado, así que me enfoco en permanecer aquí. —Pero deberías comenzar a buscar tu enfoque, así podrás estudiar más a fondo en dicha área y tener unos mejores puntajes —aconsejó Issis, a la cual le generó curiosidad la pregunta de Adam. —Es verdad lo que dijo Issis —opinó Adam—. Es mejor que estudies algo en concreto y así demuestres tus cualidades en dicha área. —El decano Marcow da teoría general sobre Sueños Lúcidos —comentó Issis—. Tú quieres que sea tu mentor, ¿por qué no investigas más a fondo sobre esa especialización? —Puede ser, probaré con ello —aceptó Luie. . . . Adam se encontraba en medio de la clase de Reconocimiento de Sueños Oscuros. Había estudiantes nuevos, unos de clases avanzadas que estaban repitiendo la asignatura. Jensen pidió un monitor para la clase y, aunque varios valientes se ofrecieron para el puesto, ella decidió elegir a Adam. Por alguna razón, Jensen atribuía el que no se sorprendiera de los monstruos que ella creaba como algo positivo. Aunque Adam no le generaba miedo porque sabía que eran hologramas hiperrealistas. De tanto ver a su mejor amigo Leo crearlos en las dimensiones cuando estaban en la escuela ya no le causaban nada de miedo. Issis odiaba que Leo siempre la molestara con estos monstruos y por eso no se reunía con ellos en las dimensiones donde a Adam y Leo les gustaba pasar sus noches. Adam ganaba popularidad entre sus compañeros de clases, no solo en Reconocimiento de Sueños Oscuros, sino también en otras asignaturas, como Composición de Dimensiones, en la cual se destacaba porque se le hacía fácil introducirse en sueño profundo e ir a las dimensiones que el profesor ponía como trabajo. Y así como su fama en el CCI crecía por asignársele el título entre los estudiantes como “El niño genio”, crecía la envidia. Empezaron a surgir rumores de que Adam era hijo de soñadores natos y por eso se le asignó un puesto tan privilegiado. Fue tanto así que una tarde en medio de una clase de Reconocimiento de Sueños Oscuros, Lisa, una de sus compañeras hizo un comentario desdeñoso hacia Adam después que Jensen informó los resultados cualitativos de un examen. —Si yo tuviera padres soñadores también todo en el CCI se me daría fácil —dijo a un compañero que estaba sentado a su izquierda. Esto lo escuchó Jensen y no titubeó en regañarla frente a todos. —¿Conoces a la familia de Adam? —preguntó Jensen, acercándose a ella con paso lento y mirada penetrante. Toda el aula de clase fue invadida por el silencio incómodo. —Hmm… no, señorita Jensen —respondió Lisa con nerviosismo. —Entonces, ¿por qué dices que Adam tiene padres soñadores? —Jensen se cruzó de brazos. —Bueno… es lo que dicen, que Adam tiene papás soñadores que trabajan en la academia —respondió. Jensen volteó a ver a Adam. —¿Es eso cierto, Adam? —preguntó. —No, señorita Jensen —contestó Adam. —¡Eso es mentira! —intervino Issis con tono impotente—. Dicen eso porque hay gente envidiosa que está mal porque Adam tiene un rango alto y ellos no. —Fulminó a Lisa con la mirada—. ¡El papá de Adam es profesor de química cuántica y su mamá es chef en el restaurante El Gran Cañón! —Issis, no… —pidió Adam por lo bajo. —¡Déjame, todos tienen que saber que tú no te has ganado tu puesto porque tus papás sean soñadores, debes desmentirlo, Adam! —rechistó la joven—. ¡Lisa solo tiene envidia porque por más que intente esforzarse no puede superarte! —¡Deja de decir cosas que no son! —rechistó Lisa con voz aguda. —¡Eres una envidiosa, es por eso que dices esas cosas! —protestó Issis—. ¡Deja de hablar mal de los demás y ponte a estudiar a ver si aprendes algo! Lisa iba a responder, ya se había levantado de su puesto, pero Jensen intervino. —Se callan las dos o las envío a dirección estudiantil —sentenció. Volvió a reinar el silencio. Jensen inspiró hondo y esperó a que las energías se calmaran. —El