-Hey. Cuidar de la familia es tan importante o más que cuidar de uno mismo. Estás haciendo algo bueno, quedándote con tu padre mientras te necesita.
Era la primera cosa positiva que oía decir a alguien sobre lo que había hecho todo el año.
-Gracias. Wow. No puedo creer cuánto necesitaba oír a alguien decir eso. - Admití y sonreí con timidez.
Él me devolvió la sonrisa. Después me obligó a pararme poniendo una mano en mi brazo, y retirando mi pelo para inspeccionar una vez más mi cabeza. Miré su cara, negándome a mirar a otro lado sin importar cuánto se ruborizasen mis mejillas.
Me negué a derretirme. Miró de nuevo hacia mí, su mano todavía en mi pelo y yo sentí un ataque de mariposas en el estómago. Inclinó la cabeza un poco hacia el lado, y pareció que inspeccionaba mi reacción. Pasé la lengua por mis labios nerviosamente. Sus ojos brillaron e inmediatamente apartó la mirada y dejó caer su mano.
- Parece mejor. Creo que estarás bien. Hey, Adam. Mira a quién me he encontrado.
Me giré para ver a Adam de pie detrás de nosotros. Dirigió una irritada mirada a su primo.
- Puedo verlo. ¿Se conocen?
- Nop, pero tu amiga me salvó la vida. - Volvió a mirarme y sonrió. Miró de nuevo la incrédula mirada de Adam.
- En serio. Casi soy atropellado por un camión. Ella me empujó fuera del camino. Estaría muerto de no ser por ella. - Adam me miró con renovada admiración.
- ¿De verdad? ¿Tú hiciste eso?
- Uh, sí, no fue nada. - Agité la mano ante su adulación.
- Em. No puedo creerte. - Vino y me agarró en un abrazo que me levantó los pies del suelo, y puedo decir que él estaba haciendo eso por lo que había visto entre su primo y yo. Su primo también se dio cuenta, por la forma en la que rodó los ojos y cruzó los brazos sobre el pecho.
- Ven dentro. Espera a que le cuente a tía Rachel lo que hiciste.
- No, por favor, no me lleves adentro. No estoy de humor para una multitud.
- Está bien. - Dijo de mala gana. - Estaba a punto de escribirte de todas formas. Lo siento, la fiesta se alargó un poco. Estábamos esperando a cierta persona. - Él miró fijamente sobre su hombro. - Para volver, así podríamos comer, pero ahora veo que él estaba absorto.
- Bueno, mejor tarde que muerto, ¿no? - Solté, y después hice una mueca.
Adam levantó una ceja hacia mí, pero su primo se echó a reír a sus espaldas.
- Te ha pillado, primo. - Le dio una palmada en la espalda. - Y me alegro de ver que estabas preocupado por mi.
No estaba preparada para dejar al extraño que había salvado, pero no encontraba ninguna manera de invitarlo a venir con nosotros cuando la tensión era tan evidente entre ellos.
Lo miré y él me estaba mirando. Pude ver claramente que él no quería que me fuera, y eso hizo que las mariposas fueran peor.
- Uh, sí, claro. - Murmuré.
- Ok. Ya tengo las llaves. Vámonos.
- Espera. - Me acerqué a su primo unos pasos. Lo miré a la cara, por lo menos quince centímetros más alto que yo, probablemente más. - Estoy realmente contenta de haber estado allí.
- Yo también. Gracias. Si alguna vez necesitas algo, un nuevo par de patines, un helado, un riñón... es tuyo.- Reí y me metí el pelo detrás de la oreja mientras él reía también y arrastraba un pie.
- Ok. Soy Emma, a propósito.- Alargué la mano hacia él y sonrió.
- Emma. - Repitió, y me mordí el labio ante el sonido de mi nombre en sus labios.- Fred. - Cogió mi mano y sentí un sobresalto instantáneo a través de mi cuerpo, que me hizo jadear.
No en plan femenino "wow-él-me-está-tocando-y-me-sobresalto".
Quiero decir un sobresalto real. Como si el fuego corriese por mis venas, y yo estuviera dentro del agua con un secador de pelo. Mi respiración dejó de existir y mi sangre se sintió fría en mi piel caliente. Mis ojos revolotearon automáticamente ante el placentero miedo por ello. Vi imágenes, flashes de cosas. De mi en un porche con unos blancos brazos rodeándome por detrás, y una cabeza de pelo castaño sentada encima mío, e inclinándose hacia abajo después, besando mi cuello. Yo, corriendo, alguien persiguiéndome pero no estaba asustada. Miré hacia atrás y un chico de pelo castaño me perseguía sensualmente, me agarraba y me tiraba encima de su hombro mientras yo gritaba de alegría. Detrás de nosotros había una casa con un enorme cartel de "VENDIDA" en ella, y un camión de mudanzas aparcado al lado.
