Tal vez, lo que más le gustaba era tener alguien con quién hablar. Alguien que lo escuchara, que se preocupara por él y que lo entendiera de verdad. Se estaba enamorando de ella. No podía creerlo pero así era. Y ahora, después de todo eso, ¿se habría ido? Abrió la puerta del frente y la encontró ahí. Samantha. Estaba a punto de entrar. —Hola —dijo Sam, tratando de sonar casual a pesar de que estaba emocionadísimo. El solo hecho de verla otra vez hizo que el corazón le palpitara a toda velocidad. Lucía más hermosa que la noche anterior. Su largo cabello rojo caía sobre su rostro, y lo miraba sorprendida con sus brillantes ojos verdes. Era tan pálida… él también, pero ella tenía la piel más blanca que jamás había visto. —Hey —le contestó, también en un tono casual. Estaba algo agitada, co