Capítulo 4

1405 Words
Oí un grito y miré para ver al camión detenerse violentamente sólo a unos pasos por delante de nosotros. Gritó algunas obscenidades por la ventana, algo sobre estúpidos chicos pero más grosero, y después arrancó de nuevo. El chico inmediatamente se apartó de mí, tirando de los auriculares de sus orejas, y mirándome con asombro. - ¿Estás bien? - Uh... Sí, creo que sí. - Gemí. - No puedo creer que acabes de hacer eso. Tú – tú me salvaste la vida. - Está bien. Fue una suerte que estuviese aquí. Se deslizó un poco más cerca y me estremecí cuando apartó el pelo de mi cara. - Has arriesgado tu pellejo. - Dijo sin aliento, y parecía un poco aturdido. - ¿Lo hice? - Lo sentí en mis dedos y entrecerré los ojos porque picaban. Mis dedos tenían un poco de sangre, pero nada grave. - Supongo que lo hice. Está bien, en serio, sólo un golpe. - Wou. Espera, ¿ok? Déjame llamar a una ambulancia. Si algo te sucede después de haberme salvado... - De verdad, no es necesario. Estoy bien. Frunció el ceño y se detuvo, arrugando los labios como si lo estuviera debatiendo. Lo miré bajo el suave resplandor de las farolas. Era alto, lo que ya había constatado antes, y grande, pero su pelo era marrón y enmarañado, rizado alrededor de sus orejas y su frente, y sus ojos eran claros, verdes tal vez o color avellana. Sus labios eran fascinantes cuando los succionó hacia dentro y fuera de su boca mientras pensaba. Los ojos del chico se desviaron a los míos y simplemente nos sentamos allí, con los ojos fijos en los del otro. Luego la esquina de su boca se elevó ligeramente. Y eso fue desconcertante. - Por favor, déjame llevarte al hospital al menos. - Retiró mi pelo de nuevo y se acercó a inspeccionar. Escuché mi jadeo por su cercanía, y él también. Me miró a los ojos otra vez y me miró con atención. - No parece demasiado malo, pero... déjame que llame a alguien para ti. Me sentiría mejor. - Dijo en voz baja. - No hay nadie a quien llamar. - Murmuré, pero deseé no haberlo hecho cuando vi su cara. - En serio, estoy bien. - Me alegra que estuvieses aquí. No puedo creer que hiciese eso. Y siento haberte hecho daño. Debo de haberte golpeado con mi bolsa cuando caímos. Tienes un buen agarre. - Dijo, y sonrió y tuve uno de esos momentos en los que te quedas mirando y no puedes apartar la vista. Sonrió ampliamente cuando yo no dije nada, y se rio con ganas cuando retomé la consciencia. - Uh, gracias. ¿Estás bien? - Pregunté, y él asintió. - Entonces, ¿no hay nadie a quien llamar? ¿Tus padres? ¿Un novio? - Mi padre no va a venir, y mi novio y yo... bueno, ya no estamos juntos. No me sentiría bien llamándolo ahora. - ¿No crees que él fuese a venir? - Oh, vendría. Es por eso que no quiero hacerlo. Él pareció confuso y divertido al mismo tiempo. - De acuerdo. Voy a suponer que ahí hay una historia, y no que estés sufriendo una lesión en tu cabeza. Me di cuenta de que todavía estábamos sentados uno junto al otro en la acera, en el centro de la cuidad. - No, estoy bien. Mira, lo siento. Estoy bien, lo prometo. No tenía intención de agarrarte. - Tartamudeé, y metió el pelo detrás de mi oreja. - ¿Estás bromeando? Salvaste mi vida. Lo mínimo que puedo hacer es asegurarme de que llegues bien a donde te dirigías. Ven. - Agarró mi brazo suavemente y me ayudó a ponerme en pie, sin soltarme para asegurarse de que estaba estable. - ¿Estás bien? ¿No hay manchas, estrellas o visión borrosa? - Estoy bien. - ¿Dónde ibas? - No lo sé. A ninguna parte. Sólo estaba esperando la llamada de alguien, y necesitaba salir de casa. - ¿Fuiste a la graduación? - Sí, me gradué. - ¿En serio? Pareces demasiado joven para estar graduada. - Diecisiete. Mi cumpleaños es en