Trago saliva y veo a mis sobrinos bajar de la cama con almohadas, comenzando una guerra de almohadas mientras corren por toda la habitación.
Esa es una historia que nunca he logrado aclarar y en la que acepté que todos quedaran con una mala imagen de Alessandro por vergüenza. Para último año en preparatoria tuve problemas con un compañero de clase, el cual me empujó y me ensucié de lodo, además de lastimarme las rodillas. Alessandro sorpresivamente había visto todo y se fue a golpes con el joven, el cual cobardemente salió huyendo. Cuando mis amigas llegaron a donde nos encontrábamos malentendieron la situación y le gritaron a Alessandro al creer que me había agredido. Claramente todos en la escuela sabían que nos llevábamos mal, así que fue aceptado rápidamente por todos que Alessandro me había agredido y fue mucha la polémica, hasta sus padres tuvieron que disculparse conmigo.
Yo estaba ahogada en llanto y, aunque intenté corregir el malentendido, todos creyeron que estaba defendiendo a Alessandro porque le tenía miedo. Y él no intentó defenderse, así que quedó como el malvado que me había hecho daño, algo que hizo que muchos compañeros de clase lo molestasen esos últimos meses que quedaron antes de graduarnos.
Intenté acercarme a él después de eso, cuando nuestras familias se reunían, pero Alessandro siempre me ignoraba. Así que me cansé y dejé de insistir.
—Ya te he dicho que fue un malentendido —digo con mucha convicción—. Alessandro no me hizo daño, fue quien me defendió de ese chico.
—Ya, no volvamos a la misma conversación —pide mi hermana—. Pero bueno, ojalá y puedas mejorar tu relación con Alessandro ahora que son socios.
Respingo las cejas.
—Oh, claro que sí, me encargaré de hacer de nuestra relación la mejor —comento con mucha seguridad y despliego una gran sonrisa.
Para esta noche me he dejado la piel de la entrepierna bien depilada que se siente suave y tersa como pétalo de rosa. Todo lo mejor para el futuro padre de mi hijo. Y he comprado lencería de encaje, además de un vestido rojo fuego.
Hice una ardua investigación de todo lo que le gusta a Alessandro para preparar la fiesta con todo lo que él prefiere: alcohol, comida, diseño, música, todo. Mi padre me ayudó a que el padre de Alessandro lo obligara a asistir a la fiesta que claramente se ha hecho en su nombre.
Siento que todo se ha dado muy fácil para poder verle, pues está la gran excusa de que somos socios y necesitamos mejorar nuestra amistad (si es que existe una), por lo que las dos familias hacen todo lo posible por cooperar. Algo que claramente se nota que le gusta a mi madre y al señor Bacheli que desde niños quieren que nosotros seamos pareja.
He invitado a Claudio (mejor amigo de Alessandro) y a su familia para que la noche sea más amena y también a varios amigos cercanos de los Bacheli.
Reviso la hora en mi reloj de mano, estoy nerviosa, ¿por qué carajos no llega Alessandro? No puede dejarme la invitación declinada, no puede hacerme esto.
Veo que un joven alto y rubio se acerca con una mujer de mediana edad que me ve fijamente. Son los Rosero, una familia de mercantes, son muy conocidos porque en los últimos años se han enriquecido de una forma descomunal, pero su apellido aún no es tan prestigioso, así que andan en busca de una esposa con un apellido distinguido. Y al parecer la señora cree que soy una buena candidata.
—Hola, querida Pen —saluda la señora Rosero y me da un fuerte abrazo.
—Buenas noches —los saludo a los dos.
—Te ha quedado todo muy hermoso —comenta la mujer e instiga a su hijo con un gesto para que hable.
—Hoy se ve hermosísima, señorita Penélope —halaga.
—Gracias, Martyn —digo con una sonrisa genuina.
Debo aceptar que Martyn es el hijo más guapo que tiene la señora Rosero, en total tuvo cinco hijos y ha sido una proeza que los cuatro anteriores los casara con buenas familias y al parecer ahora le busca esposa a Martyn. Pero seguro no será una tarea tan difícil, Martyn tiene un rostro atractivo y sus ojos grises llaman mucho la atención. El único problema que veo es que es tres años menor que yo, de lo contrario me atraería.
En ese momento se acerca mi madre a saludar y se queda hablando con la señora Rosero sobre la reunión de la semana pasada en el club y terminan cotilleando de algo que no puedo entender.
Martyn y yo empezamos a dirigirnos hacia el jardín que es iluminado por pequeños foquitos.
—Se ve preocupada, ¿le sucede algo? —pregunta el joven.
—Bueno, el anfitrión de la fiesta no ha llegado —respondo y dejo que mi mirada se pierda con los grupos de personas que hablan alegremente y toman tragos mientras la orquesta toca un jazz suave.
—Es una pena que hagan que una dama tan hermosa como usted se preocupe —dice.
Mis mejillas se ruborizan por completo, Martyn es bueno con las palabras, siempre me ha parecido un hombre muy elegante. Nos hemos podido encontrar últimamente en las reuniones y siempre me habla de la misma forma, aunque aún no sé si lo hace con todas las chicas que conoce.
—Bueno… pues él será quien se lo pierda —contesto y no soy capaz de verlo a los ojos.
—Dígame, señorita Penélope, ¿por qué alguien tan hermosa y exitosa como usted no se ha casado aún?
En ese momento se acerca un mesero y rápidamente tomo una copa de vino; la voy a necesitar con un hombre tan coqueto como este. Martyn sonríe y también toma una copa de vino.
—No ha llegado el hombre indicado —contesto después de tomar un largo trago de vino.
—¿Y qué es lo que debe tener un hombre para poder conquistarla? —Me mira fijamente, sus ojos son sumamente seductores.
—Eso es algo que no se dice, Martyn, de lo contrario a los hombres se les haría sumamente fácil conquistar mujeres.
Afortunadamente mi padre me llama con la mirada y me alejo de él, ya no podía soportar su directa forma de coquetear.
—¿Qué hablabas con Martyn? —pregunta papá.
—Oh, nada que sea importante.
—No me gusta que ese joven esté interesado en ti. Tengo entendido que su padre quiere casarlo con la hija menor de los Gamboa y él no quiere, así que es terreno peligroso. No quiero que una de mis hijas esté envuelta en una polémica familiar. Suficiente tenemos con que ahora todos crean que Alessandro es gay.
—¿Y qué tiene que ver Alessandro en todo esto?
—Que somos la familia más cercana de los Bacheli y han comenzado a decir que si Alessandro es gay, entonces tú que tampoco te has casado, debes ser lesbiana.