CAPÍTULO 6

1076 Words
ELEA KOCI No volvió en toda la noche. Lo sé porque no he podido cerrar los ojos temiendo que vuelva y termine lo empezado. La luz se cola por la ventana dándome una clara señal de que ha amanecido. Los acontecimientos de anoche pasan por mi cabeza y no cabe duda de que me he casado con un monstruo. Un ser capaz de destruir lo que encuentre a su paso. Pudo haber concluido la noche de bodas con normalidad, pero se detuvo al ver las marcas que padre ha dejado estos últimos años. Tal vez le asquean. Seguro pasan de las seis de la mañana. Debo empezar a cumplir con mis deberes. Para nada seré tratada como un ser humano aquí. No lo fui con mi familia. Qué me espera aquí. Me pongo de pie abriendo el closet de mi “esposo” Al parecer el color n/gro es su favorito. Tomo una camisa corriendo al baño y tomando una ducha. Robo un poco de su shampoo. Espero que no me castigue por tomar sus cosas. Una vez lista bajo las escaleras encontrándome con un silencio absoluto. Los objetos de limpieza deben estar por aqui. Empiezo a recorrer la mansión. Es muy hermosa. No sé cómo llego a la cocina. Es inmensa. Empiezo a buscar en los anaqueles hallando un trapo que puedo usar para empezar a limpiar. Me volteo chocando con una mujer adulta de ojos oscuros. -oh lo lamento Señora- Eres una torpe Elea. Debo ganarme al personal para así poder tener comida decente. -Cariño luces perdida- escanea mi aspecto. ¿Creerá que soy una ladrona? Pero cómo le digo que soy la esposa del Señor. -Lo lamento. No he podido acoplarme a este lugar, aun. Pero si me dice en dónde están los implementos de limpieza juro que empiezo a trabajar- junto las manos esperando no ser reprendida. -¿eres una nueva sirvienta?- bueno. No. Pero estoy segura que mi esposo no me dará un trato especial. Soy la hija de su peor enemigo. -algo así- sonrío. Vuelve a ver mi ropa. Es bueno saber que la camisa de mi esposo cubre mis rodillas. -Entonces eres una de “esas mujer” que atiende al joven Eriks- ¿Eriks? -algo así- vuelvo a decir. -Entonces no debes estar aquí. Por lo regular el joven atiende sus “asuntos” en la habitación del tercer piso- me empieza a sacar de la cocina. -oh. No, espere. Pero si no empiezo a trabajar me voy a meter en problemas- Me detengo. Tomo las manos de la mujer. -por favor. Es mi trabajo- espero una respuesta. Pongo ojos de cordero y todo -De acuerdo niña, pero está prohibido ir a algunos lugares- Me da luz verde. -Soy Elea- -Alba cariño- Me pongo manos a la obra empezando por los pasillos en donde limpio cada gramo de polvo. No hay mucho. Continuo por el gran salón subiéndome en un mueble de madera para limpiar un cuadro que estoy segura vale una fortuna. Este lugar es inmenso que cualquiera podría perderse. Es incluso más grande que la casa de Padre. Me pongo de puntillas para poder alcanzar la parte superior. -¡Qué mierda haces ahí subida como un maldito Simio!- Esa voz. Me volteo encontrándome con el que es ahora mi esposo. El alma se me cae a los pies. Su rostro refleja completo enfado. No puede ser. -¡baja de ahí!- me sobresalto cayendo al piso impidiendo el golpe. Me golpeo las rodillas y los codos. Eso sí dolió. Cómo no lo sentí llegar. -Dios, malyshka tonta- me agarra del brazo levantándome sin sutileza. -Qué hacías subida ahí. ¿robándole el trabajo al servicio?- espeta furioso. Me tenso cuando su agarre no cesa. Seré castigada por mi esposo. ¿dolerá? espero que golpee partes no visibles así como padre. -Claro que no- empiezo a decir. -entonces por qué te encuentro trepada en ese puto mueble como un animal- me encojo esperando el golpe. Levanta la mano y el miedo recorre mi cuerpo. Va a doler. Suspira -habla Elea- levanto la mirada. -bu..bueno. Solo hago mi trabajo. Me levanté un poco tarde pero prometo terminar antes del almuerzo- frunce el ceño. -¿trabajo?- -Como sirvienta- Me mira molesto. Más de lo que ya estaba. -¡Alba! ¡Los quiero a todos aquí!- empieza a levantar la voz. Estoy en problemas. -espera. Si cometí un error lo lamento- lo tomo de la camisa. Va a castigarme frente a todos. Va a enseñar su autoridad. No puedo detener el miedo que se instala en mi cuerpo. Las personas empiezan a aparecer. Padre lo hacía siempre en un cuarto a solas. Pero este hombre lo hará frente a todos. -por. Por favor. Lo siento. Cometí un grave error- un nudo se instala en mi garganta y es pánico logra helarme el cuerpo. Me toma del brazo volteando para que mire a su personal. Las piernas me empiezan a temblar. Eres de su propiedad ahora Elea. Le perteneces… -voy hacer una pregunto y espero una respuesta- me sujeta más fuerte. -¡¿ Qué hijo de perra le dijo a mi esposa que su lugar en esta casa es el de sirvienta?!- sus ojos son como dagas listas para atravesar a cualquiera. Pero sus palabras hacen eco en mi cabeza. -¡Hice una jodida pregunta!- todos me observan. Los entiendo. No saben quien soy yo. -espera Damien. Hay una confusión en esto- espeto intentando llamar su atención. -guarda silencio- vuelve a ver a su personal. El silencio reina. -Me encanta que sean por las malas- el primer tiro me hace llevar las manos a los oídos. Las personas se tiran al suelo muertos de miedo. ¡Se volvió loco este hombre! -¡quiero un jodido nombre!- levanta la voz. Muerta de miedo me pongo enfrente. -Nadie me dijo nada. Lo juro- le toco la mano. Estoy temblando. -por favor. Estas personas son inocentes- baja la mirada. -si me estas mintiendo yo..- -¡no miento!- levanto la voz. Doy un fuerte respiro. -como nuestra boda se dio en términos poco amigables intuí que tu querías que yo empezara a trabajar para tí, porque, no soy tonta para creer que realmente me tratarías como tu esposa- la boca se me seca. -De qué mierda hablas Elea- Me toma de la barbilla.
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