Cinco años después.
En la actualidad. México.
Ivette.
Despertar por el maldito despertador a las cinco de la mañana no es una muy buena forma de iniciar el día, pero no puedo quejarme tengo que asistir a la universidad. Como puedo salgo de la cama y voy directamente a la ducha, un rico baño caliente me caerá muy bien en estos momentos. La verdad es que llevo una vida normal, mi familia es absolutamente normal, tengo dos hermanos y dos sobrinos así que… eso se puede considerar como una familia estable a excepción que mi padre murió hace más de cinco años. Su ausencia aun duele pero cada día es más fácil de llevar la pérdida y el sentimiento de soledad que dejo papá al marcharse.
Los días en la universidad son más caóticos y frustrantes, estoy a dos meses de recibirme y la verdad no estoy feliz es más estoy algo estresada por lo que me espera en el ámbito laboral. La licenciatura que estoy estudiando es algo complicada para algunas personas pero para mí es lo mejor de lo mejor, conocer lo hermoso que son las bellas artes es hablar de otra dimensión del planeta.
A mi corta edad de 20 años estoy a punto de obtener lo más valioso para mi familia, concluir una carrera universitaria y comenzar a generar dinero, así funciona mi familia, si tu carrera no genera ingresos significa que no sirvió de nada el haber estudiado por mucho tiempo. Gracias a que mi padre comenzó a educarnos a mis hermanos y a mí a temprana edad pudimos realizar casi todos los exámenes que acreditaban el grado y obviamente nos dio la oportunidad de no asistir a una escuela hasta que teníamos que entrar a la universidad, una licenciatura es algo de palabras mayores y mi padre no se podía dar el lujo de adaptarse a cada una de nuestras exigencias así que poto por enviarnos a la universidad cuando tuvimos la educación que se requiere para pisar dichos planteles.
Recuerdo perfectamente en el lugar donde vivimos la mayor parte de mi infancia, era un lugar demasiado alejado de la civilización, jamás comprendí el por qué a mi padre le gustaba ese lugar, debo reconocer que era tranquilo y que nunca conocimos a otras personas, papá salía a comprar todo lo necesario para sobrevivir un mes pero ninguno de los demás integrantes de la familia lo acompañaron, ese era otro tema que nunca se puso a discusión. Cuando por fin decidimos mudarnos tenía 11 años de edad y fue la primera vez que conocí la ciudad y a personas que no fueran de mi familia, aquel mundo era nuevo para mí, pero mi madre pudo adaptarnos y educarnos con buenos principios.
Y ahora estoy aquí en la cuidad de México apunto de bajar a la cocina a desayunar para ir a la universidad y matarme un rato con el estrés.
-Buenos días cariño. – mi mamá siempre está feliz, admiro eso de ella.
-Hola enana.- mi hermano escupiendo su veneno.
-Qué lindo verte hermanito, espero que tu novia te engañe con tu mejor amigo.- sonreí con malicia.
-Qué triste de tu parte, oh recuerdo que ni siquiera tienes novio, me imagino que has de ser virgen.-Gael se enfadó con lo que le dije.
-¡Oh!, miren, el gran Gael hablo de sexo por primera vez.- comencé a reírme.- Jamás pensé que un profesor de música hablara de virginidad.
-Cálmense los dos. Mejor concéntrense en desayunar y luego cada uno ira a sus deberes.- mi madre comenzó a enfadarse.
-Mamá te veo más tarde, tengo que llegar temprano a la universidad.- le di un beso en la mejilla a mi madre.
-¿Gael llevaras a tu hermana a la universidad?- pregunto mamá.
-Hoy no podré madre, tengo un curso.- contesto sin mucho ánimo mi hermano.
-Ivette, con mucho cuidado, por favor.- mi madre me miro a los ojos.
-Sí, no te preocupes.- respondí cunado tome mis cosas para salir de la casa.
La luz de un nuevo día estaba en el horizonte cuando Salí de la casa, el viento de la mañana era demasiado refrescante, amaba los días fríos. Mientras caminaba por las calles para llegar a la universidad recordé que no debía pasar por una maldita calle en específico. Desde que comencé la carrera, un maldito viejo rabo verde ha intentado conquistarme, no le tengo miedo pero no quiero arriesgarme, además es una persona indecente, según lo que he investigado se dedica a la venta de drogas y ese mundo no me interesa en lo absoluto.
Mi mente se alejó de mi realidad y se concentró en la nueva escultura que tenía en mente, sería algo demasiado hermoso y fuera de este mundo, tenía que prepararlo muy bien para la exposición de arte de la universidad, algunas pinturas también entrarían en mi proyecto aunque… no estoy muy segura de anexarlos. No me di cuenta cuando tres autos negros se detuvieron enfrente de mí, ni si quiera me percate que tres hombres armados bajaron de los autos y estaban esperando algo… ¿Pero a quién? ¿Que era todo esto? ¿Acaso seria raptada? No, no eso no puede pasar o ¿sí?
