MONSTER

CAPÍTULO 2

DAMIEN ROMANOV

El primer disparo lanza al suelo al tipo. El humo de la pistola se desprende y es el mejor aroma que puedo sentir. Me acerco al sujeto que se arrastra por el piso creyendo que se puede liberar de mí. Gran error.

-escoria Albanesa- sentencia Lev a mi lado. Enciende un cigarro.

-Y qué hace mierda Albanesa en mi ciudad- El sujeto lleva un tatuaje emblemático en el brazo que me dice que es gente de Eron Koci. Nuestros actuales enemigos. Y más de Salvatore King quien los aborrece mas.

-es mejor que empieces hablar por que la paciencia no es una de las virtudes de un Romanov- Me inclino esperando una respuesta.

-yo..- se lleva la mano al estómago intentando detener el sangrado.

-habla o dejaré otro agujero- muevo la pistola esperando una respuesta.

-Solo vendía mis sustancias. No hacía nada malo- Me pongo de pie limpiando mi traje oscuro. Le quito el cigarrillo a Lev y doy dos caladas profundas.

-¿vendiendo drogas?- asiente enseguida. Aviento la colilla al piso.

-vendiendo drogas- muevo la cabeza. El hombre asiente una vez más. Puedo ver la desesperación en sus ojos. Me encanta sentir el miedo en mis victimas. Es un deleite para mis demonios.

-Vendiendo. ¿en mi territorio? ¿en mi ciudad?- empiezo a reírme.

-creo que eres un novato en esto. Porque hay una ley, y es..- levanto el arma soltando el siguiente tiro en su pierna.

-nadie se mete en el territorio de nadie- el siguiente disparo lo conecto en su pecho.

-A menos que desee morir- disparo a la cabeza salpicando mi traje con su asquerosa sangre.

Guardo el arma.

-recojan esta mierda y llévenselo a su líder. Ya saben cómo- Mis hombres aparecen.

-al estilo Romanov- entrego las llaves del auto a Lev. Volver a casa después de tres años se siente bien. Dejé atrás el olor a sangre, sudor y barbarie de DOM. Me tomó volver más de lo que esperaba. Se llega como líder o se muere como un bastardo. Y heme aquí. Volviendo como lo que soy. El próximo jefe de la mafia Rusa.

-La situación de madre-

-sigue igual. Los médicos no le dan esperanza. El coma al que fue inducida la mantiene con vida- ¿vida? se le puede llamar vida a eso.

-algo más-

-tu padre se reunió hace pocos días con Santino Lewis, capo de la Mafia Italiana. Negociaron un par de armas pero tuvieron una discusión por asuntos externos-

-¿externos?-

-Al parecer uno de nuestros hombres se quiso propasar con su esposa y el Italiano asesinó al hombre frente a tu padre- Por estupideces se puede deshacer un negocio. Vaya perdida de tiempo.

-al menos estaba buena- Lev silva y sonríe ampliamente.

-la perdición de cualquier hombre. Ahora entiendo por qué Lewis dejó la soltería para casarse- Otro líder que se casa. El matrimonio me parece una pérdida de tiempo.

El auto se detiene. Camino por la mansión Romanov. Todo sigue igual. Se siente como si el mundo se hubiera detenido en este lugar. Cada cuadro está en su lugar.

-¡Joven Eriks!- La voz de una mujer me hace levantar la cabeza. Alba viene a mí con los brazos extendidos y me rodea fuertemente. Cualquier otra persona habría perdido los brazos por el simple hecho de tocarme. Pero jamás lastimaría a la mujer que me crio y malcrió de niño.

-Alba- no respondo al abrazo.

-pero qué guapo estás hijo- deja sus manos en mis brazos y sonríe.

-eres la copia de tu padre pero esos ojos los heredaste de la señora- Alba vuelve abrazarme.

-Es bueno tenerte en casa. Voy a preparar la torta de limón que tanto te gusta- se suelta y empieza a preguntarme si hay azúcar en la cocina.

-Necesito hacer una compra. No sabía que venías hoy- llama a los empleados y se va. Todo sigue igual.

Sigo mi camino encontrándome con una mujer joven de limpieza. Abre la puerta de mi habitación. La sigo detrás y se sobresalta cuando cierro la puerta.

-no conoces las reglas de esta casa- espeto

-oh señor. Lo lamento pero no sabía..- el traje de mucama le queda ajustado. Más de lo que realmente debería. La forma en la que me mira me dice una cosa. Sumisa. Mientras intenta darme una explicación camino en su dirección posándome frente.

Baja la cabeza enseguida. Tira del vestido que le realza las curvas.

-te pregunté si no conoces las reglas de esta casa- asiente enseguida.

-y entonces por qué te sigo viendo aquí- se sobresalta con mi voz pero no se mueve. Llevo la mano a su nuca levantando su cabeza.

-acaso no sabes recibir órdenes-

-sí señor- responde automáticamente.

Deslizo la mano por su mejilla. Cierra automáticamente los ojos. Como lo imaginé.

La suelto retrocediendo dos pasos.

-voltéate y levántate el vestido- lo hace enseñándome el trasero que no lleva alguna prenda. Abre las piernas de forma automática enseñándome el coño que de seguro muchos en esta casa han utilizado.

Saco la erección que me maltrata el pantalón. Tantos años sin probar una puta. Es momento de que empiece a recuperar el tiempo perdido.

No preparo nada y me inserto en el coño que me absorbe enseguida. La empleada gime al sentir como taladro su v/gina sin ninguna compasión. Jadea y se sostiene al mueble. Embisto más fuerte. La tomo del cabello enderezándola.

-eres la puta de la casa- chilla cuando presiono sus tetas.

-a cuántos has servido zorra- me detengo sintiendo como bufa en frustración.

-A.. El que lo desee. Señor- sonríe y dicha expresión me asquea. Embisto más fuerte logrando la liberación que necesitaba. La mujer cae al suelo abierta de piernas. No pierdo de vista mi esencia escurrir de sus piernas.

-Lárgate- se levanta como puede y sale del lugar. Me doy una ducha larga. Listo para acostarme en cama.

-señor. Su padre lo necesita en su oficina- Me dirijo encontrándome con el hombre que me envió a la fosa.

-Damien- es el primero en hablar.

-Padre- respondo sin expresión alguna.

Sonríe al notar que su esfuerzo valió la pena. Porque me volvió un ser sin compasión alguna. Alguien capaz de matar sin remordimientos.

-Deseo que prepares tu traje. Por qué tu boda se celebrará mañana al mediodía- Mi expresión cambia en cuestión de segundos.

-¿te volviste loco? ¿con quién voy a casarme?-

-Con la hija más preciada de Eron Koci. Elea Kosi. Princesa de la mafia Albanesa- La rabia me recorre el cuerpo al saber el nombre de la mujer. Mierda Albanesa.