próximo que escuche esparciendo rumores falsos, lo expulsaré de mi clase —informó y volteó a ver a Lisa—. Este comportamiento que has tenido quedará con un memorando en tu hoja de vida estudiantil. Uno más y te expulsaré de mi clase. El rostro de Lisa palideció y sus ojos se llenaron de lágrimas. Jensen volteó a ver a Issis. —Solo por esta vez valdré tu comportamiento, pero para la próxima, te expulsaré de mi clase por saboteo —advirtió. . . Adam debía esperar después de la clase de Jensen a su práctica de Tortura Mental con el capitán Yakov, hacía una semana que comenzó las prácticas y hasta el momento podía soportarlo, aunque la presión en cada ejercicio se volvía cada vez más fuerte. Le gustaba acompañar a Jensen en el salón porque podía preguntarle cosas para que ella le diera técnicas prácticas para usar en medio de los ejercicios. Además, en ocasiones lograba estar a solas con ella, cuando Lily se encontraba en clase y no la asistía. Adam fingía que únicamente tomaba esos espacios de intimidad como algo natural sin cero interés personal, cuando realmente le fascinaba, porque eran ellos dos, solo él y Jensen. La estudiaba a fondo y al estar tan cerca, podía oler su aroma a vainilla con frutos dulces que tanto le fascinaba.   Pero, después de un mes, Jensen permitió que Lily la asistiera más horas y la dejó a prueba para evaluar si realmente podría ser su asistente oficial, así que rara vez se encontraba sola. Por lo mismo, el joven debía resignarse a nunca estar a solas con su amor platónico. Jensen era bastante buena dando consejos, a Adam le sorprendía, porque no creía que fuera a tener tal grado de paciencia con las personas para escucharlos y aconsejarlos. Entendió que allí radiaba el por qué los directivos la dejaron a cargo de los estudiantes de primer año. —Nunca le huyas a un miedo —aconsejó Jensen a Adam—. Son tus miedos profundos, debes vencerlos o ellos te controlarán. La única forma de ganarles es confrontándolos. Tampoco finjas el no tener miedo, estás enfrentando a tu inconsciente, él te conoce mejor que nadie. Lily se encontraba con ellos, ayudaba a Jensen organizando la siguiente clase. Jensen no entrenaba a Lily, solo dejaba que la asistiera no oficialmente, dijo que debía probarla antes de quitarle el castigo por desobedecer al capitán Yakov. Pero parecía que Lily estaba conforme con estar cerca de la mujer y observarla en su labor. —¿Todos los entrenamientos que me dará el señor Yakov serán en la cámara de tortura? —preguntó Adam. —Oh, no, esto apenas son inducciones, Adam —aclaró Jensen. Ella hablaba con un tono suave cuando no era referente a trabajo, sonaba muy tranquila. Adam la comparaba con un atardecer en la playa, justo donde le dio su primer beso. Aunque su semblante siempre fuera serio y casi inexpresable, Jensen abundaba en conocimiento y eso le atraía muchísimo al joven. Se preguntaba cómo sería hablar con ella sobre la vida, seguramente tenía una forma muy peculiar de verla. —Seguramente en un mes estarás en la cámara interdimensional —informó Lily, cuando notó que Adam no sabía a lo que se refería, supo que debía explicarle—: La cámara interdimensional es donde practica el Escuadrón de Tortura Mental, allí es donde conocerás el verdadero entrenamiento. Necesitas dominar tu mente y la realidad terrenal. Es muy, pero muy complejo dominarlo, por lo mismo, necesitas un estricto entrenamiento tanto físico, como mental antes de entrar a la cámara. Por eso el capitán Yakov te está poniendo a prueba en las inducciones, para ver si soportarás dicha presión. —Pero tú eres capaz de hacerlo, Adam —dijo Jensen mientras recogía unos papeles del escritorio—. Si el capitán Yakov te escogió como su aprendiz es porque sabe que tienes la fuerza para hacerlo. —¿Hay algún libro que me recomiende para conocer a fondo sobre la cámara interdimensional? —preguntó Adam. —No hay libros, Adam, es información clasificada de la academia, sin embargo, existen documentos que puedes leer sobre el funcionamiento y algunos experimentos que se han hecho en ella. —¿Dónde los puedo encontrar? —Están en mi poder —informó Jensen—. Cuando termines tu entrenamiento con el capitán Yakov, ve a mi oficina para que puedas leerlos. Desafortunadamente no puedo entregártelos, pero puedes estudiarlos allí.   