-Hola hermosura, ¿Por qué huyes de mí? .- el maldito viejo rabo verde estaba justo enfrente de mí, sí que está enfermo ese señor.
-Señor en verdad debe dejarme en paz, no quiero tener nada que ver con usted, ¿porque no lo entiende? .en estos momentos estaba demasiado molesta.
-Mi reina no puedo dejarte en paz, me encantas de pies a cabeza.- comenzó a acercarse peligrosamente a mí.
-Por favor no se atreva a tocarme.- me puse a la defensiva.
-Me gustas demasiado, yo puedo darte todo lo que desees. – me miro los labios.- Eres una diosa, tu cuerpo es un manjar para mí.
-Puede callarse, comenzare a gritar.- mi cuerpo comenzó a temblar por el miedo.
-Algún día serás mía pelirroja y cuando eso suceda disfrutare de tu piel. – me sujeto del brazo fuertemente.
-Eso jamás va a pasar.- cogí todo el valor que aun tenia para responderle.
-¿Qué dijiste?.- su semblante cambio.-¿ Me estas rechazando?.
-Tómelo como usted quiera, pero deje de molestarme, mi hermano es mili…- no me dejo terminar la palabra cuando me sujeto del cuello y me llevo hasta un muro que se encontraba atrás de mí.
-Mira niñita estúpida, no intentes amenazarme porque tus amenazas pendejas no son nada para mi.- sentía su aliento en mi mejilla.- Te vas a arrepentir de esto maldita estúpida, te lo juro que te vas a arrepentir.
Lo vi subirse a su auto y salir a toda velocidad de aquella calle. Tenía miedo, claro que si tenía miedo, ese hombre era poderoso y en cualquier momento podía asarme daño y no estaba dispuesta a soportar un minuto más su acoso y sus malditas amenazas, esta noche al regresar a casa hablare con mi hermano Edwin seguro el podrá ayudarme.
Entre casi corriendo al salón de clases, por culpa del percance que tuve en la mañana llegue tarde a la clase del profesor Emanuel.
-Señorita Moretti, llega 10 minutos tarde.- el profesor Hernández estaba un poco molesto.
-Lo siento profesor, tuve un problema en la mañana.- dije con un poco de vergüenza.
-Que no vuelva a suceder señorita.
-Sí, profesor.
La clase transcurrió de lo más normal, aunque fue difícil evitar las miradas de mi profesor, desde que inicie la licenciatura el profesor Emanuel Hernández ha estado presente en todos los cuatrimestres y bueno… siento que le gusto o algo así, a pesar de que no me ha insinuado nada es mas que obvio que siempre me esté mirando, de hecho jamás deja de mirarme ni cuando estamos realizando una actividad y ni que hablar en los recesos. Es un hombre atractivo pero siendo sincera no es mi tipo.
-¿Por qué llegaste tarde a clase Ive? .-me pregunto mi mejor amigo.
-Pues resulta que el viejo lujurioso me intercepto en la calle y me amenazo.- bebí un poco de agua.
-No me jodas la mañana con eso.- se preocupó un poco.- ¿Qué te dijo el desgraciado?.
-Pues lo mismo de siempre, quiere que sea su novia o amante, pero esta vez lo tomo muy personal y me amenazo.
-Eso está muy mal, debes de decirle a tus hermanos para que ellos hagan algo por ti.
-Le diré a Edwin.
-Sabes que cuentas conmigo para todo.- acaricio mi mano.
-Gracias Said, eres un buen amigo, por eso te quiero.
-¡Oye! hablando de otro tema, el profe buenote no te quito los ojos de encima.- sonrió con picardía.
-¡Said!, no estoy en mi mejor momento.
-Estás en tu punto más erótico nena, además ya es momento de que pierdas la virginidad.
-Ese es un asunto demasiado privado, además estoy esperando al indicado.
-Bueno, el profe es un muy buen prospecto, y… hablando del profesar, viene para acá.
Inmediatamente gire mi cuerpo y exactamente el profesor se dirigía hacia mí, no sé qué diablos tienen los hombres en contra de mí. Emanuel es un hombre de piel bronceada, de cabello y ojos negros, es atractivo pero no es mi estilo.
-Señorita Moretti, ¿me permite unos minutos?.-su perfume se coló por mi nariz, era una fragancia suave y ligera.
-Claro que si profesor.
-Te veo en la salida Ive, los dejo a solas.- Said tomo sus pertenencias y se alejó de nosotros.
-¿En qué puedo ayudarlo profesor?.-me acomode en la silla.
-Por favor no me digas profesor, llámame Emanuel.
-Está bien. –algo en Emanuel era extraño, me daba la sensación de que ocultaba muchas cosas.
-El fin de semana tengo una importante presentación de algunas piezas de arte, me gustaría que me acompañaras.- me sorprendí mucho su propuesta.- Obviamente sé que hablas muy bien el inglés y necesito a una persona que pueda ayudarme a traducir lo que los compradores me digan.
-Entiendo.- mire al piso no sabía que responderle.
-Puedo pasar a tu casa a recogerte y hablar con tus padres si te preocupa eso.
