—¡Creo que nos vamos a tener que mojar un poco! —luego saltó y cayó sobre la espuma de las olas. Caitlin se quitó los zapatos, los sujetó con una mano y también saltó. Sintió el agua helada con los pies desnudos y hasta las rodillas, pero cuando ésta retrocedió para formar la siguiente ola, ya sólo le llegó hasta las espinillas. En realidad era muy refrescante y la suavidad de la arena resultaba muy agradable. Luego Caitlin volteó y vio que los caballos se alejaban galopando por la solitaria playa hacia el sol. Rose corría en la arena. Probaba las olas y luego regresaba aullando. Caleb vio una ola acercarse, y jugueteando, tomó a Caitlin y la cargó para mantenerla seca. Su fuerza era tal, que la ola rompió en sus piernas y él ni siquiera se tambaleó. Era como una piedra. Mantuvo a Cai