Los días transcurrieron demasiado rápido. La rutina en la universidad fue la misma, por la mañana las clases teóricas y a medio día las actividades que necesitaban más movimiento tanto físico como sensorial, porque el arte es demasiado emocional y para decir verdad yo tengo demasiados sentimientos acumulados en mi interior.
Me concentre en la última clase del día, la pintura era una de mis cualidades y mis dones natos, simplemente el pincel, la brocha o el lápiz se movían solos, era algo de explicar cuando tú mismo corazón traza las líneas que dejaras plasmadas en un trozo de papel, cuanto me gustaría algún día pintar en un lienzo.
-Ivette.- el profesor Emanuel me saco de mi concentración.- Recuerda que el domingo pasare por ti a las seis de la tarde para que puedas acompañarme a la exposición.
-No se preocupe profesor, lo tengo muy presente.
Observe la pintura que mis manos y dedos habían pintado y no lo podía creer… ¿en qué diablos estaba pensando? ¿En qué momento me salí de la realidad? ,maldije para mí misma, en verdad que mi mente está demasiado enferma como para pintar la silueta de un hombre completamente desnudo y en su espalda unas enormes alas negras, pero eso no es lo peor, oh no, lo peor es que su pene es una maldita serpiente que se enrolla en sus piernas. Ya no puedo permitir que mi mente me traicione de esa manera.
-Señores entreguen sus pinturas por favor.- Emanuel tomo asiento en el escritorio y comenzó a recibir algunos de los trabajos de mis compañeros.
¿Qué voy a ser? ¿Cómo voy a entregar esto a mi profesor?, sí que estaba en problemas, la indicación que dio Emanuel fue muy concreta, quería que proyectáramos en la pintura un recuerdo que nos causara felicidad y lo que yo hice es a un hombre medio animal y bueno… se veía muy bien hasta podría decir que era sensual pero… no sé qué van a pensar de su m*****o serpiente. ¡Al carajo! Lo voy a entregar tal cual esta, no me da vergüenza lo que pinte, realmente me gusta mucho el aspecto erótico.
-Señorita Ivette, jamás imagine que proyectara esto en su pintura.-me miro con curiosidad Emanuel.
-Pues es una zorra, está más que claro que se acostó con un hombre y que seguramente tenía muy grande el miembro.- contesto la maldita de Luz, esa chica era una de mis peores enemigas, cuanto la odio.
-Tranquilas señoritas. Es un excelente trabajo Moretti, me gusto tu pintura.- por fin un profesor que sabe reconocer la buena pintura.
Mientras levantaba mis pertenencias para ir a casa y descansar, la pesada de Luz ya me estaba fijando el ojo, esa chica nació solamente para fastidiarme.
-Desde este lugar puedo percibir el olor a virginidad.- dijo Luz con su maldita voz chillona.
-Pues percibo un olor como… a puta acercándose.- respondí con odio.
-Amiga, por dios, me das mucha tristeza, a pesar de tu belleza nadie se acerca a ti, tal vez no sabes coger como se debe.- comenzó a reírse la muy zorra.
-Tengo que informarte que tengo belleza y buen cuerpo, algo que tú no tienes. Aseguro que los chicos solo te siguen porque les mamas el pito.- levante una ceja.- Y una cosa más, no soy tu amiga.
-No cantes victoria Ivette, todos los chicos de esta universidad saben que tienes enfermedades de transmisión sexual.- dijo la muy cerda.
-Es una lástima que les hayas contado tu triste historia, según tú, aseguras que soy una mujer virgen entonces… ¿Por qué debería tener enfermedades de transmisión s****l? Eso es una locura.- me reí en su cara y sí que lo disfrute.
-¡Maldita estúpida!.- sus gritos se escucharon por toda el aula.
Una enorme sonrisa se formó en mi rostro cuando deje a esa pesada chillando del coraje, fue lo mejor del día.
Cuando llegue a casa me puse a jugar un rato con mis sobrinos, son unos niños muy lindos y educados me recuerdan tanto a mi hermano Edwin. Algunas personas tenemos un pasado difícil y un futuro incierto como es el caso de Lia y Gabriel, ambos son hijos de mi hermano mayor. Recuerdo perfectamente la noche en la que Edwin le llamo a mi mama y le informo que su esposa había muerto en un incendio, tal suceso cambio nuestras vidas por completo, mientras le dábamos cristiana sepultura a mi cuñada, mi sobrina se debatía entre la vida y la muerte, la mitad del brazo y su vientre se quemaron en el incendio de su casa, mi cuñada rescato a sus dos hijos pero ella sufrió demasiadas quemaduras que termino muriendo en el hospital. Desde entonces mi madre y todos los integrantes de esta familia cuidamos a esos pequeñines que tienen la sangre de los Moretti, mejor dicho de mi padre.
