—Es muy lindo aquí —dice don Facundo sentándose al lado de Gabriel en el banco. —Nada como una noche estrellada en verano, ¿No lo crees? Gabriel asiente con una sonrisa. —No cambiaría estos momentos por nada en el mundo —Contesta él con la mirada fija en el cielo estrellado. —La vista es mágica. Todas las noches, durante estos treinta días, Gabriel viene a sentarse en este banco del jardín a admirar el cielo. La noche está cálida, pero agradable y la brisa que sopla a esta hora es sencillamente exquisita. Venir aquí le sirve de catarsis para aclarar su mente y enfocarse en lo que realmente importante ahora que es la salud de su hermano. En este mes han ido varias veces más para su tratamiento de Lían, pero todo fue lo mismo desde esa primera vez que Gabriel lo acompañó. Él no ha mej