pocas semanas. Yo, bueno, me salté un curso, así que me he graduado pronto. - Ajá. Así que he sido salvado por un genio. Esto cada vez se pone mejor. - Dijo sonriendo - No soy un genio. - Reí – Simplemente me gustaba la escuela. Me encantaban los exámenes. - Vi su expresión. - Lo sé, lo sé. Soy una friki. Pero me gustaba por alguna razón. - ¿Ya no? - Es una larga historia. Un mal año. Asintió con la cabeza y pareció saber que era mejor dejarlo estar. - No eres una friki, de todas formas. - Se inclinó cerca y me susurró al oído. - Me encanta hacer ejercicios de velocidad geométrica. Me encanta. Levanté las cejas y dejé caer mi mandíbula fingiendo un shock. - De ninguna manera. Eso es una locura. - Lo sé. - Tal vez tú eres el friki. - ¡Oye! - Los dos reímos y después nos sonreímos mutuamente. - Entonces, ¿ dónde puedo llevarte? - En serio, estoy bien. ¿A dónde ibas tú? - Oh, la casa de mi tío está a un par de calles más allá. Mi primo se ha graduado también. Mi madre y mi padre están aquí conmigo también, celebrándolo con la familia, ya sabes. - Sí. - Le dije tristemente, aún cuando realmente no lo sabía. - ¿Quién es tu primo? - Adam Patterson. Mi mandíbula calló, esta vez de verdad. - ¿Adam es tu primo? - Sí, ¿lo conoces? Oh, por supuesto que sí. - Sí, he sido amiga de Adam desde... siempre. De hecho él es a quien estoy esperando. Pensaba que su fiesta era de cinco a siente. - Lo es. Salí a dar un paseo. No puedo soportar a tantos Jacobson en una habitación.- Puso sus manos de vuelta en sus bolsillos y cuadró los hombros mirándome un poco incómodo.- Así que tú eres la gran cita de Adam, ¿eh? No paraba de hablar de ti más temprano. - No es una cita. Bueno... supongo que sí lo es. Sólo somos amigos. Él es muy dulce. - Bueno, te lo diré, él definitivamente piensa que esto es una cita y quiere ser más que amigos, créeme. Me mordí el labio y él sonrió tristemente hacia mí. - ¿En serio? No estaba tratando de alimentar sus esperanzas, sólo quería hacer algo y él me pidió salir algunas veces ya. Simplemente no quería decirle que no otra vez. ¿Sabes? Asintió con la cabeza, y se frotó la parte de atrás del cuello. Su pelo le caía sobre la frente, y quería arreglárselo. De hecho, mis dedos tiraban queriendo hacerlo, pero apreté el puño y me zarandeé mentalmente. Yo no era una de esas chicas que se derrite por un chico guapo. No estaba a punto de ser una de esas. - Bueno. Puedo caminar contigo allí que es donde voy de todos modos. Adam se alegrará de verte. Él parecía tan decepcionado como yo me sentía ante esa perspectiva. Nunca antes me había sentido atraída por nadie excepto Daniel. Y definitivamente me sentía atraída por los misteriosos ojos verdes. - De acuerdo. Pero sólo somos amigos. Nunca antes he estado en su casa. No crees que aparezca cuando él dijo que me escribiría, ¿no? - Seguro que no. - Ok. Empezamos a caminar en esa dirección. Sabía dónde vivía Adam, pero era agradable tener a alguien con quien caminar en la oscuridad. - Entonces, ¿en qué año estás? - Pregunté para romper el silencio. - Empezando el segundo curso. Estoy estudiando para ser arquitecto. - ¿En serio? Eso es fantástico. Supongo que por eso te gusta la geometría. Él sonrió y asintió con la cabeza. - ¿Y qué hay de ti? ¿Vas a empezar la escuela en algún sitio? - Uh. - Suspiré – Para ser honesta, aunque parezca mal, ni siquiera he pensado en ello. He metido un poco la pata con mis notas este año, y no he mirado ninguna universidad todavía. No tengo idea de qué voy a hacer. Mi padre me necesita ahora mismo. Trabajo en la cafetería de la ciudad. Supongo que seguiré trabajando allí hasta que lo resolvamos.
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