Por la noche antes de dormirme me metí a bañar para refrescar mi cuerpo. Indague por los bellos rincones de mi closet buscando el vestido perfecto para la noche del domingo, no tenía ni la menor idea de que ponerme, la cabeza me daba vueltas y fue entonces que recordé el regalo que me dio mi padre cuando cumplí los doce años. Un hermoso vestido entallado estaba perfectamente guardado en una caja azul cielo, la tela era demasiado suave y ligera, en un elegante color vino de tirantes seria el perfecto aliado de esa noche, pero ¿entraría en ese vestido? ¿Mis curvas entrarían en eso? Me entro la duda de inmediato y sin más, me metí dentro del vestido, no podía creer lo que veía en el espejo, era perfecto me quedaba tan bien, se ajustaba a todas mis curvas y además resaltaba mi piel pálida y mi cabello pelirrojo, no puedo creer que mi padre me haya echo aquel regalo que hasta hoy pude usar.
El sábado transcurrió lleno de tareas y cosa pendientes por hacer, también le informe a mi madre del evento al que asistiría con mu profesor de pintura, no se molestó, al contrario le gusto demasiado la idea, hasta me ayudo a buscar unas bellas zapatillas que hicieran conjunto con el vestido. El domingo por la mañana ayude a mi madre a llevar a mis sobrinos al parque para que se divirtieran un poco, también lo use como excusa para salir a dar una vuelta, comí de todas las golosinas que encontré en el parque, tengo que recordar no salir más con mis dos enanos, me van a ser engordar. Cuando regrese a casa comí algo e inmediatamente subí a mi habitación para prepararme para la cita de trabajo. Un rico baño fue mi compañero de relajación, después comencé con mi danza de belleza, me maquille y recogí mi cabello en un moño un poco desordenado, coloque unos bellos pendientes en mis orejas y un collar en mi cuello, al poco tiempo me coloque el vestido y ajuste los protectores de pezón para que no ocurrieran accidentes, mis zapatillas negras combinaban perfectamente con todo mi oufit, me di un último vistazo en el espejo y me asegure que todo estuviera en orden antes de bajar a la sala y esperar a mi profesor.
-Wow, por fin se nos hizo que la enana de esta casa se diera un baño.- Gael estaba fastidiándome de nuevo.
-Puedes callarte, y mejor dime ¿cómo me veo?.- sonreí un poco.
-Te ves muy hermosa hermana, sabes perfectamente que eres hermosa.- me mando un beso desde la distancia del sofá.
-Gracias estúpido.- sonreí de lado.
-Tía, estas muy bonita, ¿adónde vas?.- me pregunto la curiosa de Lia.
-Voy a una exposición de arte con un de mis profesores.
-¿Es tu novio?.- sus ojos se abrieron mucho cunado pronuncio la última palabra.
-No amor, es solo mi profesor.
-Espero que algún día sea tu novio.
-Pues yo no espero que sea mi novio.- me agache un poco para estar a su altura.- Él no me gusta ni un poquito.
-Que triste.- se fue caminando con algo de pereza.
-Ivette te buscan en la puerta.- grito mi madre desde el jardín.
Salí con un poco de prisa de la casa no quería que por mi culpa llegáramos tarde a la galería de arte. Un Emanuel diferente al que conozco en la universidad me esperaba recargado en un auto blanco, un elegante traje de color n***o lo asían lucir muy atractivo, pero nuevamente reitero no para mí.
-Hola señorita Moretti.- me saludo con un beso en la mejilla y después me abrió la puerta del copiloto para que pudiera subir al auto, lo vi rodear el vehículo y después subir a mi lado.- Debo confesar que se ve demasiado hermosa esta noche.
-Gracias, usted también se ve muy bien.- ni siquiera estaba nerviosa.
-Por favor Ivette háblame de usted. Llámame por mi nombre.
-Está bien Emanuel.- sonreí un poco.
-Esto será demasiado fácil, estaremos en la galería un par de horas, después comenzara la subasta y entonces tú entraras en acción para dialogar con los compradores americanos.- me dijo mientras conducía. -¿Esas nerviosa?.
-No, no estoy nerviosa.- respondí con sinceridad.
Al llegar a la galería todo estaba un poco tranquilo, la mayoría de las personas que se encontraban observando una pintura eran de la clase alta, podía notarlo en la manera de caminar y hasta de hablar, son seres demasiado cultos. Mientras recorría los pasillos de la galería me deleitaba con las hermosas piezas de arte, pinturas con demasiado aporte emocional, casi podía sentir lo mismo que intento pintar el pintor. Era una experiencia completamente distinta y hermosa a la vez.