Esa tarde, mientras el sol se colaba por la ventana del salón, a Adam le pareció que Jensen se veía mucho más hermosa de lo usual. Siempre vestía ropa de colores sobrios con tacones altos y sujetaba su cabello en una coleta alta, así daba esa impresión de una mujer adulta sumamente seria. Pero a Adam la veía como la decana más hermosa que tenía el CCI. . . . La cámara de tortura mental era una habitación totalmente blanca donde Adam ingresaba con el capitán Yakov para sus entrenamientos. Allí el joven se sentaba en el piso frente a su mentor y, cuando le ordenaba que cerrara los ojos, podía transportarse a las dimensiones que Yakov quería que viera. Muchas de estas dimensiones eran siniestras, donde se encontraban los miedos más profundos de Adam. El miedo que Adam aún no era capaz de descifrar era el mismo que se mostró en su examen de admisión. Tomó mucha más fuerza con las deformaciones de las personas que entraban y ahora también aparecía él mismo con aquel semblante cadavérico y ojos negros, profundos, como dos hoyos negros. Adam recorría la casa y siempre terminaba en el comedor, observando a toda su familia sentada alrededor de la mesa. Todos lo observaban con tal intensidad que lo hacía removerse en su puesto y sentía que su garganta creaba un nudo que lo torturaba. —¿Qué se supone que deba hacer? —preguntó Adam esa tarde—. ¿Por qué siempre me trae aquí? El capitán Yakov salió de las sombras y lo observó fijamente. —No lo sé, Adam —dijo—, eres el único que sabe por qué estamos aquí. —Yo… no lo sé —sollozó Adam al no soportar el malestar en todo su cuerpo. Incertidumbre, angustia, miedo, zozobra por lo desconocido… Adam se sobresaltó cuando vio que detrás del capitán estaba apareciendo una sombra. —¡Capitán, cuidado! —gritó y estuvo a punto de levantarse, pero su madre, que estaba frente a él, alargó uno de sus delgados y cadavéricos brazos para tomarlo del cuello, obligándolo a quedarse en su puesto. Entonces, logró vislumbrar la silueta de Jensen, pero con el mismo semblante monstruoso que tenían todos allí. —Oh, pero miren quién ha venido a visitarnos —dijo Jensen con una voz quebradiza que le daba un aire mucho más tétrico—. El pequeñito bebé miedoso… —Se acercó hasta estar al lado de Adam y le acarició el cabello con sus largos dedos—. Y está temblando, tiene tanto miedo… —Mi pobre bebé está asustado —dijo su madre y soltó una risita burlona—. Siempre ha sido tan miedoso, desde que era un bebé. —¿Sabes la razón para que Jensen esté dentro de tus miedos más profundos? —preguntó Yakov. Adam cerró los ojos y sintió que el agarre en su cuello se apretó mucho más. —Es alguien a quien admiro mucho —dijo Adam entre un gruñido. Una presencia se acercó a él. Adam abrió los ojos y soltó un grito cuando se vio a sí mismo con aquella apariencia monstruosa. —Deja de mentirte —susurró su yo monstruoso y desplegó una enorme sonrisa—. Jamás podrás vencernos, ¿entendiste? Mentir. Mentirse a sí mismo. La tortura de sus miedos más internos era la razón para que no pudiera vencer a aquellos monstruos. “La única forma de ganarles es confrontándolos. Tampoco finjas el no tener miedo, estás enfrentando a tu inconsciente, él te conoce mejor que nadie.” Ese fue el consejo que le había dado Jensen. Sintió que el agarre en su cuello cesó. Dejó que las lágrimas salieran a borbotones de sus ojos. —La señorita Jensen es alguien demasiado