7. En el que Penélope por fin puede tener una cita con Alessandro

990 Words
Le entrego una copa de vino a Martyn y le doy un largo trago a la mía. Intento mostrarme tranquila, pero la idea de que él sepa mi secreto me retuerce mis adentros. —Humm… bueno… —musito mientras saboreo el vino en mi paladar. —¿Está enamorada de él? —pregunta y sus ojos me informan que no está juzgándome. Vaya, este jovencito es muy cálido. Con razón es tan famoso entre las mujeres, cualquier mujer podría enamorarse de él. —Bueno… enamorada… no creo —confieso y me quito mi escudo—. Alessandro y yo nos hemos conocido de toda la vida, pero él y yo nunca hemos podido ser amigos. —Veo que su mirada me pregunta la razón—. Ah… bueno, es que yo de niña era muy problemática —respondo—. Y bueno… le hice mucho daño, hasta el punto en que él prefiere tenerme a metros de distancia. —¿Entonces por qué quiere tener un hijo de él? —¿Es que acaso no es obvio? Es un Bacheli —suelto con sorna—. Ese cuerpo, ese rostro, todo de él es perfecto… Válgame Dios, sus hijos deben salir lindísimos. Martyn suelta una carcajada y yo lo sigo. El ambiente es ameno y bastante cómodo. —¿Y cree que yo también podré dar hijos bonitos? —inquiere y noto un brillo en su mirada, como un niño que espera la aprobación de un adulto. —Oh sí, tienes un gran rostro, tus hijos serán hermosísimos —contesto. Es verdad, Martyn es muy bello, además de tener esta personalidad tan cálida, seguro y será un buen padre. Me muestra una enorme sonrisa y sus dientes perfectos. Después toma otro trago de vino, sintiéndose satisfecho por mi respuesta. —¿Puedo decirle algo? —pregunta repentinamente. Doy una sacudida de cabeza a modo de aprobación—. Siento que usted está haciendo las cosas mal, muestra mucha desesperación por la atención de Alessandro. —Espera a que yo procese lo que acaba de decir—. Yo lo conozco bien y también conozco a la mujer de la que estuvo enamorado por años. Estoy seguro de que a Alessandro le gustan las mujeres que son muy seguras de ellas mismas, esas que parecen no necesitar ayuda de ningún hombre y que parecen inalcanzables. Si ve que usted gusta de él, la sentirá accesible, así que le perderá el interés. —¿Y qué debo hacer entonces? —Ay, señorita Pen —comenta con dulzura—. Necesita hacer lo contrario de lo que usted está haciendo en este momento. Él necesita sentir que la perdió. Necesita hacer que sea él quien la busque. Suelto un largo suspiro. Lo que más quiere Alessandro es que yo me aleje de su vida. —¿Es que acaso no lo nota? —cuestiona él—. Alessandro le habla como si estuviera segurísimo de que usted está enamorada de él y se ve acostumbrado a su presencia. Por eso le quitó importancia al hecho de saber que usted quiere quedar embarazada de él, lo tiene tan normalizado porque sabe que la tiene en la palma de su mano. Por eso permite que Jairo hable de forma tan fría de usted. Así nunca podrá tenerlo. Mis ojos se llenan de lágrimas. —Tienes razón, todo este tiempo he sido tan obvia —susurro—. Lo mejor es que me aleje y deje esta absurda idea de ser madre. —Las lágrimas se desbordan de mis ojos. Empiezo a llorar en silencio. Martyn espera a que me desahogue, hasta que dejo de llorar y me limpio las lágrimas con las palmas de mis manos. —¿Por qué no lo intenta con otros hombres? —pregunta mientras me sirve vino—. No debe renunciar a su meta de ser madre, todo lo contrario, si tanto quiere serlo, debe luchar por ello. Pero creo que sería bueno que se fijara en otros hombres; si el plan A no funcionó, puede crear un plan B. —¿Y quién puede ser ese plan B? —Le acepto la copa cuando me la ofrece—. ¿Tú? Sonríe ampliamente y por un momento se ruboriza. —Oh, yo estaría halagado —dice—, pero es claro que usted no me ve como un cliente potencial. Me gusta que logre quitarle polvo al asunto y así volver el ambiente relajado. —Señorita Pen, usted es muy hermosa, mírese, hoy está divina, seguramente tiene muchos pretendientes, únicamente que no se ha dado cuenta porque se ha enfocado en un hombre. Así que debería ponerse eso como tarea. Y si tiene suerte, Alessandro al notar su ausencia empezará a buscarla y los papeles se invertirán. . —¿Dónde estabas? Ya los invitados se están marchando —me informa mi hermana cuando me acerco a ella. —Ah, estaba… conversando con Martyn —digo. —Bueno, ve a la sala que mis papás están despidiendo a los invitados —dice y me toma de la mano, arrastrándome a la sala principal. Comienzo a despedirme de los invitados y a los minutos veo que Alessandro se acerca con sus padres y lleva su rostro serio de siempre. Cuando está cerca de mí me barre con la mirada. —¿A dónde te fuiste? —pregunta mientras espera que sus padres se despidan de los míos. —¿Por qué te importaría lo que yo haga? —espeto. —Pues hiciste esta fiesta para mí, pero te desapareciste por horas —dice con tono bajo mientras observa a sus padres—. Al parecer la conversación con Martyn estuvo bastante interesante. —Oh sí, fue muy interesante —acepto. Al parecer no se esperaba mi respuesta y voltea a verme. —Ah, pues qué bien —dice con ironía. Sonrío cuando los señores Bacheli se acercan para despedirse.
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