Era extraño como hombres y mujeres me miraban de pies a cabeza, al principio pensé que tenía algo mal en mi pero después descubrí que todos miraban mis curvas, debo reconocer que soy una mujer un poco pequeña pero que fue muy bien recompensada en carne y una muy buena carne.
En la subasta se presentaron obras muy elaboradas y de excelente calidad, algunas eran subastadas hasta en miles de millones de dólares, espero que algún día una de mis pinturas sea comparada por alguna persona millonaria que pueda exhibirla en su casa. Tuve la oportunidad de charlar con varios americanos que compraron algunas de las pinturas de Emanuel, era fascinante todo el conocimiento que compartieron conmigo.
Ya eran más de las dos de la madrugada, la subasta había terminado desde hace un par de minutos, así que Emanuel me indico que era el momento de regresar a casa, cuando recibí la llamada de mi hermano Gael.
-¿IVETTE DONDE ESTAS?.-mi hermano estaba muy nervioso y al fondo se escuchaban sirenas de ambulancias.- TIENES QUE REGRESAR A CASA AHORA.
-¿Qué sucedió?.- me preocupe.
-La casa se incendió, se perdió todo Ive.- mi hermano comenzó a llorar.
-¿Cómo está mi mamá, los niños?.-mis manos temblaban.
-Ellos están bien, todos están bien, pero necesito que vengas.
-Voy para allá, no te preocupes.- finalice la llamada y mire a Emanuel.
-¿Qué sucede?.- Emanuel estaba preocupado.
-Mi casa se incendió y al parecer se perdió todo.- las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
-Tranquila todo estará bien.- me dio un fuerte abrazo.
Durante todo el trayecto no escuche nada de lo que Emanuel me decía, estaba demasiado concentrada en el problema de mi hogar, me preocupaba tanto que mi madre haya perdido todo lo que le dejo mi padre, estaba demasiado triste, solo quería llegar con mi familia y tratar de solucionar todo aquel desastre.
Una calle antes de llegar a mi casa los bomberos y algunas patrullas estaban cerrando el paso, sin ni siquiera pensarlo corrí en busca de mi familia, cuando los vi no pude contener las lágrimas, mi madre estaba de pie ante una construcción dañada por el fuego, mis hermanos la rodeaban con sus fuertes brazos, intente reunirme con ellos pero a unos escasos pasos de llegar una fuerte mano impidió mi llegada.
-Hola muñequita.-me dijo el viejo rabo verde, ya me estaba cansando de esta situación.
-Suélteme, no me toque.- mis gritos hicieron que mi familia mirara a mi dirección.
-Señora le aclaro que todo esto fue culpa de su hija.- ese maldito le comenzó a decir a mi madre.- Ella se negó a ser mi novia y este es el resultado.
-¡Suelte a mi hermana, maldito enfermo!.- inmediatamente Edwin salió a defenderme.
-NO TE ATREVAS A TOCARME, POR QUE TU FAMILIA DESAPARECE HOY MISMO.- amenazo a mi hermano, por dios
-No ágamos esto más grande, no se meta en problemas con un teniente.- dijo mi hermano.
-No te metas con la familia michoacana.- escupió aquel desagradable hombre.
Un silencio incomodo se formó entre mi hermano y ese maldito señor, ahora si sabía que mi vida estaba perdida por completo, sin más, el hombre dio media vuelta y se marchó dejándonos con nuestra pena, Edwin inmediatamente me abrazo y me sentí protegida en sus enormes brazos.
-Tu maldita niña, tú fuiste la causante de que nos quedáramos en la calle.- mi madre jamás me había hablado de esa manera, me dolió mucho sus palabras.
-Cálmate mamá, Ivette no tiene la culpa de nada.- Edwin me defendió.
-Por ella ahora estamos en la ruina.- mi madre continuo gritando.- ¿Por qué no le diste lo que pedía ese hombre?
-Por qué no soy una cualquiera.- grite tan alto que me dolió mi garganta.
-Tonta, eres una tonta.- mi madre comenzó a llorar de coraje.
No quise responderle a mi madre, simplemente ahogue mi llanto en los brazos de mi hermano, mis sobrinos me cubrían las piernas con sus brazos, no sé por qué mi madre tomo esa actitud conmigo, ella no sabía por todo lo que estaba pasando, no comprendía que jamás me acostaría con un hombre como el viejo rabo verde , que necesito tener buenas razones para disfrutar de mi sexualidad, también tengo muy en claro que el amor no lo es todo pero tengo los deseos de que mi primera vez sea con un hombre que tan siquiera me guste no con uno que ni deseos me provoca.