Después, un hombre y una mujer daban un paseo a través de un montón de arena blanca. El hombre pinchó un dedo con un cactus mientras balanceaba sus brazos. Le besé el dedo, y luego tiré de él de vuelta a la casa, a través de grandes y espaciosas puertas hasta la habitación.
Me empujó a la cama y me siguió, besándome locamente mientras rodábamos entre las sábanas blancas. Entonces me vi, justo ahora, agarrando la mano, del chico de pelo oscuro. La mirada de placer y deliciosa confusión en mi cara también estaba en la suya. Sus ojos abiertos y sonriéndome como si él lo entendiera todo, como si yo fuese todo.
Fui sacudida de nuevo al presente cuando mis ojos vieron que en realidad estaba en frente de mi y no frente a una extraña visión de tiempos felices. Todavía estaba mirando a la cara de Mark.
Él todavía me estaba mirando, igual que en la visión él estaba sonriendo, entusiasmado.
- Eres tú.- Murmuró con asombro. - Eres la única.
- ¿Qué está pasando? - Escuché a Adam detrás de mi, pero no pude apartar la vista de los ojos marrones mirándome con esa necesidad.
Fred se acercó a mi, soltando mi mano y enmarcando mi cara con sus manos, y sentí una oleada de calma y calidez.
- Respira, Emma. - No me había dado cuenta de que estaba aguantando la respiración. Tomé una profunda bocanada y sentí el aire apurarse dentro y fuera frenéticamente mientras parpadeaba. Mi cabeza se despejó un poco. Él sonrió. - Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? Simplemente no te alteres. No tienes que estar asustada.
- ¿Qué estas haciendo? - Preguntó Adam y apartó las manos de Fred. Al segundo de que hiciese eso, sentí frío y desesperación, y me oí jadear.
- Tío, ya está bien. Mira, entiendo que ella te salvara, y que te sientas... como sea, pero te he contado sobre esta chica. Simplemente no puedes...
- Ella es la única, Adam. - Le interrumpió Fred, sin apartar en ningún momento sus ojos de los míos. Sentí como si una eternidad hubiese pasado desde que él había cogido mi mano y todavía sentía el cosquilleo en las venas por lo que había ocurrido. - Es ella.
- ¿Qué? - Dijo Adam en voz alta, casi con rabia. - No puede ser ella. Quiero decir que tú... la acabas de conocer. - Suspiró ásperamente y pasó las manos por su pelo. - Tiene que ser una maldita broma.
- ¿Qué está pasando? - Pregunté suavemente y finalmente arranqué mis ojos de Fred para mirar entre ellos dos. Adam parecía molesto y enfadado. Fred parecía asombrado y extasiado. Se acercó a mi, pero esta vez no me tocó.
- No esta noche, Fred. - Dijo Adam poniéndose entre nosotros.- Ella no tiene idea de lo que estás hablando. La vas a asustar.
- No la voy a asustar. Ella me conoce, en su interior. Ella me conoce como yo la conozco a ella, Adam. Es exactamente como ellos siempre lo describieron. Puedo sentir su corazón latiendo.
Adam maldijo y negó con la cabeza.
- Esto es demoledor. No puedo creer que hicieras esto. Sabes como me siento y aún así tú hiciste esto.
- Sabes que no es así como funciona. No tenemos elección. Lo siento, Adam, soy yo.
- Bien, me sienta como un tiro.
- Ok. - Los detuve a ambos. - Por favor, pueden decirme qué está pasando. - Sentí una ligera luz enfocándome y parpadeé para aclarar mi visión.
Fred bordeó a Adam para agarrar mis brazos suavemente.
- Emma, todo está bien. Sólo espera. Esto es nuevo, todo va a calmarse. Simplemente respira.
Me sentí algo extraña. Como una invasora, una invasora no bienvenida. Como si algo me estuviese empujando, haciendo su camino a través de mis pensamientos y mi cuerpo de alguna manera. Me sentí él. Jadeé y levanté los ojos hacia él. Él sonrió, dándose cuenta de lo que yo sentía.