-No, no es eso.-mordí mi labio inferior.- ¿A qué hora seria el evento?.
-A las siete de la noche, no estoy seguro a que hora terminara pero puedo llevarte a casa después.
-Está bien Emanuel, te ayudare con eso.- sonreí.
-Gracias Ivette. Pasare por ti a las seis, espero que me envíes la ubicación de tu domicilio, por favor.
-Claro que sí.- respondí sin mucho ánimo.
Las siguientes horas las pase en la clase de danza y realmente fue agotador. Inmediatamente al salir de la clase me fui casi corriendo a las clases de danza árabe, era un gasto físico importante pero tenía que cubrir todas las horas libres con actividades que nos exigían en la universidad, así que aproveche la oportunidad de aprender esa nueva danza, la disfruto al máximo y me gusta mover las caderas y el vientre de una manera sensual.
Al salir al estacionamiento del campus me encontré a Said esperándome, siempre me llevaba a casa, mi madre estaba tan emocionada con el que pensaba que éramos novios o algo por el estilo, lo que mi madre no sabe es que Said es gay y bueno… no tengo oportunidad con él. En alguna etapa de mis 18 años salí dos o tres veces con su hermano mayor pero jamás sucedió algo, creo que el chico esperaba que me acostara con él en la primera cita, algo que jamás iba a suceder.
-Ive, mi hermano quiere verte.- Said estaba emocionada.- Su jefe está en la ciudad y realmente es un bombón.
-No me digas que ya quieres acostarte con el jefe de tu hermano.- sonreí con arrogancia.
-El hombre es un maldito dios y es el hombre más rico del mundo, agrégale a eso que es dueño de la compañía de modelos D’angelo.
-Hola Ivette, estas hermosa como siempre.-me sorprendió la voz de Bahir, el hermano mayor de Said.
-Hola Bahir, opino lo mismo de ti.- le di un fuerte abrazo.
-¿Said te llevara a casa? O yo puedo llevarte si gustas.-sentí que deseaba invitarme a salir.
-Relájate hermanito, esta pelirroja es mía hasta que llegue a su casa.- Said se apresuró a responder.
-Es cierto, Said me llevará a casa, lo siento.
-Está bien, en otra ocasión será.- me dio un beso en la mejilla.- Cuídala mucho Said, recuerda que va a ser tu cuñada.
-Sigue soñando estúpido.- contesto Said con enojo.
Bahir cruzo la calle y se subió a una de las cinco camionetas negras que lo estaban esperando en la calle, mirar a tantos hombres armados me recordó el horrible sucedo de la mañana, pero esta vez algo era diferente, a través de esas ventanas podía sentir que alguien me observaba , su mirada era muy pesada y sin hablar de su esencia, podías percibirla desde donde estaba, que clase de persona tiene una vibra tan negativa.
Al llegar a casa subí directamente a mi habitación y comencé a realizar mis deberes, me recosté por un momento en mi cama y me quede profundamente dormida hasta que la gata de mi madre me despertó con sus ronroneos, mire el reloj, eran casi las siete de la noche, estoy segura que mi madre estaba a punto de hablarnos para bajar a cenar, aproveche esos minutos para hablar con mi hermano mayor.
-Hola Ivette, ¿Qué sucede?.- respondió desde la otra línea de teléfono.
-Hola Edwin, necesito de tui ayuda.-me sentí muy nerviosa.
-¿Qué pasa? No me digas que estas embarazada.-se burló de mí el muy infeliz.
-¡Claro que no! No soy una cualquiera.- me moleste mucho, que clase de hermano te pregunta esas cosas.
-No te molestes chaparra, pero si no es nada importante lo que tienes que decirme debo colgar estoy en servicio.- escuche que estaba un poco ocupado.
-Lo que sucede es que un hombre está acosándome y no sé qué hacer.
-Puedes decirle a Gael, él te ayudara.
-Sabes perfectamente que Gael no le gustan los problemas.
-Con eso que me dijiste estas afirmando que soy el problemático de la familia.- comenzó a reírse a carcajadas.
-Eres un militar, mejor dicho un teniente, tienes que ayudarme, en verdad un hombre está molestándome además de que me amenazo.
-Eso es grave, no te preocupes el domingo estaré de regreso a casa y hablare con ese chico. Evita estar sola.
-Gracias hermano, te quiero mucho.
-También te quiero enana.
Con aquellas palabras de amor finalice la llamada, sentí un poco de alivio contárselo a mi hermano y saber que él está dispuesto a ayudarme, no puede decírselo a mi madre porque se perfectamente que se va a preocupar mucho, bastante tiene con encargarse de los dos hijos de Edwin, son niños muy hermosos y demasiado obedientes pero sé que una responsabilidad como esa es demasiado estresante, por lo mientras tomare el consejo que me dio mi hermanito, me mantendré alejada de ese hombre y evitare a toda costa no estar sola en ningún lugar. Espero que eso sea suficiente y que ese señor no intente hacerme un daño irreversible.