superior a mí —confesó—. Yo estoy enamorado de ella, la admiro mucho, pero también estoy enamorado de ella. —Observó fijamente a la Jensen que tenía a su lado y notó que comenzaba a tener los verdaderos rasgos físicos que poseía la Jensen en la vida real y eso le avergonzaba de sobremanera, se sentía desnudo. El enfrentar la verdad le generaba mucho más terror que aquellos monstruos. —Entonces, ¿estás enamorado de mí? —Era la voz real de Jensen. Se observaron fijamente y el cuerpo de Adam comenzó a temblar. —Sí, todo este tiempo he estado enamorado de usted. —La confrontó. —Eres simplemente un niñito asustado, no eres digno de amarme —sentenció Jensen con la voz severa característica de ella. —Lo sé, pero es un sentimiento que no puedo evitar —confesó Adam. Aquello era tan real, sentía que hablaba con la Jensen real. —Eres un niñito asustado, Adam —dijo Jensen con tono despreciable y lo barrió de pies a cabeza. —Sí, soy un niño asustado, tengo mucho miedo de no ser suficiente. —Volteó a ver a los demás integrantes alrededor de la mesa. Ahora su padre y madre tenían sus rostros verdaderos, aquello le generaba muchísima vergüenza. Llevó las manos a su cabeza y jaló con fuerza su cabello. —Esto es horrible… —sollozó. —¿Desertarás de la academia, Adam? —escuchó la voz de su padre—. ¿Serás la vergüenza de la familia? Adam lo observó fijamente con los ojos desorbitados. —No podré salir nunca de mi casa por vergüenza de tener un hijo incompetente —dijo su madre con voz melancólica. Adam sacudió la cabeza con fuerza. —No, yo no voy a desertar. Sí, es cierto que tengo miedo, que a veces siento que todo esto es mucho para mí, pero sé que puedo lograrlo. Yo soy suficiente, yo puedo superarme cada día. —Eso no es cierto —escuchó un susurro a su oído. Volteó y se encontró a sí mismo, era él, seguía con el rostro deforme. —Sí es cierto —aseguró Adam. —No lo es —dijo su yo monstruo—. Eso es lo que intentas creer. —Me lo voy a repetir hasta que pueda creerlo, porque lo haré realidad. —Soltó un suspiro tembloroso—. Debemos creerlo para poder hacerlo realidad. —No soy capaz de creerlo. —Ahora comenzaba a sonar con su verdadera voz y poco a poco el semblante del monstruo comenzó a tomar facciones humanas—. Tú me enseñaste que soy una persona débil, alguien que no merece nada bueno en la vida. Adam llevó una mano temblorosa a su boca al sentir aquellas palabras como un fuerte impacto. El malestar en su cuerpo crecía cada vez más y le estaba absorbiendo las fuerzas. Soltó el llanto con fuerza y después un grito. —Adam, ¿te sientes capaz de seguir con la práctica? —preguntó Yakov. Todo el cuerpo de Adam temblaba y se quedaba sin energías. Al alzar la mirada, de su nariz comenzó a salir una gran cantidad de sangre. —Adam, debemos salir —informó Yakov—. Estás en tu límite. El joven volteó a ver a su otro yo. —Perdón… —soltó en un hilo de voz—. Perdóname por haberte tratado tan mal todo este tiempo. —¿Me seguirás haciendo daño? —preguntó su yo inconsciente. —Haré todo lo posible por no lastimarte, te escucharé de ahora en adelante —dijo Adam y le extendió una mano, su otro yo la tomó y le mostró una sonrisa amable. —Estaré aquí siempre para ti, escúchame —le dijo. Después, todo fue desapareciendo como humo y Adam sintió que una energía lo empujó hacia arriba con mucha fuerza. Abrió los ojos, el golpe de la realidad estremeció todo su cuerpo hasta hacerlo temblar. Se abrazó a sí mismo y una fuerte tos afloró en su pecho. —Adam, ¿cómo te sientes? —preguntó Yakov mientras se levantaba del piso y se dirigía a él. El joven comenzó a toser con fuerza y el piso blanco fue manchado con enormes gotas de sangre. —Voy a desconectar tu controlador —informó Yakov mientras se arrodillaba detrás de él—. Estarás mejor dentro de poco.            
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